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El Hubble fotografía NGC 7049

El telescopio espacial Hubble fotografía una interesante galaxia mezcla de galaxia espiral y galaxia elíptica.

Foto
Nubes de polvo en NGC 7049.

El telescopio espacial Hubble ha capturado una bella imagen de NGC 7049, una misteriosa galaxia a mitad de camino entre ser una galaxia espiral o una elíptica. Esta galaxia está en la constelación de Indus y a unos 100 millones de años de luz de nosotros. Es la más brillante de su cúmulo de galaxias, uno del tipo BCG. Los cúmulos de galaxias de este tipo son muy brillantes, son de los más viejos y contienen galaxias masivas.
Los cúmulos globulares (compuestos de estrellas y diferentes a los mencionados antes) de esta galaxia se pueden ver en esta foto salpicando el halo galáctico a modo de pequeñas motas de luz. El halo de una galaxia es la región de luz difusa que la envuelve y está compuesto por una miríada de estrellas individuales. En este caso proporciona un fondo luminoso sobre el que resalta un notable anillo de nubes de polvo que rodean el núcleo galáctico.
Los cúmulos globulares son agrupaciones muy densas y compactas de cientos de miles de estrellas unidas por su propia gravedad. Contienen algunas de las primeras estrellas creadas en la galaxia.
NGC 7049 tiene muchos menos de estos cúmulos globulares en grandes y ricos grupos que otras galaxias gigantes similares. Esto indica a los astrónomos cómo influye el ambiente en la formación de los halos galácticos en el Universo temprano.
Esta imagen fue tomada con la cámara avanzada del Hubble, que está optimizada para captar galaxias y cúmulos de galaxias en regiones remotas y antiguas del Universo cuando éste era muy joven.
La constelación de Indus o del Indio es una de las menos llamativas del hemisferio Sur, pues su luminosidad muy débil. La crearon los navegantes holandeses Pieter Keyser y Frederick de Houtman entre 1.595 y 1.597. Está situada al sudoeste de la Cruz del Sur, y se extiende hacia la constelación del Octante, situada cerca del polo sur celeste.

Foto
Galaxia NGC 7049 (versión ampliada) [1]. Foto: NASA/ESA.

Recordemos una vez más que las constelaciones son meros productos culturales y por tanto no universales. Son regiones de la bóveda celeste que agrupan ciertas estrellas que no están relacionadas unas con otras ni ligadas físicamente, salvo por su cercanía bajo nuestra perspectiva desde la Tierra. Todas las estrellas que vemos en una constelación pertenecen a nuestra galaxia. Los astrónomos heredaron este sistema cultural de constelaciones de la cultura occidental y lo usaron para cartografiar los cielos. Cuando decimos que una galaxia está en una determinada constelación en realidad se asume que dicha galaxia está en la misma dirección que esa región bidimensional del cielo, pero infinitamente más lejos que las estrellas que vemos.
Esta imagen (u otras similares de otras galaxias) nos hace sobrecogernos de admiración por las inmensas y bellas estructuras que habitan el Universo, y de pavor por las escalas de espacio y tiempo implicadas. Alrededor de muchas de los cientos de miles de millones de estrellas repartidas en sus 150.000 años luz de anchura probablemente habrá planetas y algunos de ellos quizás contengan vida.
Vemos a esta galaxia tal y como era hace 100 millones de años. Probablemente esas gráciles nubes de polvo que se aprecian en esta imagen ya sean diferentes y habrán dado lugar a nuevas estrellas y sistemas planetarios. Podemos incluso especular sobre las civilizaciones desaparecidas en ese lapso de tiempo, quizás también víctimas de su propia estupidez.
Esta galaxia y sus posibles mundos nunca nos serán accesibles. Gracias a los potentes ojos que colocamos en el cielo podremos estudiarla y saber la historia de los procesos físicos en la evolución galáctica que la conformaron, o las estructuras que la definen, pero nunca podremos visitarla. Como en otros campos del conocimiento, o de la vida, su belleza nos es mostrada pero permanecerá inaccesible para siempre.

Fuentes y referencias: Nota de prensa en la ESA. [2]