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Un plan conservacionista plantea la introducción de animales como el elefante, el guepardo o el león en Norteamérica.
Durante el Pleistoceno (entre hace 1,8 millones de años y 10.000 años) el sistema ecológico de Norteamérica era muy diverso. Numerosos grandes mamíferos como el mamut, el mastodonte, el leon y el guepardo poblaban el territorio.
Hace entre 50.000 y 10.000 años 97 de los 150 géneros de grandes animales se extinguieron. Se especula incluso que el hombre, por sus hábitos de caza, pudo tener parte de la culpa al final de ese periodo, pues los pocos grandes mamíferos que quedaban desaparecieron hace 13.000 años, justo cuando el hombre empezó a cazar en la zona.
Un grupo de 13 ecologistas y conservacionistas han propuesto en la revista Nature la “reintroducción” del equivalente actual de aquellos mamíferos.
De este modo, animales como el elefante, el león o el guepardo vagarían por las llanuras centrales de Norteamérica. Estas especies, ahora en peligro de extinción en sus lugares de origen tendrían la oportunidad de recuperar su población en otros territorios y salvarse así de la extinción.
El plan se llevaría a cabo a lo largo de 50 años. Se empezaría con la introducción de caballos, camellos, elefantes y finalmente se introducirían los felinos.
En un principio el territorio acotado sería una gran reserva de miles de hectáreas en extensión como una suerte de “Pleistocene Park”. La financiación del proyecto se haría a través de la explotación del turismo en la zona.
El magnate Ted Turner se ha interesado por el plan. Ya posee grandes extensiones de tierra donde pastan los bisontes.
Algunos ecólogos dicen que la introducción de estas especies no restauraría el ecosistema perdido porque las especies modernas son otras y que sería mejor una meta más realistas, como la reintroducción de lobos, alces y osos que hasta hace poco vivían por allí.
Además apuntan al desastre que, por ejemplo, supuso en Australia la introducción de especies foráneas, los perjuicios para el pastoreo, a la fauna local y el peligro para las personas que supondría que hubiese leones sueltos.
Referencia: Nature (vol 436, p 913)