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Esperanzas para diabéticos

Unos nuevos experimentos sobre xenotransplantes quizás permitan que en un futuro los diabéticos puedan llevar una vida normal sin necesidad de recurrir a las inyecciones de insulina.

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Islotes de cerdo encapsulados. Fuente: Living Cell Technology.

Se van a implantar a cuatro diabéticos células vivas pancreáticas de cerdo recubiertas de un derivado de algas marinas (algo que coloquialmente han denominado “pig sushi”) con la esperanza de que produzcan insulina y no sean atacadas por el sistema inmunitarios de esas personas. Si hay éxito la posibilidad de usar este tipo de xenotransplante podría generalizarse.
El experimento, que será la fase II del proyecto, se llevará a cabo en Nueva Zelanda sobre personas con diabetes de tipo I, tras recibir el permiso de las autoridades competentes del país.
Recordemos que la diabetes de tipo I sucede cuando las células del páncreas productoras de insulina (islotes de Langerhans o pancreáticos) son destruidas por el propio sistema inmunitario del paciente. Debido a esto los pacientes con esta enfermedad deben administrarse inyecciones de insulina para controlar sus niveles de glucosa en sangre. Lo malo es que estos niveles sufren un efecto yo-yó debido a la administración periódica y no constante (o en función de las necesidades) de insulina. Esto provoca diversos problemas en el sistema cardiovascular y nervioso que disminuyen sus expectativas de vida y provocan problemas de salud.
Si se implantan islotes directamente el sistema inmunitario acaba rápidamente con ellos y más si no provienen de personas. En este caso se usan islotes de cerdo y una envoltura especial para evitar este problema. Entonces se inyectan en el abdomen del paciente desde donde segregan insulina a todo el cuerpo.
La envoltura está hecha con alginato, una sustancia que se puede encontrar en las algas marinas y que evita que el sistema inmunitario alcance los islotes ajenos y los destruya. Por tanto, no es necesario el uso de inmunodepresores tras la intervención. Además, el alginato permite que por difusión los nutrientes y glucosa pasen a los islotes y la insulina producida por ellos vaya al exterior.
En la fase I de estos experimentos ya se implantaron unas pocas de estas células en pacientes diabetes de tipo 1 moderada. En uno de ellos el transplante redujo la dependencia de insulina externa en un 25% mientras que en los otros tres los resultados fueron prometedores.
En Rusia cinco pacientes ya recibieron una dosis más alta con anterioridad y están respondiendo satisfactoriamente al tratamiento.
No hay suficientes islotes de origen humano para satisfaces la demanda de los posibles 20 ó 30 millones de diabéticos que hay en el mundo, así que los islotes de origen porcino parecen ser la mejor alternativa.
Para reducir la posible transmisión de enfermedades del cerdo a humanos, en este experimento se usarán islotes procedentes de cerdos de la isla de Auckland, que han vivido de forma aislada durante 200 años y están notablemente libres de microorganismos que pudieran infectar a humanos.
Todavía es pronto para juzgar el éxito de este tipo de técnicas, pero el tratamiento es prometedor. Habrá que demostrar, entre otras cosas, que los islotes pueden sobrevivir y producir insulina de manera prolongada en el organismo del paciente.
Los primeros experimentos de este tipo se hicieron en 1996 y aunque los islotes continúan vivos, muy pocos continúan produciendo insulina.

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Fuentes y referencias: New Scientist.