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Sobre las bases fisiológicas de las normas sociales

Los neurocientíficos han dado un paso más hacia una explicación fisiológica de por qué las personas se llevan bien unas con otras en entornos sociales. Al parecer hay dos áreas cerebrales que juegan un papel esencial en las normas sociales. Estas partes maduran lentamente con lo que se podría explicar por qué los adolescentes son menos proclives a reaccionar frente a la amenaza de un posible castigo que los adultos.

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Todas las sociedades humanas tiene normas y comparten muchas creencias acerca de cómo debe la gente de comportarse en una situación dada. Para saber más sobre este fenómeno un equipo liderado por Manfred Spitzer de la Universidad de Ulm (Alemania) ha usado una técnica conocida como resonancia magnética nuclear funcional para determinar qué áreas del cerebro estaban más activas en los cerebros de 23 voluntarios varones mientras que éstos realizaban pruebas de decisión que podrían dar lugar a un castigo social.
A los voluntarios se les proporcionó dinero real y se les pidió que decidieran cuánto iban a compartir con los demás. Cada uno de ellos sabía que la otra persona podía castigarlo mediante la eliminación de toda o parte de su porción si el reparto se consideraba injusto. Es decir se jugaba a una variante del juego del ultimátum.
Varias zonas de su cerebro se activaban durante la decisión, pero aquellas que parecían más involucradas fueron el córtex orbitofrontal lateral y el córtex dorsolateral derecho. Estas regiones residen cerca de la parte frontal del cerebro y ya se habían asociado con las decisiones morales con anterioridad.
Cuando el castigo era realizado por un ordenador la actividad de estas regiones era menor, indicando que la perspectiva de enfadar o defraudar a otra persona era más importante que el miedo al castigo en sí mismo.
El hallazgo tiene implicaciones sobre cómo los muy jóvenes pueden verse afectados por el sistema criminal de justicia, porque esas áreas cerebrales no están plenamente desarrolladas hasta que llegan a adultos. Implica además que la amenaza de castigo puede no funcionar como lo hace en personas con el cerebro maduro. Según el autor del artículo sería como castigar al ciego por no ver.
El estudio también tiene implicaciones en el estudio del comportamiento psicopático. Spitzer planea estudiar a internos de prisiones con varios tipos y grados de desórdenes de la personalidad para saber si tienen menos actividad de la normal en ciertas áreas cerebrales en respuesta a un castigo potencial.
Otros neurólogos opinan que el estudio sugiere que quizás algún día será posible predecir cómo se comportará una persona en particular mediante el estudio de su actividad cerebral. Aunque ahora no sea posible la mera sugerencia de que quizás se pueda hacer es importante.

Fuente: Science.
Referencias:
The Neural Signature of Social Norm Compliance. [1]
El sentido de la justicia viene en parte determinado genéticamente. [2]
Decisiones morales y emociones. [3]
Confirman la región cerebral relacionada con el sentido de la justicia. [4]