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Analizando el terremoto de Italia desde satélite

Datos interferométricos de radar obtenidos por satélite permiten analizar el efecto que tuvo el reciente terremoto ocurrido en Italia sobre la superficie de la región.

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Imagen 1. Foto: IREA-CNR.

Aquellos que alguna vez hemos sentido un terremoto, aunque sea de poca intensidad, saben que lo primero que notaron fue una vibración y el ruido asociada a ella. Esto no es extraño pues los geofísicos que estudian este tipo de fenómenos nos dicen que al fin y al cabo un terremoto no es más que una ondas que se propagan desde el epicentro (punto de la superficie inmediatamente por encima de la zona de fractura de la falla) hacia afuera como si fueran las ondas producidas en la superficie del agua al caer un objeto en sobre ella.
La analogía se ajusta bastante, pero en el caso de los terremotos hay dos tipos de ondas: ondas longitudinales, de compresión u ondas p y ondas transversales de cizalladura u ondas s. Las primeras se mueven a 8 ó 13 km/s y las segundas a 4 u 8 km/s. En las ondas p la dirección de propagación es la misma que la de vibración, mientras que en las s las oscilaciones son perpendiculares al desplazamiento. La intensidad de un terremoto puede ser medida a partir del desfase temporal en la aparición de un tipo u otro de ondas y a partir de la amplitud de las mismas usando una ecuación logarítmica.
El caso es que si hay vibraciones en la superficie de alguna manera ésta se debe de ver afectada por las mismas cambiando de alguna manera. Después de todo la roca y suelo no son completamente elásticos y es de esperar que recuerden el efecto durante un tiempo.
Recientemente hemos visto en los informativos y periódicos cómo un terremoto de intensidad 6,3 afectó el pasado día 6 a una región de la Italia central. Pero esta vez los efectos del fenómeno sobre la superficie (aparte de los obvios) han podido ser observados por el Envisat, un satélite de la ESA. Varios equipos de investigadores italianos utilizaron estos datos para levantar mapas o imágenes de la zona. Han podido visualizar el remanente que el sismo ha dejado en la superficie.
El Envisat posee un radar de abertura sintética con el que puede explorar la superficie de la Tierra. Gracias a los datos que suministra se pueden generar interferogramas de esta región o de cualquier otra.
El interferograma se consigue a partir de los datos procedentes de dos o más posiciones distintas del satélite. Dos posiciones distintas proporcionan una línea de base determinada de cierta longitud. La posición del satélite del 1 de febrero pasado y la del 12 de abril estaban separadas 154 metros y se utilizó para crear la primera foto. Durante ese intervalo de tiempo se produjo el terremoto que remodeló la superficie. El método permite medir diferencias en el desplazamiento vertical de escasos centímetros o incluso milímetros. En este caso cada una de las bandas coloreada de la foto (Imagen 1) corresponde a un desplazamiento vertical de 2,8 cm. Además de este conjunto de 9 bandas se puede apreciar que hay un desplazamiento máximo de 25 cm localizado entre Aquila y Fossa.

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Imagen 2. Foto: INGV.

En una segunda reconstrucción de esos datos otro grupo de investigadores italianos ha creado otra imagen (ver segunda imagen). El cuadrado verde grande señala el frente de ondas de 6,3 Mw, mientras que los pequeños corresponden a las réplicas mayores de 5 Mw. Los triángulos negros representan estaciones de GPS usadas para la validación de los datos.
La línea amarilla de 4 km de longitud representa el límite de la correlación interferométrica, el efecto observado allí probablemente se debe a que la falla está muy cerca de la superficie. La imagen se ajusta muy bien a una propagación en 144 grados que produciría una falla normal.
La idea es que estos estudios ayuden a los científicos a entender un poco mejor este tipo de fenómenos.

Fuentes y referencias:
Nota de prensa de la ESA. [1]