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Evolución musical darwiniana

La música puede existir sin que sea el producto de un acto creativo consciente, sino el resultado de una proceso darwiniano de selección generación tras generación.

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La evolución opera de una manera sencilla. Aquellos que tienen mayor éxito reproductor pasan sus genes a la siguiente generación en mayor proporción que los que tienen menor éxito reproductor. La presión de selección que determina ese éxito reproductor puede depender de muchos factores y debe haber una variación genética de algún tipo basada en mutaciones o reproducción sexual.
El éxito reproductor suele asociarse a la supervivencia, pero no siempre es así. Es verdad que alguien que se muera pronto tiene pocas posibilidades de pasar genes a la siguiente generación, pero si se ha reproducido mucho antes de desaparecer entonces no importa. Un caso de este tipo lo podemos ver en las estrellas rock muertas a temprana edad por conductas autodestructivas. Si han tenido muchos encuentros sexuales es probable que tengan más descendencia que los demás y que sus genes se perpetúen.
El hecho evolutivo es algo tan real como la gravedad, independientemente de lo perfecta que sean las teorías que describen ambos fenómenos. Nos lanzamos por un precipicio y al final nos matamos. Las bacterias evolucionan, se adaptan a nuestros antibióticos y nosotros morimos. No hay hecho más real que la muerte.
Incluso las “ideas” de los creacionistas evolucionan en el tiempo, adaptándose a la legislación y el signo de los tiempos.
Los mecanismos que permiten la evolución son tan efectivos que permiten a físicos e ingenieros encontrar soluciones a problemas a base de cambios sobre unos parámetros, selección de los mejores (eliminación de los peores) y reproducción de los que quedan. Es lo que se llaman “algoritmos genéticos”. Incluso se puede hacer que coexistan programas en un ecosistema computacional hasta conseguir que unos programas hagan precisamente lo que queremos sin necesidad de que nadie los haya programado.
Ahora, unos investigadores de Imperial College London han usado un sistema darwiniano de selección musical que hace evolucionar canciones (instrumentales) desde algo cercano al ruido hasta algo agradable al gusto de la mayoría de la población. La presión de selección en este caso la ejercen 7000 usuarios de una página web. Todo el proceso carece de compositor.
El programa produce cambios sobre las canciones en ciclos reproductivos y esos usuarios on-line deciden si les gustan o no. El resultado final de esta “evolución cultural” son canciones con acordes y ritmos sofisticados similares a los utilizados en las canciones modernas y del gusto de la población. Por tanto, la música puede existir sin que sea el producto de un acto creativo consciente.
Este estudio podría ayudar a explicar por qué la música popular tiende continuamente a evolucionar y por qué determinadas formas musicales pueden persistir miles de años.
El algoritmo empleado mantiene una población de 100 ciclos musicales de 8 segundos de duración cada uno, usa una escala tonal de 12 notas y un ritmo estándar. Los oyentes puntúan estas canciones en una escala de 5 puntos (desde “no la soporto” a “me encanta”). Entonces el algoritmo cruza las 10 mejor puntuadas, apareándolas entre sí como si fueran padres y madres, y crean 20 nuevas canciones. Los progenitores son eliminados en el proceso.
Luego se presentan las nuevas 20 canciones a los oyentes para que las puntúen y vuelta a empezar. Hasta el momento que se escribieron los resultados en el artículo publicado en PNAS se realizaron 2513 generaciones de este tipo.
Obviamente el proceso está condicionado por el gusto musical y preferencias de los oyentes.
Además, los investigadores hicieron, en un experimento aparte, que un grupo de control de oyentes puntuara distintas generaciones de canciones. Estos oyentes no sabían cómo se habían generado las canciones. La puntuación permitió clasificar de manera independiente las canciones de menos a más evolucionadas. Las canciones que más gustaban eran las que más habían evolucionado.
Se puede pensar que la música es una tradición que pasa de unos compositores a otros (…Bach, Beethoven, Brahms…) pero estos investigadores se preguntan si la fuerza que realmente hay detrás de la música pop es el gusto de los consumidores. Cada vez que alguien descarga una canción o compra un disco realiza un acto de presión de selección sobre el ecosistema musical. Esos actos, según los investigadores, constituirían millones de actos creativos. Al fin y al cabo, todo compositor compone de cara a la galería. Estos investigadores querían saber cómo evoluciona la cultura y si las preferencias de la audiencia son una fuerza que controla la evolución de las culturas, la música o las artes. Según ellos se ha infravalorado el poder de la galería para ejercer una presión de selección en la evolución cultural y sobrevalorado el papel del compositor.
En la web DarwinTunes [1] se pueden escuchar los resultados de este experimento. Aunque es mejor descargar las canciones y escucharlas en el reproductor habitual que oírlas en directo con el navegador. No hace falta decir que no son obras maestras y que sólo servirían como jingle o como tono de teléfono por su simplicidad, pero so interesantes.
El experimento continua. Así que veremos hasta dónde llega.

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Fuentes y referencias:
Nota de prensa.
Artículo original. [3]
DarwinTunes. [1]