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La mandíbula moderna tiene 419 millones de años

Hallan el fósil de un pez del Silúrico con una mandíbula moderna. Esto contradice lo que se pensaba hasta ahora sobre la evolución de este rasgo anatómico.

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Todos los vertebrados terrestres tenemos un pez interior, una estructura ósea que desciende directamente de los peces. Puede parecer increíble pero es así. Somos poco más menos que peces modificados para poder sobrevivir en tierra firme. Puede tratarse de un elefante, un dinosaurio, un colibrí o de un ser humano, pero todos ellos tienen una estructura que proviene del primer pez que se atrevió a explorar tierra firme.
Un rasgo común que tenemos todos es la mandíbula compleja, todos los vertebrados terrestres tenemos una. Pero la mandíbula no es universal, pues algunos peces actuales, como la lamprea carecen de ella. De hecho, los primeros peces no tenían mandíbula.
Fue sorprendente cómo rápidamente aparecieron los primeros peces a partir de Pikaia, el primer cordado cámbrico del que tenemos noticia, en un mundo dominado artrópodos sofisticados. Pasado un tiempo los peces llegaron a dominar los mares del mundo. Se trataba de los peces placodermos, que vivieron este planeta entre hace 430 y 360 millones de años.
Estos peces tenían el cuerpo cubierto por placas óseas, algo que ya no vemos en los mares modernos. Tenían otros rasgos más habituales, como una columna vertebral, un cráneo e incluso una mandíbula. Pero la mandíbula de estos peces era muy sencilla, estaba construida a partir de placas óseas y se parecía más a un pico que a una mandíbula moderna tal y como la conocemos hoy en día. Hasta ahora se creía que esos peces no tenían ninguna relación directa con nosotros debido, entre otras cosas, a este rasgo.
Los peces actuales caen dentro de dos categorías. Los peces óseos y los cartilaginosos. Una carpa, un bacalao o una trucha pertenecen al primer grupo y los tiburones o rayas al segundo. Ambos evolucionarían a partir de los placodermos. Se asumió que los placodermos perdieron sus placas óseas y evolucionaron hasta convertirse en “tiburones” y a partir de estos evolucionaron los peces óseos.
Según esto, el antepasado común de los vertebrados con mandíbula no tenía piezas óseas distintivas, sino que era similar a los tiburones, con un esqueleto cartilaginoso. Los peces óseos evolucionarían más tarde e, independientemente, desarrollarían los huesos faciales que dieron lugar a una mandíbula compleja y articulada. Fueron esos peces modernos los que más tarde dominaron los mares y finalmente conquistaron tierra firme, dando lugar a los vertebrados terrestres.
Pero en Paleontología todo puede cambiar a raíz de encontrar un nuevo fósil. Esto es precisamente lo que ha pasado con el hallazgo que publican Min Zhu y su equipo en Nature ahora. Se trata de un fósil de pez encontrado cerca de Qujing, en la provincia china de Yunnan. Se ha denominado Entelognathus primordialis a la nueva especie y su nombre viene a significar algo así como “la primera mandíbula completa”.

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El fósil, de 419 millones de años de edad, tiene 20 cm de longitud, está exquisitamente conservado y presenta toda su estructura tridimensional. Este pez silúrico es anterior a cualquier antepasado conocido de tiburón o pez óseo, pero presenta un juego óseo completo en su mandíbula, siendo esta, por tanto, moderna.
De cuello para abajo E. primordialis es claramente un placodermo, incluso su caja craneana es la de un placodermo, pero no su mandíbula, que es igual a la de los peces óseos.
Los autores del artículo sostienen que hay grandes posibilidades de que los peces óseos modernos tuvieran a E. primordialis como su antepasado y que los tiburones fueran menos primitivos de lo que nos habíamos imaginado y que habrían perdido sus huesos en el transcurso de su evolución. En realidad el hecho de que los tiburones tengan cartílagos y no huesos no es un rasgo primitivo, sino un signo de lo altamente evolucionados que están estos peces.
De todos modos, también podría haber ocurrido que E. primordialis hubiera desarrollado evolutivamente su mandíbula de manera similar, pero independiente, a como más tarde lo hicieron los peces modernos.
Pero si E. primordialis fuera nuestro antepasado entonces la cara sería lo primero que evolucionó en el esqueleto moderno y nuestra sonrisa, o la capacidad de masticar cómo lo hacemos procederían en última instancia de este pez.
En nuestra mandíbula estarían los vestigios más antiguos y únicos de los peces placodermos, vestigios que habrían sobrevivido hasta nuestros días desde los tiempos silúricos. Los últimos restos de la armadura de los placodermos formarían nuestra mandíbula. Así que cuando una mujer se fija en lo ancha que es la mandíbula de un hombre “macho alfa” para pasar o no una noche de sexo lo hace sobre un rasgo que tiene, al menos, 419 millones de años.
Esperemos que el amigo lector no se haya aburrido, pero si es así y ahora bosteza quizás sea gracias a E. primordialis.

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Fuentes y referencias:
Nota de prensa. [2]
Artículo original. [3]
Ilustración: Brian Choo
Foto: Nature.