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Quemando selva en el automóvil

Los agricultores de los trópicos podrían verse empujados a cultivar biocombustibles y esto sería un tremendo desastre para el cambio climático y todos nosotros.

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La frontera entre Brasil y Bolivia se aprecia desde el espacio debido a la deforestación. Foto: Google Maps.

Según Holly Gibbs, de la Universidad de Stanford, si utilizamos biocombustibles producidos en los trópicos para hacer funcionar nuestros automóviles entonces estaremos quemando la selva en los motores de esos mismos vehículos.
La producción de bicombustibles en esos lugares no sólo no detendría las emisiones de dióxido de carbono, sino que las aumentaría, incrementando con ello el efecto invernadero y el calentamiento global. Esta investigadora afirma que si se adoptan políticas que favorezcan estos biocombustibles el desastre estará a la vuelta de la esquina, y espera que se tomen medidas sensatas en políticas de biocombutibles y de subsidios agrarios.
Sus predicciones se basan en un nuevo estudio que se vale de observaciones de satélite realizadas entre 1980 y 2000. Este estudio es el primero en hacer una caracterización detallada de los caminos de expansión de la agricultura a través de las regiones tropicales. Gibbs presentó sus hallazgos el pasado 14 de febrero en un simposium en Chicago sobre este tema.
Países como Brasil, Malasia o Indonesia han respondido a la creciente demanda de biocombustibles plantando más caña de azúcar, soja y palma de aceite. Plantaciones que se hacen a expensas de la superficie de selva virgen.
Por ejemplo, la superficie dedicada a las plantaciones de soja en Brasil han aumentado cerca de un 15% desde 1990, la producción de palma de aceite en Indonesia se triplicó en los años noventa y de 2000 a 2007 se dobló de nuevo.
Una señal de alarma es lo rápido que aumenta la producción de biocombustibles. Desde 2000 a 2007 la producción global de etanol se ha multiplicado por 4 y la de biodiésel por 10.
Las autoridades de estos países dicen que se hacen estas plantaciones en áreas degradadas, pero los grupos medioambientales no están de acuerdo con estas afirmaciones.
Gibbs se propuso calcular cuánta cantidad de superficie virgen dedicada al bosque pristino, sabana o tierra agrícola termina siendo utilizada para los biocombustibles.
Si se utiliza selva virgen para plantar cultivos dedicados a producir biocombutibles el balance en las emisiones de dióxido de carbono es desastroso. Las selvas secuestran mucho carbono en la madera de los árboles y en el suelo. El bosque tropical es muy eficiente haciendo esto y ahora almacena unas 340.000 millones de toneladas de carbono. Esto es equivalente a 40 años de emisiones humanas quemando combustible fósil. Con su sustitución por estos cultivos dedicados a los biocombustibles se libera carbono en grandes cantidades y nunca se recupera porque los cultivos no son tan eficientes secuestrando carbono.
Estos países y otros países que también destruyen selva y bosque virgen son unos grandes contribuidores a las emisiones de dióxido de carbono.
Gibbs asegura que la recuperación de la deuda de carbono producida por la eliminación de la selva tardaría siglos o un milenio en recuperarse a través de la producción de biocombustibles.
Además, este tipo de cultivos degradan el suelo aumentando la erosión, la salinidad y lo empobrece en nutrientes, con el resultado de una muy baja productividad.
Aunque Indonesia y Brasil tienen grandes cantidades de tierra degradada que podría utilizarse para la producción de biocombustibles, sin una buena política que lo incentive se destruirá en su lugar selva virgen, pues para el agricultor no es tan fácil y rentable cultivar áreas empobrecidas.
Incentivar el uso de estas tierras degradas para la producción de biocombustibles podría estar bien, pero en algunos casos si se ayudara a estos terrenos a volver a ser selva virgen se secuestraría mucho más dióxido de carbono, se evitaría la erosión, se mitigarían los problemas causados por las inundaciones, se protegería a las especies en peligro de extinción y se conservarían los recursos hídricos.
Gracias a los datos de satélite que guarda la FAO Gibbs pudo analizar más de 600 imágenes de unas 100 regiones tropicales y estudiar su evolución en el tiempo, viendo por dónde se están expandiendo los cultivos. El patrón general es que el crecimiento de estas áreas de cultivo (sea para biocombustibles o comida) se hace a expensas del bosque tropical virgen.
Por tanto, la producción de biocombustibles produce, sin ninguna duda, deforestación, pudiéndose afirmar que los biocombustibles aumentan el calentamiento global si proceden de regiones tropicales. Gibbs predice que la tendencia continuará en el futuro. Por ejemplo, entre 1980 y 2000 más de la mitad de los nuevos campos de cultivos procedían de la selva tropical virgen y un 30% de bosque ya alterado. Todo esto es justo lo contrario de lo que dicen los que apoyan este tipo de combustibles.
Aun así, Gibbs no se opone frontalmente a los biocombustibles: «…creo que los biocombustibles pueden tener un papel importante en nuestros futuros planes energéticos, pero la manera en la que actualmente se están produciendo puede tener consecuencia no deseadas. La nueva administración debería de ser cuidadosa al considerar la consecuencias de cualquier plan energético para asegurarse la protección del secuestro de carbono en la selva tropical, así como reducir nuestras emisiones debidas a los combustibles fósiles».

Por otro lado un estudio de Sandia National Laboratories y General Motors Corp. (el fabricante de automóviles) dice que hay maneras de producir bicombustibles de manera sostenible y que podrían reemplazar un tercio de la gasolina de EEUU para 2030, es decir, producir unos 360.000 millones de litros de etanol.
Se asume un progreso al ritmo actual en la tecnología necesaria para la producción de bioetanol y que éste se obtiene a partir de celulosa procedente de la limpieza de bosques, residuos agrícolas y cultivos apropiados, aunque aproximadamente un 20% procedería del maíz. También se tiene en cuenta el gasto de energía y combustible en su producción y transporte.
El estudio elabora un plan minucioso para alcanzar el objetivo fijado.

Fuentes y referencias:
Noticia en Stanford University. [1]
Sandia National Laboratories. [2]
HITEC. [3]