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Detectan agua en otro sistema solar

La detección de agua en los escombros de una sistema solar moribundo apoya la idea de que las condiciones para la vida tal y como las conocemos se dan en otros puntos de la galaxia.

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Impresión artística de un cuerpo con hielo. Fuente: Mark A. Garlick, space-art.co.uk, University of Warwick, University of Cambridge.

Sólo conocemos un ejemplo de vida y es la que hay sobre la Tierra. Si tuviéramos más ejemplos quizás sabríamos mejor cómo puede surgir la vida o en qué consiste esta, pero no es así. Por eso, cuando buscamos vida por ahí afuera, buscamos análogos a la Tierra. Buscamos vida basada en el carbono con el agua como agente de disolución.
Es difícil pensar en una vida basada en la química que de modo natural dé con otra bioquímica a la basada en el carbono, pero ha habido algunas especulaciones al respecto. En cuanto al disolvente a usar, el agua presenta una ventaja y es que es una molécula polar que se mantiene líquida para una gran gama de temperaturas. El metano líquido de Titán no es polar y no puede disolver bien las moléculas orgánicas que conocemos. Puede disolver moléculas apolares, pero estas son mucho más aburridas y no formas gran complejos orgánicos en general. Hay otros compuestos que también podrían servir, como el amoniaco o disoluciones de él y agua. No parece un disolvente abundante en el Universo, pero es posible que esté presente en algún lugar. Si hay vida basada en amoniaco como disolvente permitiría que dicha vida fuera más fría que la que conocemos.
Es difícil imaginar otro disolvente mejor que el agua, sobre todo porque se supone que este compuesto es relativamente abundante en muchas nebulosas que dan lugar a sistemas solares. Pero es posible que no siempre sea así. En nebulosas con una mayor cantidad de carbono frente al silicio se podrían formar planetas en la zona habitable hechos de carbonatos y manto de diamante sin tectónica que no tuvieran agua.
No basta encontrar un planeta de tipo rocoso en la zona con la masa adecuada para decir que tiene condiciones para la vida. Es necesario que el agua esté presente y ni eso es garantía.
Ahora un grupo de astrofísicos ha conseguido pruebas de la existencia de cuerpos ricos en agua en otro sistema solar.
Este grupo de investigadores de las universidades de Warwick y Cambridge usaron el telescopio espacial Hubble y el Keck hawaiano para estudiar los escombros que están alrededor de la estrella enana blanca GD61 situada a 170 años luz de nosotros.
Una enana blanca es el residuo estelar que queda después de que una estrella de poca masa (como el Sol) haya agotado su combustible y se haya transformado en una gigante roja que destruya algunos de los posibles planetas a su alrededor. También se ha especulado con la posibilidad de que una enana blanca dé lugar a una segunda oportunidad para la aparición de vida en una nueva zona habitable, pues puede durar miles de millones de años en ese estadio estable.
La estrella GD 61 era un poco mayor que el Sol y entró en fase de fase de enana blanca hace unos 200 millones de años. Parte del sistema sobrevivió, pero los planetas menores y asteroides fueron expulsados de sus órbitas habituales y migraron a órbitas más cercanas en donde fueron destruidos por las fuerzas de marea.
Gracias al análisis espectrográfico estos científicos encontraron que los escombros analizados una vez pertenecieron a un cuerpo mayor cuya masa era en un 26% agua. Para comparar mencionemos que sólo un 0,023% de la Tierra es agua.
Aunque ya se había detectado la presencia de agua fuera del Sistema Solar, esta es la primera vez que dicha detección está asociada a cuerpos rocosos, lo que apoyaría la idea de la posible aparición de vida en otros lugares.
Se sabe que Ceres contiene agua enterrada en el subsuelo, así que es fácil establecer un paralelismo entre la relación Ceres-Tierra y una posible relación similar en el sistema GD 61.
Se cree que el agua detectada proviene de un planeta menor, de al menos 90 km de diámetro, pero potencialmente más grande, que contendría grandes cantidades de hielo en origen y que una vez orbitó la estrella original que dio lugar a la enana blanca actual. Luego sería destruido y dejaría sus escombros esparcidos por el sistema, lo que permite ahora la detección de agua.
El hallazgo consigue conectar a la vez los ingredientes agua y rocas, lo que aumenta las expectativas de la presencia de vida tal y como la conocemos en el Universo. Los asteroides, que son los bloques con los que se pueden construir planetas, si contienen agua, pueden facilitar la vida en planetas de tipo rocoso, sobre todo si estos están en la zona habitable. Se cree que la Tierra carecía de agua cuando se formó debido a su proximidad al Sol y que fueron precisamente los impactos de asteroides los que trajeron el agua a la Tierra y posibilitaron la vida.
Aunque el sistema GD 61 es simplemente una buena fuente de información y, de momento, no se han encontrado planetas de tamaño interesante por allí.
¿Quién sabe?, quizás haya planetas que ahora estén proporcionando una segunda oportunidad para la vida. Puede que en miles de millones de años esa vida dé lugar a seres inteligente que se planteen cómo se pueden dar procesos de gigante roja y posterior enana blanca que produzcan planetas habitables. Quizás se depriman al saber que eso es poco frecuente y no reparen en que hay otras posibilidades.

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Fuentes y referencias:
Nota de prensa. [2]
Artículo original. [3]