Una nueva mochila genera electricidad a partir del movimiento que el que la porta le imprime. Podría ser de gran utilidad en misiones de rescate, para exploradores, montañeros e incluso para soldados en el frente.
Esta mochila puede alimentar agendas electrónicas, teléfonos celulares,… y así hasta una docena de dispositivos.
En lugares remotos contar con un enchufe donde recargas las baterías de este tipo de dispositivos es muchas veces un sueño. De hecho, ya han desarrollado sistemas de células de combustible para los soldados del ejército de EEUU debido a este hecho.
El trabajo sobre este nuevo dispositivo está liderado por Lawrence Rome, que curiosamente es biólogo en la universidad de Pennsylvania en Philadelphia. El trabajo se centra en cómo los músculos actuan mientras se camina o corre.
La idea salió de que los soldados tienen que acarrear en sus mochilas 36 kilogramos de dispositivos como aparatos GPS, visores nocturnos, etc y además otros 9 kilogramos de baterías.
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Pero a los biólogos que necesitan catalogar animales en medio de la selva africana o estudiar microorganismo en medio de un páramo chileno este tipo de dispositivo les vendría muy bien.
La mochila con una carga de 20 a 38 Kg genera siete vatios de electricidad con el movimiento de oscilación vertical sobre el marco exterior. Estos 7 vatios son suficientes para pequeños dispositivos electrónicos.
La cadera de una persona sube y baja unos 6 centímetros al andar, y si carga con una mochila, ésta se mueve arriba y abajo. Desconectando la bolsa de carga de la estructura que la sujeta a la espalda estos científicos han sido capaces de capturar la energía del movimiento. La bolsa sigue sujeta al marco por unos muelles que le permiten subir y bajar y seguir el movimiento de la cadera. La diferencia de movimiento entre la bolsa y el marco genera la energía que se trasforma en electricidad a través de una bobina giratoria inmersa en un campo magnético.
La cantidad de electricidad generada depende de la carga de la mochila, a más carga más energía producida.
Afortunadamente parece ser que la mochila es más cómoda de llevar que las mochilas normales.
El trabajo se publica hoy en la revista Science (artículo [1]).