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Miden la temperatura corporal de dinosaurios

Desarrollan un método para medir la temperatura corporal que tenían animales que vivieron hace millones de años a través del contenido isotópico de sus fósiles.

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Es una polémica que todos conocemos desde pequeñitos: ¿eran los dinosaurios animales de sangre caliente? Es decir, ¿tenían capacidad de termorregulación, de mantener de manera activa la temperatura de sus cuerpos? Esta polémica es casi tan vieja como los primeros fósiles de dinosaurios que el ser humano encontró y todavía no se ha solventado. Además, el término “dinosaurio” engloba muchas especies, al fin y al cabo estuvieron por aquí 160 millones de años reinando sobre la Tierra. No es lo mismo uno de los primeros dinosaurios que uno de los últimos dinosaurios emplumados.
Esto de la homeotermia es algo no baladí. De esta capacidad podría depender el grado de actividad de estos animales o su agilidad a la hora de cazar o escapar de los depredadores, por ejemplo. Los fósiles encontrados en las últimas décadas sugieren que algunos de ellos podrían requerir esta termorregulación.
El estudio que vamos a relatar ahora no despeja esta duda sobre los dinosaurios, pero nos dice la temperatura a la que estaban sus cuerpos. No deja de ser algo muy sorprendente el que podamos medir algo así.
Un equipo del Instituto tecnológico de California ha desarrollado un método para medir la temperatura corporal que tenían animales que vivieron hace millones de años a través del contenido isotópico de sus fósiles, en este caso en concreto de unos dinosaurios de sus dientes. El consenso era que no podía saberse la temperatura corporal de animales extintos.
Pero lo que parecía imposible lo han podido hacer y han descubierto, por ejemplo, que el Apatodaurio (conocido popularmente como brontosaurio) tenía una temperatura corporal similar a la de los modernos mamíferos.
Los investigadores analizaron 11 dientes fósiles encontrados en Tanzania, Wyoming y Oklahoma pertenecientes a Brachiosaurus brancai y Camarasaurus. Encontraron que el primero tenía una temperatura corporal de 38,2 grados centígrados y el segundo de 35,7, con un error de más o menos 2 grados. Estas temperaturas son más elevadas que la de los modernos cocodrilos y más bajas que la de las aves modernas.
Aunque esto pudiera parecer que es una prueba de que fueran de sangre caliente no es así. Estos animales podrían mantener esta temperatura gracias a la gran masa corporal que acumularía calor del ambiente. Mantendrían la temperatura por mera inercia térmica, no porque tuvieran mecanismos fisiológicos para lograrlo.
Aunque el resultado es compatible con la homeotermia, la temperatura medida es menor de lo que predicen los modelos. Según éstos si fueran de sangre caliente su temperatura estaría entre 40 y 45 grados centígrados. Aunque puede ser también que estos animales desarrollaran estrategias precisamente para refrigerarse, o quizás tuvieran un ritmo metabólico bajo para así reducir el calor interno o consiguieran disipar calor de alguna manera.
La técnica desarrollada por este grupo de investigadores se basa en las concentraciones de isótopos raros, en concreto del carbono 13 y oxígeno 18, en el bioapatito, que es un mineral que se forma en los dientes y huesos. La frecuencia con las que estos isótopos se unen entre sí depende de la temperatura, así que midiendo esta concentración se puede saber la temperatura a la que se formó el mineral. Como este mineral se formó dentro del cuerpo de estos animales tenemos así una medida de su temperatura corporal. Este sistema permite saber la temperatura de animales que vivieron hace 150 millones de años como en este caso. Al parecer esta técnica es muy robusta y fiable.
Se puede hilar más fino aún analizando la concentración de estos isótopos en la dentina y distintas partes del hueso y compararlas entre sí.
El próximo paso a dar por estos investigadores es aplicar esta técnica a otras muestras de dinosaurios y otras especies de vertebrados extintos, en especial a casos correspondientes a especies pequeñas o crías de animales grandes para comprobar así la hipótesis del efecto del tamaño en este asunto. Incluso podrán hacer esto mismo a lo largo de gran parte árbol filogenético animal y ver cómo y cuándo evolucionó la homeotermia.

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Fuentes y referencias:
Nota de prensa. [2]
Artículo original. [3]
Dibujo: Russell Hawley, Tate Geological Museum.