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La Tierra y su zona habitable

Según un estudio reciente la zona habitable del Sol empieza a 0,99 unidades astronómicas, por lo que estamos casi en el borde interior.

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Probablemente nosotros y la vida en este planeta son fruto de la casualidad. Si la órbita de la Tierra hubiera estado un poco más cerca del Sol la vida no hubiera surgido y esta maravillosa esfera azul sería un Venus más. La Tierra no está en el centro de la zona habitable del Sol, sino cerca del borde interior. Hasta ahora se creía que el borde interior de la zona habitable se encontraba a 0,95 unidades astronómicas.
Si Marte y Venus hubieran intercambiado sus posiciones el planeta rojo sería otro planeta azul. Pero todo es producto de un proceso histórico y la línea temporal es la que es. Pese a cierto optimismo mal informado, el único planeta con vida de nuestro sistema es la Tierra.
Que un planeta sea o no habitable, es decir, que pueda contener agua líquida, no depende solamente de sus parámetros orbitales y de la estrella alrededor de la que gira, sino que también depende de la característica del planeta. Si es demasiado grande o demasiado pequeño puede que no sea habitable, aunque esté en una buena ubicación. También depende de la composición de su atmósfera. Por tanto, este tema no es un asunto cerrado, sino que se sigue investigando sobre él.
Un grupo de científicos liderados por James Kasting de Penn State University sugieren que el borde interior de la zona habitable está a 0,99 unidades astronómicas y, por tanto, que la Tierra está muy cerca de ser calentada en exceso. Si se quedara fuera de la zona habitable empezaría un proceso mediante el cual el clima se transformaría en un “invernadero húmedo” que más tarde daría lugar a cambios más drásticos.
Según estos científicos la Tierra está cerca de verse en un escenario de “efecto invernadero húmedo” según el cual la estratosfera se vería saturada de agua y la Tierra se calentaría. Las moléculas de agua se disociarían y se perdería el hidrógeno en el espacio. Según el nivel de saturación, se podrían incluso perder los océanos completamente en varios miles de millones de años. Además el ozono sería destruido. Es decir, la Tierra sufriría un proceso similar al que padeció Venus con un resultado similar.
En la actualidad la humedad del aire superficial es del 77% y decrece un 10% por cada 10 km de altura, por lo que la situación dista de la completa saturación. Pero hay dos procesos mediante los cuales se puede incrementar esa humedad.
Una forma sería que la órbita terrestre se mueva un poco más cerca del Sol, algo del todo improbable. La otra sería que un aumento de temperatura producido por gases de efecto invernadero dé lugar a un “invernadero húmedo”. Ahora estos investigadores están calculando cuánto dióxido de carbono sería necesario para eso.
Aunque se cree que serían necesarios 340 K de temperatura media (por encima de los 288 K actuales) para alcanzar el escenario descrito, Kasting dice que en la pesimista situación en la que el dióxido de carbono aumente de 10 a 20 veces debido a las emisiones humanas, se podrían alcanzar las condiciones para el año 2300. Si las proyecciones del IPCC son correctas y la temperatura aumenta 4 K hacia el final de siglo, ya se verían las primeras señales del invernadero húmedo en esa época.
Una vez se alcancen esas condiciones de invernadero húmedo la única salida sería la de la geoingeniería para así revertir el proceso.
Sin embargo, en el pasado la Tierra estuvo más caliente y no sucedió ese escenario del invernadero húmedo. Así por ejemplo, durante el Cretácico la temperatura media era de 10 a 15 grados kelvin superior a la actual. El modelo empleado no es perfecto, pues, por ejemplo, no incorpora el efecto de retroalimentación negativa de las nubes. Esto podría explicar la paradoja.
Según el Sol consuma su combustible nuclear se irá haciendo más caliente, por lo que la zona habitable se desplazaría hacia el exterior. Si estos investigadores están en lo cierto la Tierra se quedaría fuera de la zona habitable y la vida en la Tierra ya no sería posible. Aunque no han realizado cálculos al respecto.
Nada es para siempre, ni la vida en la Tierra ni la propia Tierra, ni el mismo Sol ni el propio Universo. Es sólo una cuestión de tiempo que todo desaparezca. Pero, al menos, este tipo de estudios, correctos o no, nos pueden hacer reflexionar.

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Fuentes y referencias:
Noticia en Physics World. [2]
Artículo original. [3]
Foto: NASA.