- NeoFronteras - http://neofronteras.com -

Los bosques primarios son sumideros de carbono

Contrariamente a lo que hasta ahora se creía los bosques viejos son buenos sumideros de dióxido de carbono y, por tanto, necesitan protección.

Foto

Pasear por un viejo bosque es una experiencia sin igual. Nos rodean grandes árboles que vivieron tiempos históricos, podemos sentir ese olor tan especial, esa mezcla de humedad, hierba y tierra. La quietud es a veces interrumpida por el canto de los pájaros o por otras criaturas de la populosa, aunque discreta, vida que en él habita. Sobre el suelo crece un sotobosque de arbustos, helechos, equisetos y otras plantas primitivas. Un bosque así es armonioso, equilibrado, perfecto; no haría falta justificar su existencia.
Un bosque primario parece no crecer, parece estar en un estado estable perpetuo, por eso no parece descabellado pensar que en estos bosques el dióxido de carbono que se toma de la atmósfera es devuelto a la misma en un balance neutro. Cuando los árboles viejos caen, el carbono de su madera es enviado a la atmósfera en forma de CO2 a través de los procesos de descomposición que los hongos y bacterias efectúan y, de este modo, se compensaría el que es fijado por las plantas vivas que en el bosque crecen.
Según esta visión un bosque primario sería neutro desde el punto de vista de las emisiones de CO2. Al menos esta era la teoría tradicional elaborada en los años sesenta, aceptada por los expertos y la razón última por la cual estos bosques no fueron considerados en el protocolo de Kioto que diversos países firmaron para limitar el dióxido de carbono que vertemos a la atmósfera. Ahora un nuevo estudio pone en duda esta idea.
Según el nuevo estudio hay que dejar los bosques tradicionales intactos si queremos que sigan fijando de forma neta dióxido de carbono tal y como lo hacen hasta ahora. Si estos bosques se perturban, mucho del dióxido de carbono que hay en ellos puede volver a la atmósfera, y eso puede ser catastrófico en la situación actual.
Desde los años noventa hay una red de torres especializadas en ciertos bosques para la toma de datos. Miden el intercambio de CO2 o el intercambio de vapor de agua y energía entre estos ecosistemas y la atmósfera. Para este estudio se analizaron datos de 519 localizaciones en bosques primarios del hemisferio Norte. Estos bosques cubren el 15% de la superficie total del hemisferio Boreal. Según los datos analizados representan el 10% de la productividad neta del ecosistema anual global y cada año secuestran 1.300.000.000 toneladas de carbono. No son por tanto neutros respecto al dióxido de carbono, sino buenos sumideros del mismo.
Para bosques de 15 a 800 años el balance neto de absorción de CO2 es positivo. La fijación de este carbono se da tanto en la madera de los árboles como en el propio suelo.
Según los autores del artículo en donde se describe el hallazgo si se tiene en cuenta el calentamiento global y el efecto invernadero la única política sensata es dejar a estos bosques en paz.
Los bosques usan el dióxido de carbono para obtener carbono con el que construir moléculas orgánicas que finalmente van a parar a la madera, pero el proceso no es indefinido. El estudio de los sesenta, basado en diez años de estudio, sugería que los bosques de más de 150 años tomaban tanto dióxido de carbono de la atmósfera como el que devolvía. Pero este resultado, además de discutible, estaba basado en sólo un tipo de bosque y no puede ser extrapolado a todos los demás. Según los nuevos datos el carbono continúa acumulándose aunque el bosque tenga cientos de años.
Cuando se tala un bosque hay un flujo de dióxido a la atmósfera durante un periodo de tiempo de entre 5 y 20 años antes de que los árboles jóvenes sean efectivos a la hora de fijar este gas. Según uno de los autores del estudio puede que un árbol joven necesite de 200 años para ser tan efectivo como un árbol viejo en la captura de CO2. Cuando se tala o perturba un bosque y su suelo, se descompone la vegetación que había allí y se devuelve el carbono almacenado a la atmósfera con un balance negativo en la fijación de dicho gas.
Los bosques primarios sin perturbar siguen almacenado dióxido de carbono a pesar de ser viejos. Aunque parte del sistema radicular y las propias ramas se descompongan y devuelva CO2, el árbol sigue creciendo y almacenando carbono de forma neta. Si fuera un sistema completamente neutro el árbol simplemente moriría. Incluso cuando los viejos árboles caen debido a la acción de un rayo, de los insectos, de los hongos, por la edad o por otras causas hay un segundo dosel vegetal esperando su oportunidad en la sombra que mantendrá la productividad.
Según los autores habrá que tener en cuenta esta absorción en los modelos que hasta ahora consideraban estos bosques como neutros bajo el punto de vista del CO2. Quizás se haya sobreestimado el papel de otros sumideros. Además, los países con este tipo de bosques deben de conservarlos intactos para así mantener los niveles de absorción de dióxido de carbono. Plantar nuevos árboles en sustitución de los viejos para secuestrar más dióxido de carbono es por tanto una mala idea. También habría que revisar las políticas que tienen en cuenta las subvenciones o créditos de CO2 a empresas y países que poseen este tipo de bosques.
Por desgracia la red FLUXNET utilizada para las mediciones de este estudio sufre ahora de problemas de financiación. Esperemos que gracias a este resultado y otros futuros se mantenga. Tener información es siempre importante.

Fuentes y referencias:
Nota de prensa en Oregon State University. [1]
Artículo origibal en Nature (resumen). [2]
Foto: «Walking Amongst Living Giants» por addicted Eyes, vía Flickr.