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Dióxido de carbono y desiertos

El exceso de dióxido de carbono está haciendo que, al menos de momento, haya más follaje en las zonas desérticas.

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Datos de satélites que muestran el cambio en el follaje en porcentaje entre 1982 y 2010. Fuente: CSIRO Australia.

Un estudio parece indicar que la presencia de una mayor cantidad de dióxido atmosférico está haciendo que algunas regiones áridas se hagan más verdes. Esto se debe a un proceso denominado fertilización CO2.
El cuello de botella que tienen las plantas para sobrevivir es el dióxido de carbono, sin él no pueden realizar la fotosíntesis. La fotosíntesis puede estar basada en sulfuro de hidrógeno en lugar de agua, pero en todos los casos se necesita CO2 para poder sintetizar azúcares. Sin carbono no hay moléculas orgánicas.
Cuando se empezó a hablar de cambio climático debido a las emisiones humanas de CO2 se empezó a estudiar las respuesta de las plantas a la presencia de una mayor cantidad de CO2 y se realizaron estudios con ambientes controlados. Los resultados fueron desiguales y en ningún momento parece que esta mayor cantidad de CO2 compense nada, ni siquiera para nuestros cultivos, entre otras cosas porque además una mayor cantidad de CO2 atmosférico viene acompañado de una mayor temperatura. Encima el CO2 acidifica el agua de los océanos, como ya sabemos.
Pero el paso del tiempo ya nos permite ver los primeros resultado a escala planetaria de este gran experimento absurdo en el que nos vemos todos embarcados, querámoslo o no.
Según CSIRO la fertilización de CO2 realizada durante los últimos 30 años en todo el planeta ha producido un incremento de un 11% en el follaje de las zonas áridas de Australia, Oriente Medio, África y Norteamérica.
La vegetación de esos lugares ya vive en unas condiciones áridas y están adaptadas a ellas, incluyendo la escasez de agua, por lo que son más sensibles a la fertilización de CO2. A otras plantas simplemente nos les compensa la fertilización de CO2 si viene acompañada de mayor temperatura y condiciones más secas.
Aunque se había especulado sobre este asunto sólo ahora se disponen de pruebas del hecho, pruebas que se han conseguido gracias a datos de satélite y modelos matemáticos. Los cambios en las hojas debidos a una mayor fotosíntesis pueden ser detectados por satélite, sobre todo en desiertos y sabanas en donde la cubierta vegetal es escasa.
Según los investigadores implicados, aunque parezcan buenas noticias no lo son tanto, porque entre los efectos secundarios está que esto puede influir en la disponibilidad del agua, en el ciclo del carbono, en el régimen de fuegos y en la biodiversidad.
De todos modos se necesitarán realizar más estudios para estimar el alcance del fenómeno.

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Fuentes y referencias:
Nota de prensa. [2]
Artículo original. [3]