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Identificación personal por el olor

Un grupo de investigadores presenta pruebas químicas y de comportamiento que revelan que la huella olorosa de cada individuo permanece reconocible incluso cuando éste se somete a grandes cambios en su dieta.

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El hallazgo, realizado en modelos animales, apoya la idea de que el olor corporal proporciona una «huella olorosa» análoga a las huellas dactilares y a las muestras de ADN. Gary Beauchamp, uno de los científicos del Monell Center que ha participado en el trabajo, dice que este olor distintivo puede ser detectado tanto por instrumentos de laboratorio como por el olfato de los animales.
Se sabe que los mamíferos como los ratones o los humanos tienen olores corporales determinados genéticamente que constituyen los odortipos. Se cree que son biomarcadores que ayudan a distinguir unos individuos de otros. Los odortipos vienen determinados en parte por los genes del complejo de histocompatibilidad (MHC en sus siglas en inglés), los mismos genes que están relacionados con el sistema inmunitario.
La información sobre el odortipo es transmitida por los fluidos corporales como el sudor o la orina, que contienen numerosas moléculas conocidas como compuestos orgánicos volátiles, en su mayoría olorosos.
El tipo de comida que se consuma puede además influir en el olor corporal. Se puede detectar a través del olor si alguien ha consumido, por ejemplo, mucho ajo. De este modo podríamos pensar que los cambios en la dieta pueden potencialmente dificultar o incluso impedir la identificación del olor de un individuo. Este grupo de investigadores diseñó un conjunto de experimentos para comprobar este último punto.
En las pruebas de comportamiento se adiestró a unos ratones para reconocer por el olor a ratones con distinto MHC, dieta o ambos a la vez. Mientras que en los análisis químicos usaron instrumental de laboratorio con el que analizaron muestras de compuestos orgánicos volátiles procedentes de ratones con determinados MHC y bajo diferentes dietas.
Los resultados indican que el odortipo genéticamente determinado persiste independientemente de la dieta, aunque los cambios en la misma sean tan grandes como para cambiar el perfil del olor de los ratones. Los cambios en los ingredientes de la dieta no impidieron la detección de odortipos tanto por el método biológico (el olfato de los ratones) como por el instrumental de laboratorio.
Según Jae Kwak, otro de los autores, este hallazgo indica que los odortipos pueden ser tan fiables como las huellas dactilares a la hora de identificar a los individuos y esto permitiría el desarrollo de posibles dispositivos que detecten odortipos humanos.
Según Beauchamp una idea similar se está usando para investigar la posible asociación de determinados olores y enfermedades. De este modo se podría diagnosticar una enfermedad, como el cáncer de piel o una infección viral, por la huella olorosa que dejaría en el individuo que la padeciera.
Por tanto aunque coma mucho ajo su perro o su gato le identificará en la oscuridad sin problemas. ¿Podrán utilizar este hallazgo pronto los del CSI?

Fuentes y referencias:
Nota de prensa en pdf.
Artículo original en PloS ONE. [1]
Foto: «smells like love…» por amanky vía Flickr.