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Más optimismo exoplanetario

El planeta de tipo terrestre en la zona habitable más cercano podría estar a sólo 7 años luz de distancia de nosotros.

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Hace unas pocas semanas nos hacíamos eco en NeoFronteras de un estudio teórico del Harvard-Smithsonian Center que mantenía que el planeta de tipo terrestre en la zona habitable más cercano estaría a sólo 13 años luz de distancia de nosotros.
Ahora, un nuevo estudio mantiene que esa situación se podría dar a solamente 7 años luz de distancia, que es casi nada desde el punto de vista astronómico, pero enorme para los humanos. De nuevo se trataría probablemente de un planeta que orbitaría alrededor de enanas rojas (estrellas tipo M), que son las estrellas más abundantes en nuestra galaxia.
Según este estudio, si se tienen en cuenta las 10 enanas rojas más cercanas, habría 4 planetas potenciales para encontrar vida. Según Ravi Kopparapu, de Penn State, el resultado es más bien conservador y podría haber aún más. Desde luego se trata de noticias muy optimistas.
Las enanas rojas son interesantes para la búsqueda de planetas similares a la Tierra porque son muy abundantes y, debido a su baja temperatura, los posibles planetas que estén en sus zonas habitables tienen que tener periodos cortos, por lo que son más fácilmente detectables. Sin embargo, precisamente debido a esto, muchos de ellos probablemente sincronicen su rotación y presenten siempre la misma cara a su estrella.
En el estudio previo del Harvard-Smithsonian Center se usó una definición de zona habitable calculada en 1993 por Jim Kasting y los datos obtenidos por la misión Kepler. Sin embargo, esto no refleja los avances obtenidos recientemente en el cálculo de zonas habitables que usan información sobre la presencia de agua y dióxido de carbono atmosféricos y que aumentan las posibilidades de que un planeta caiga en la zona habitable.
Si se usa este nuevo modelo, el número de posibles planetas habitables se triplicaría respecto a lo estimado anteriormente.
Hay que recalcar que se trata de otro estudio teórico y que aún no se han encontrado ninguno de estos posibles planetas habitable en nuestra vecindad astronómica.

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Comparativa entre la zon habitable tradicional y la optimista. Fuente: Penn State.

Pero ya se está preparando el terreno para cuando podamos detectar esos planetas cercanos a nosotros y a la distancia adecuada de sus estrellas. El que un planeta se encuentre en la zona habitable no garantiza que tenga vida y, por tanto, habrá que estudiar caso por caso para comprobar si efectivamente tiene o no vida.
Una de las maneras será la detección de biomarcadores en los espectros de las atmósferas de los candidatos a contener vida. Según lo que se espera, el telescopio europeo E-ELT podrá hacer precisamente eso. Además, la posible presencia de este tipo de planetas en las cercanías de nuestros sistema solar facilitaría la tarea.
La idea es ver algún tipo de desequilibrio químico que indique la presencia de vida. Por ejemplo, la presencia de oxígeno libre sería un indicador de ese tipo. Este gas es producido por la fotosíntesis y reacciona rápidamente con otros compuestos y elementos oxidándolos. Si hay oxígeno libre es porque se repone continuamente. Con la nueva generación de telescopios será posible comprobar este punto en unos diez años, aunque no será nada fácil.
Con el E-ELT, además de detectar oxígeno gaseoso, se podría detectar ozono, metano y vapor de agua con espectros de baja resolución. Esta técnica espectrográfica usa filtros para obtener espectros, pero cada filtro puede ser diseñado para dejar pasar sólo una gama estrecha de frecuencias y, por tanto, ser ajustados para la detección de esos compuestos interesantes.
El telescopio espacial James Webb (JWST) estará en el espacio en el plazo de unos cinco años. Tendrá menos abertura que el E-ELT, pero operará por encima de la turbulenta atmósfera terrestre. En todo caso podrá complementar el trabajo del E-ELT o del Telescopio gigante Magallanes.
La idea es usar varios de estos bioindicadores en todos estos instrumentos para así evitar falsos positivos. Ya sabemos que afirmaciones extraordinarias necesitan de pruebas extraordinarias.

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Fuentes y referencias:
Nota de prensa. [2]
Artículo en ArXiv. [3]
Noticia en Scientific American. [4]
Foto: ESO.