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Pobreza e inteligencia emocional

La pobreza que se sufre de pequeño afecta a la inteligencia emocional cuando el humano se hace adulto.

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Dos regiones del córtex prefontal (círculos naranjas) se activan durante la regulación de las emociones. Fuente: Universidad de Ilinois.

Si hay algo que realmente inquieta al ser humano es la medida de la inteligencia de los individuos dentro de los distintos grupos sociales. La inteligencia no solamente es la única característica que realmente nos diferencia del resto de los animales, pues siempre los hay más rápidos, más grandes o más altos o que vivan más, sino que la medida de este tipo de habilidad a veces se ha utilizado para justificar injusticias sociales o a regímenes racistas y/o totalitarios. Todo ello independientemente de cómo definamos inteligencia o cómo la mediamos, algo que siempre es discutible.
Se publicó a finales de agosto en Science un estudio [1] que relaciona la pobreza con la inteligencia. Un resultado que saltó rápidamente a los medios de comunicación por obvias razones. El estudio había sido realizado por Anandi Mani (Universidad de Warwick, Reino Unido) y venía a decir que la pobreza hacía que la gente pobre fuera menos inteligente. No es que la gente pobre fuera tonta, sino que la gente pobre se volvía tonta.
La pobreza en sí misma, e independientemente de alimentación y otros factores, consume recursos mentales del individuo y reduce sus capacidades cognitivas. Es decir, el pobre está tan inmerso en las preocupaciones económicas que padece que sus capacidades mentales sufren porque el cerebro siempre está ocupado o preocupado de sus problemas económicos.
Simplemente el cerebro tiene capacidades cognitivas limitadas y gran parte de ellas se gastan en la preocupación por ser pobre y las dificultades diarias que esto acarrea.
En este estudio se centraron en los efectos inmediatos sobre la inteligencia que la pobreza transitoria tiene en adultos, pero dejaron abierta la vía de explorar los efectos de la pobreza a largo plazo sobre los niños.
Para ese estudio se usó como definición de pobreza la distancia que hay entre las necesidades de un individuo y los recursos que dispone para satisfacerlos. La inteligencia se midió con los típicos test de inteligencia.
Pues bien, los primeros resultados sobre los efectos de la pobreza en niños ya se han publicado por parte de un grupo de investigadores de las universidades de Ilinois, Cornell, Denver y Michigan.
A la espera de los efectos sobre la inteligencia convencional, la pobreza que se sufre de pequeño afecta a lo que podríamos llamar “inteligencia emocional”. Como el tiempo transcurrido entre una y otra publicación es muy corto y son grupos de investigación distintos, es de suponer que debe ser esta la razón por la que no se ha medido la inteligencia en el segundo estudio, sino la “inteligencia emocional”.
Según el autor principal de este nuevo estudio, K. Luan Phan, los hallazgos encontrados sugieren que el estrés crónico inducido por la pobreza sobre los niños da lugar a problemas de regulación de emociones en la edad adulta.
Los investigadores encontraron que los sujetos que tuvieron familias con menos ingresos a la edad de 9 años exhiben en adultos una mayor actividad en la amígdala, un área conocida por su papel en la sensación del miedo y otras emociones “negativas”. Además mostraban menos actividad en el córtex prefrontal, una región del cerebro que regula las emociones negativas.
Se ha demostrado en el pasado que las disfunciones en estas dos regiones del cerebro están asociadas con desórdenes del estado de ánimo que incluyen depresión, impulsos agresivos, abuso de sustancias, etc.
Aunque se sabía que la pobreza tenía efectos negativos en la niñez, hasta ahora no se había demostrado que pudiera afectar la regulación de las emociones. La habilidad de regular las emociones negativas proporciona protección frente a las consecuencias para la salud, tanto psicológicas como físicas, que genera el estrés crónico.
Para el estudio se usaron datos obtenidos de 49 participantes, la mitad de ellos procedentes de familias con pocos recursos. La actividad cerebral fue medida con un sistema de resonancia magnética nuclear funcional mientras que los voluntarios realizaban tareas de supresión emocional al contemplar ciertas figuras.
Según Phan quizás lo más importante del estudio fue el encontrar que la cantidad de estrés crónico desde la infancia hasta la adolescencia (mala habitabilidad del hogar, ruidos, demasiada gente alrededor, violencia familiar, separaciones familiares, etc) determina la relación entre pobreza en la infancia y la función del córtex prefrontal durante la regulación de las emociones.
En resumen, la pobreza es una mala cosa y no suele tener aspectos positivos aunque los busquemos.
Sobre las implicaciones políticas o sociales de estos resultados que cada cual las interprete.

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Fuentes y referencias:
Nota de prensa. [3]
Artículo original. [4]