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La ciudad como reactor de fusión estelar

Una ciudad es como una estrella que atrae gente y acelera las relaciones sociales y los resultados sociales de una manera análoga a como una estrella comprime materia y la fusiona para producir luz.

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Las ciudades han sido comparadas a colonias de insectos, como los hormigueros o colmenas y también a una red de ríos, pero estas y otras analogías fallan a la hora de capturar la esencia de cómo funcionan las ciudades.
Luis Bettencourt, del Instituto Santa Fe, sugiere que una ciudad es algo nuevo en la Naturaleza: una especie de reactor social que es parte estrella y en parte red.
“Es un tipo de sistema complejo enteramente nuevo que los humanos han creado”, dice. “Hemos inventado intuitivamente la mejor manera de crear redes sociales vastas embebidas en el espacio y el tiempo y las mantenemos en crecimiento y evolucionando sin parar. Cuando eso es posible una especie social puede mantener maneras de ser increíblemente productiva e inventiva”.
En su artículo, publicado en Science, Bettencourt deriva una serie de formulas matemáticas que describen cómo las propiedades en una ciudad varían en función de su tamaño y propone un marco cuantitativo unificado para entender cómo las ciudades crecen y funcionan.
Su marco teórico predice bastante bien docenas de relaciones estadísticas observadas en miles de ciudades reales en todo el mundo de las que hay disponibles datos fiables.
Bettencourt sostiene que, según las ciudades se expanden por todas partes, es necesario comprender más cuantitativamente cómo funcionan y que sólo a través de esta mejor comprensión seremos capaces de agarrar las oportunidades que las ciudades crean y tratar de evitar algunos de los inmensos problemas que presentan. Este marco es un paso hacia una mejor compresión de la funcionalidad de las ciudades en todas partes.
Lo que ha hecho posible esta nueva visión de las ciudades ha sido el aumento de oportunidades en años recientes para recolectar y compartir datos sobre muchos aspectos de la vida urbana. Con estos datos ha sido posible el estudio de las propiedades básicas de las ciudades en términos de patrones estadísticos generales, como variables en el uso del suelo, infraestructura urbana y tasas de actividad socioeconómicas.
Durante más de una década este investigador y miembros del Instituto Santa Fe usaron estos datos para crear los cimientos de una teoría cuantitativa de la ciudad. Para ello usaron, por ejemplo, el tamaño de la ciudad, el número de patentes producidas, la longitud total de carreteras o el número de interacciones sociales que sus habitantes disfrutan. Esto les permitió crear ecuaciones y modelos.
Bettencourt encuentra una metáfora basada en la Física de las estrellas para ilustrar el nuevo marco conceptual de las ciudades. Según él una ciudad es como una estrella que atrae gente y acelera las relaciones sociales y los resultados sociales de una manera análoga a como una estrella comprime materia y la fusiona para producir luz, cuanto más grande es una estrella más brillante es. Sin embargo, se trata sólo una analogía, porque las matemáticas implicadas son distintas.
Además las ciudades son redes sociales masivas que están hechas tanto de gente como de sus contactos e interacciones. Estas interacciones sociales suceden dentro de otras redes y permite a la gente, a las cosas y a la información encontrarse en el espacio urbano.
Al final las ciudades alcanzan algo muy especial según crecen. Las ciudades dan lugar a la creación de una red social más densa y grande que anima a la gente a aprender, especializarse y depender unos de otros de una manera más profunda y nueva, lo que aumenta la extensión y calidad de las infraestructuras. Realizan esto de tal modo que el nivel de esfuerzo que cada persona necesita hacer para interaccionar dentro es estas redes en crecimiento no necesita aumentar.
Cómo estas redes encajan unas con otras y las tensiones e intercambios entre ellas determinan frecuentemente cómo de productiva y próspera es una ciudad.
Este estudio tiene implicaciones prácticas sobre las políticas de planificación urbana. Para mantener este reactor de redes sociales trabajando de manera óptima los planificadores deben promover políticas que creen interacciones sociales positivas a bajo costo en términos de movilidad y uso de energía, por ejemplo.
En el artículo se muestra que los obstáculos a la socialización, como el crimen y la segregación, o lo que facilita la habilidad de conectar entre la gente, como el transporte y la electricidad forman parte de la misma ecuación.
En el artículo se nombran ciudades por debajo del nivel óptimo en términos de interacción social como Brownsville (Texas) o Riverside (California) y podrían verse beneficiadas de políticas que mejoren la conectividad.

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Fuentes y referencias:
Nota de prensa. [2]
Artículo original. [3]
Foto: NeoFronteras.