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Modelo predice si un reo va a ser ejecutado o no

Un modelo computacional puede predecir con alta fiabilidad los reclusos del corredor de la muerte que finalmente serán ejecutados. Al parecer el sexo y el nivel cultural pueden ser determinantes.

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En algunos países civilizados todavía se aplica la pena de muerte. Uno de estos países es Estados Unidos, en donde 36 de los estados mantienen la pena capital.
Cuando un acusado es condenado a esta pena espera en el «corredor de la muerte» el resultado de los diversos recursos de apelación solicitados, en un intento de ver su sentencia conmutada por otra o salir libres. Algunos son exonerados y son puestos en libertad, otros ven cambiada su pena por la de cadena perpetua y otros son finalmente ejecutados. En este momento hay más de 3200 reclusos esperando la pena de muerte en ese país, pero sólo una pequeña parte han sido ejecutados. ¿Se puede saber a quienes se aplicará finalmente la pena capital?
En estudios anteriores se decía que los blancos no eran ejecutados en la misma proporción que los demás, pero no se habían tenido en cuenta otras influencias. Ahora unos investigadores de Texas A&M University–Texarkana y Loyola University, gracias a un modelo computacional, dicen poder predecir con una precisión del 92% cuáles de los reclusos del corredor de la muerte serán ejecutados. Esperan que este resultado ayude a tener un proceso de apelación más justo que el actual.
Según este modelo los reos que son más susceptibles de ser ejecutados son aquellos con nivel cultural más bajo. Es decir cuantos menos estudios tenga el reo más probabilidades tendrá de ser ejecutado. El número de años pasados en el instituto parece ser determinante.
Un factor distinto que, al parecer, garantiza el que no se sea ejecutado es el de ser mujer, pues éstas rara vez sufren esta pena.
Los investigadores informan en International Journal of Law and Information Technology que ni la severidad del crimen cometido ni la raza (este factor ha sido esgrimido en el pasado como determinante) son relevantes a la hora de predecir el destino del reo.
El modelo, basado en redes neuronales, corre en un sistema de computadoras múltiples, y ha sido diseñado para analizar datos de la misma manera que lo hace el cerebro humano: estudia un conjunto de datos y lo compara con otro conjunto de datos para buscar similitudes y diferencias. En este caso, alimentaron el modelo con 18 tipos de datos procedentes de 1000 condenados a muerte, y que incluían edad, sexo, raza, sentencias previas, estado civil, nivel cultural, estado en el que fue encarcelado y si había sido finalmente ejecutado.
Una vez que el modelo había establecido los patrones a partir de estos datos iniciales, los investigadores le suministraron los datos disponibles de otros 300 condenados a muerte diferentes, pero omitiendo el dato de si finalmente habían sido ejecutados o no. El sistema, utilizando la lógica inherente del primer conjunto de datos, predijo correctamente el destino de 276 de ellos.
Según Stamos Karamouzis, uno de los participantes en el estudio, el éxito del sistema (con un índice de aciertos del 92%) tiene importantes y graves implicaciones en la equidad del sistema jurídico. Las personas contrarias a la pena capital pueden usar este resultado argumentando que la naturaleza del crimen no tiene nada que ver con que finalmente el reo es ejecutado o no.
Añade que, desgraciadamente, al modelo le faltan datos sobre si había pruebas de ADN (por carecer en muchos casos de ellas) o si el convicto había recibido o no una representación legal adecuada, factor difícil de medir.
Este resultado aparece justo cuando El Tribunal Superemo de los EEUU está intentando proporcionar una guía clara sobre cuándo debe de ser aplicada la pena de muerte. Hace poco dictaminó que un hombre culpable de la violación de un menor (la víctima no fue asesinada) no podía ser ejecutado por el delito.
Algunos expertos legales creen que sería más importante analizar si un acusado va a ser condenado o no durante el juicio a la pena de muerte que saber, una vez ya condenado, si va a ser ejecutado. Según algunos saber si un reo va a ser ejecutado o no es relativamente sencillo.
Richard Dieter, director ejecutivo del Centro para la Información de la Pena de Muerte, una ONG que recopila datos y proporciona información sobre este asunto, afirma que el estado en el que la persona es condenada es determinante. De las 42 ejecuciones del pasado año en EEUU 26 lo fueron en Texas. Según él, en estados como Texas o Virginia la probabilidad de ser ejecutado es muy alta, pero en estados como California pasa lo contrario, y la pena es conmutada por la de cadena perpetua en la mayoría de los casos.
Según este señor, aunque la estructura del proceso de apelación es la misma para todos los estados, las personas responsables a cargo de las instituciones tienen diferentes tendencias políticas acerca de este asunto y las personas elegidas en Texas o Virginia son más favorables a la pena capital. Los republicanos en general son más favorables que los demócratas y la proporción de unos y otros determina finalmente la cuestión.

Fuentes y referencias:
Noticia en Scientific American. [1]