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¿Planetas alrededor de enanas blancas?

Proponen que se estudie la posible existencia de exoplanetas en la zona habitable de las enanas blancas.

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Enana blanca y su nebulosa planetaria.

Las estrellas tienen una vida finita. Cuando se acaba su combustible nuclear dejan de funcionar tal y como lo venían haciendo y abandonan la secuencia principal. Pueden por ejemplo terminar explotando como supernovas y producir estrellas de neutrones o agujeros negros, o bien convertirse en gigantes rojas y engullir a los planetas más próximos. Dependiendo de la masa de la estrella podemos enfrentarnos a un fin u a otro. Las estrellas de baja masa como el Sol terminan sus días como gigantes rojas. Eso ocurrirá dentro de unos pocos miles de millones de años. Entonces el Sol crecerá en tamaño hasta convertirse en una gigante roja, destruirá los planetas interiores, expulsará sus capas externas que se convertirán en una nebulosa planetaria (nombre poco afortunado) y en el centro quedará una enana blanca que se apagará poco a poco.
Hasta ahora no se ha prestado atención a la búsqueda de planetas alrededor de las enanas blancas, probablemente debido a su turbulento pasado. E imaginar la presencia de vida en alguno de esos hipotéticos planetas es casi descabellado. Pero el destino del 97% de las estrellas de nuestra galaxia será el formar una enana blanca.
Este tipo de estrellas son pequeñas, de un tamaño similar o un poco mayor la de la Tierra, pero increíblemente densas. Sólo el principio de exclusión de Pauli les impide un colapso hacia una estrella de neutrones. En el interior se alcanzan los 100.000 K. La energía que emiten produce del calor residual que contienen, según se apagan poco a poco hasta convertirse en una enana negra (aunque nadie ha visto ninguna de éstas últimas).
Según Eric Agol, de la Universidad de Washington en Seattle, puede merecer la pena dirigir nuestros telescopios hacia las enanas blancas en busca de exoplanetas. Con una temperatura superficial de entre 3000 y 9000 K (comparables a los 5780 K de la superficie del Sol) pueden albergar una zona habitable a 0,005-0,02 unidades astronómicas durante un periodo de 3000 millones de años, tiempo suficiente para que pueda ocurrir algo interesante, como la aparición de vida. Además, este tipo de planetas podrían detectarse fácilmente por la técnica de transito.
Cerca del 5% de las estrellas de nuestras galaxias son enanas blancas, y hay unas 15.000 a menos de 300 años luz de distancia de nosotros. Si cada una de ellas tuviera uno de estos planetas, como la probabilidad de que haya un tránsito visible es del 1% (tránsito que duraría sólo unos minutos), detectaríamos un total de150 con un telescopio modesto usando esta técnica. De este modo, exoplanetas del tamaño de la Tierra o más pequeños se pondrían de manifiesto de manera evidente con telescopios corrientes de 1 metro de diámetro situados en tierra.

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Evolución de la zona habitable en función de la edad de la enana blanca. Fuente: Eric Agol.

Lo que es difícil de explicar es la supervivencia de un hipotético planeta previo a la fase de gigante roja a esa distancia. Además, antes de la fase de gigante roja la zona habitable estaría a 1 UA más o menos si se trata de una estrella como nuestro Sol.
La única posibilidad sería que un planeta formado a cierta distancia emigrase más tarde a muy corta distancia una vez la estrella hubiera pasado ya a la fase de enana blanca. Es decir, la probabilidad de algo así es extremadamente baja aunque no imposible. Además, una distancia tan escasa haría que el periodo de rotación y orbital se sincronizarán y el planeta enfrentara siempre la misma cara a la enana blanca.
Pero la visión de la enana blanca suspendida en el cielo de un hipotético planeta situado a la distancia adecuada sería, para sus habitantes, muy similar a la que tenemos nosotros de nuestro Sol, con un color y tamaño angular similares.
Según Agol el Large Synoptic Survey Telescope (LSST) podría delimitar la existencia de este tipo de planetas y elaborar una estadística sobre su existencia. En toda la galaxia podría haber miles de millones de posibles enanas blancas con planetas a su alrededor.
Seguro que merece la pena intentar estudiar estos cuerpos. Puede que no encontremos vida, pero sabremos más sobre el Universo en el que vivimos y quizás nos encontremos con alguna sorpresa. Al fin y al cabo, en este campo de la Astrofísica nos hemos topado con alguna de ellas, es de esperar que surjan más. Sólo hay que seguir buscando.

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Fuentes y referencias:
Artículo en ArXiv. [2]
Noticia en Physics World. [3]