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La evolución es una reacción en cadena

Un grupo de investigadores informa sobre la emergencia de una nueva especie de mosca de la fruta y el consiguiente desarrollo de una nueva especie de avispa.

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Rhagoletis pomonella depositando huevos en una manzana. Foto: Rob Oakleaf.

Darwin tituló a su más famoso libro, que tardo varias décadas en escribir, «El origen de las especies», sin embargo, en él no logra aclarar cuál es el origen de las especies. Desde entonces generaciones de biólogos han tratado de explicarlo. Se han dado ya muchas respuestas y algunas, como la que relatamos hoy proporciona más pistas.
Jeff Feder, de University of Notre Dame, y sus colaboradores sostienen que la introducción de la manzana en América hace 400 años cambió evolutivamente el comportamiento de una mosca de la fruta local y en consecuencia también se modificó su parásito, una avispa que usa sus larvas como alimento.
El resultado es una reacción en cadena de la diversidad en la que la modificación de una especie dispara modificaciones en otras especies que dependen de la primera. Esta es una demostración bonita de que una especiación inicial de un organismo abre la oportunidad a otras especies del mismo ecosistema a que también se especien. Según Feder «La biodiversidad es en esencia la fuente de nueva diversidad».
Durante al menos 250 años después de la introducción de la manzana en América del Norte las moscas Rhagoletis pomonella del espino continuaron reuniéndose en el pequeño fruto rojo de este arbusto local para encontrar pareja y depositar sus huevos. Entonces, a mediados del siglo XIX algunas de estas moscas empezaron a hacer lo mismo en las manzanas en lugar de hacerlo en los frutos del espino como era tradicional. Las moscas que se veían atraídas por las manzanas terminaron estando genéticamente diferenciadas del resto, que todavía seguían y siguen reproduciéndose en los frutos del espino y lo mismo hicieron las avispas que parasitaban las larvas de estas moscas.
Las distinciones genéticas se manifiestan principalmente cuando las diferencias de frecuencia genética en las poblaciones entre moscas y su avispa asociada no son fijas, y esto sería consistente con un proceso mediante el cual aparece una nueva especie.
Según Feder la avispa Diachasma alloeum que ha estudiado es una de las varias que pasan una fracción significativa de sus vidas pegadas a moscas de espinos o de manzanos. Según las pruebas preliminares una clase de las avispas participa en una carrera evolutiva especializada con una clase de las moscas (la que se pasó a las manzanas), aunque, según Feder, todavía es temprano para afirmarlo definitivamente.
Añade que lo que es asombroso es cómo de rápido las poblaciones pueden adaptarse ecológicamente a los nuevos habitats y comenzar a evolucionar hacia nuevas especies delante de nuestros ojos.
Esta investigación es importante porque proporcionan un vistazo al misterio del origen de las especies. Según Feder las pistas pueden ser encontradas justo antes de que nos sentemos en nuestra silla de terraza a beber un refresco durante una barbacoa. «Todo lo que tenemos que hacer es abrir los ojos y ver las nuevas formas de vida materializándose en el desaliñado manzano de nuestro jardín».

Fuentes y referencias:
Nota de prensa de la NSF. [1]
Artículo original (resumen). [2]
Vídeo de una entrevista al autor del trabajo (en inglés). [3]