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Origen de la tolerancia a la lactosa

Un modelo informático localiza el origen de la tolerancia a la lactosa en edad adulta en Europa.

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Aproximación a la densidad de tolerancia a la lactosa original. Foto: PLoS.

A veces no nos damos cuenta de la influencia de la condición biológica sobre nuestras vidas o incluso sobre la Historia. El ser humano sigue evolucionando y algunas de nuestras características genéticas las hemos adquirido recientemente. Tan recientemente que no todos los individuos las poseen. Una de esas características es la capacidad de digerir la lactosa (azúcar de la leche) en la edad adulta.
En el resto de los mamíferos la capacidad de digerir este azúcar desaparece en el momento en que dejan de mamar, luego se hacen intolerantes a este azúcar. También hay humanos que son intolerantes a la lactosa y no pueden consumir de adultos leche y algunos derivados lácteos, aunque cuando eran bebes obviamente no lo fueran.
La distribución de tolerantes a la lactosa no es homogénea en el mundo, así por ejemplo en Asia hay muchos más intolerantes (casi todos) a la lactosa que en Europa (casi ninguno).
En algún momento del pasado aparecieron unas mutaciones que permitieron a algunos humanos digerir leche en edad adulta. Esto supuso tal ventaja que esta mutación se extendió rápidamente entre la población, de hecho todavía se está sucediendo.
El consumo de leche fresca en edad adulta sólo fue posible después de la domesticación de los animales, y probablemente la persistencia a la tolerancia a la lactosa coevolucionó con la práctica cultural del consumo de leche y productos lácteos en Europa. El caso es que esta mutación proporcionó una ventaja histórica a los pueblos que tenían estas mutaciones en su seno, haciendo que fueran más prósperos y fuertes. No se trata sólo de la lactosa, sino de todos los nutrientes que acompañan a la leche, pues el que es intolerante no puede consumir leche por los efectos secundarios que le producen. Pero, ¿dónde surgió esta mutación?
Según un estudio reciente de investigadores de University College London la capacidad de digerir lactosa apareció por primera vez hace unos 7500 años en una región entre los Balcanes y Europa Central y no en poblaciones más al norte como antes se creía.
Se creyó que esta habilidad aparecería por primera vez en regiones más al norte porque en esa zona la irradiación solar, y por tanto la capacidad de sintetizar vitamina D, es muy baja. La capacidad de poder digerir bien la leche compensaría esta deficiencia.
El equipo de investigadores usó un modelo computacional para explorar la dispersión de la tolerancia a la lactosa, la ganadería lechera así como otras prácticas y pistas genéticas en Europa. El modelo integra datos genéticos y arqueológicos usando aproximaciones estadísticas novedosas.
Mark Thomas, uno de los investigadores implicados, afirma que según su estudio la tolerancia a la lactosa apareció hace 7500 años entre la cultura Linearbandkeramik situada entre los Balcanes y Europa Central. Pero en contra de la creencia popular la necesidad de vitamina D no es necesaria para explicar esta tolerancia tan común en la Europa de hoy en día.
Entre las ventajas del consumo de leche fresca están la ya mencionada compensación del déficit de vitamina D por baja insolación; también está que es una fuente extra de calorías y proteínas, sobre todo para compensar la ausencia estacional de productos agrícolas; y finalmente una fuente de agua menos contaminada que las fuentes habituales.
Las pruebas procedentes de otros estudios sugieren que el consumo de lácteos en el sureste de Europa estaba presente al poco de aparecer la ganadería, ya que se han encontrado proteínas de leche en recipientes de cerámica de entre hace 7900 a 7450 en las actuales Rumanía y Hungría. Pruebas similares datan el consumo de lácteos en Inglaterra hace 6100 años.
Es posible que al principio no se consumiera leche fresca, sino en forma de yogur, mantequilla y queso. Los romanos usaban leche de cabra y oveja para producir queso. Sin embargo, los celtas y germanos ordeñaban vacas y bebían leche fresca en cantidades significativas. La actual distribución de tolerancia a la lactosa sugería un origen en Escandinavia o Irlanda porque es donde actualmente hay mayor frecuencia de los genes que lo determinan. Pero este estudio sugiere un origen localizado en otro lugar y una rápida dispersión hacia latitudes más altas.
La rápida dispersión en el consumo de leche desde los Balcanes a lo largo de toda Europa explicaría por qué la mayoría de la gente porta la misma versión del gen que determina la tolerancia a la lactosa y por tanto todo esto vendría dado por una coevolución. En África hay, por el contrario, cuatro tipos genéticos conocidos de tolerancia a la lactosa y probablemente hay más que todavía no han sido descubiertos. Esta diversidad sería probablemente el resultado de una «imposición» de la cultura del consumo de leche sobre una preexistente cultura ganadera, en lugar que una expansión natural de ganaderos.

Fuentes y referencias:
Nota de prensa. [1]
Artículo original. [2]