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Angiospermas y clima

Las plantas con flores tienen un gran impacto sobre el clima y los patrones de lluvia, cambiando el clima terrestre desde su aparición para favorecer así su propia diversidad.

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Hubo un largo tiempo, desde la aparición de la vida hasta el Cretácico, en el que no había flores sobre la Tierra, ni tampoco mariposas, ni abejas polinizadoras, ni cualquier animal asociado a las angiospermas. Todo era verde, como un jardín zen. El mundo vegetal y la Tierra cambiaron radicalmente con el advenimiento de las flores.
Las angiospermas tienen otras diferencias, además de las flores, respecto a las demás plantas. Éstas son suficientes como para que, desde el punto de vista climático, un mundo sin plantas con flores fuera totalmente distinto al que disfrutamos ahora. Según un estudio, si todas las angiospermas de la Tierra fueran sustituidas por otras plantas el mundo sería más cálido y seco, particularmente en los trópicos. De este modo, la aparición de las angiospermas en el Cretácico trajo consigo la evolución de los trópicos.
Las plantas actúan a modo de tuberías que llevan el agua del suelo a la atmósfera, tomándolo del suelo a través de las raíces y evaporándolo, gracias a las transpiración, en las hojas. El impacto sobre el clima de este proceso es tremendo: alrededor de un 10% de la humedad atmosférica total proviene de las plantas. En otras palabras, esto significa que las plantas pueden producir su propia lluvia.
Las angiospermas transpiran más que los otros tipos de plantas debido a que tienen un sistema vascular mejor. Esto significa que el efecto sobre la atmósfera de las plantas con flores es, por tanto, más importante que el de las otras plantas.
En la actualidad la mayor parte de la vegetación está constituida por angiospermas. Esto hizo preguntarse a C. Kevin Boyce y Jung-Eun Lee (ambos de University of Chicago en Illinois y paleontólogo y climatólogo respectivamente) qué impacto han tenido las plantas con flores sobre los patrones de tiempo atmosférico desde que aparecieron hace unos 100 millones de años, durante el reinado final de los dinosaurios.
Para simular un mundo sin angiospermas estos investigadores modificaron modelos climáticos para tener en cuenta una transpiración vegetal un 75% menor que la actual, que es la contribución de las angiospermas. El efecto observado fue complejo, con algunas regiones más secas y otras más húmedas. Las parte este de Norteamérica, por ejemplo, recibía, según el modelo, de un 30% a un 50% menos de precipitaciones. Pero el mayor impacto se daba en las regiones tropicales de Suramérica.
Sin la presencia de angiospermas el promedio de precipitaciones en estas regiones decaía en 300 mm. En la cuenca del Amazonas la duración de la estación húmeda disminuía en 3 meses. La extensión de los bosques húmedos tropicales, que reciben 100 mm de lluvia mensuales, disminuía en un 80%. Los efectos no eran tan severos en otras áreas tropicales, como en África, que ya tiene muchos bosques secos.
Un mundo más seco sería peor para muchas otras especies. Como regla general, menor precipitación se traduce en una menor cantidad de especies vegetales y animales. Por esta razón los desiertos son biológicamente tan pobres. Así que la mayor capacidad de transpiración de las angiospermas podría haber tenido un gran impacto, no solamente desde el punto de vista ecológico, sino también evolutivo, ya que podría haber generado más especies tropicales, incluyendo a las propias angiospermas. Según Boyce las angiospermas modifican su ambiente de tal manera que fortalecen su propia diversidad. Por tanto, las plantas con flores juegan un gran papel en el clima de los trópicos.
Una cuestión que queda por estudiar es saber cómo la aparición de las angiospermas afectó al clima del Cretácico.

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Fuentes y referencias:
Noticia en Science. [2]
Foto cabecera: Brian J. Gross, Universidad de Berkeley.