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Secuoyas de costa y clima pasado

Desarrollan un método isotópico sobre la madera de secuoyas de costa que permite estudiar el clima del pasado en la región.

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Una de las experiencias más místicas que un aficionado a la Botánica puede tener es pasear por un bosque de secuoyas de costa o “redwoods”.
Tome un avión hasta San Francisco (California) y conduzca un coche por la Highway 1 hasta los bosques de secoya de Humbolt Redwoods o Jedediah Smith Redwoods, sobre todo si no es verano y los turistas no abundan. Sólo el camino merece mucho la pena.
Allí se sentirá pequeño en ese bosque formado por los árboles más altos de la Tierra, en un mundo remoto y primordial en donde uno espera que en cualquier momento pueda aparecer un dinosaurio. No hay que confundir estos árboles (Sequoia sempervirens) con las secuoyas gigantes (Sequoiadendron giganteum), pues estas ya sólo forman pequeñas arboledas en las montañas de Sierra Nevada y viven alejadas del mar. Las secuoyas de costa, que hace millones de años se extendían por amplias zonas del planeta, ya sólo crecen en una pequeña franja a lo largo de la costa norteamericana del Pacífico. Es un árbol especial que requiere de mucha humedad ambiental, humedad que, en verano, es proporcionada por las nieblas que vienen del océano. Son, por tanto, sensibles a las condiciones marinas.
Como casi todos árboles no tropicales, estas coníferas presentan anillos de crecimiento cuyo grosor depende de las condiciones ambientales. Si el año es muy seco entonces el anillo correspondiente será estrecho y viceversa. Todo eso en teoría, pero esta técnica dendrocronológica particular no funciona bien en esta especie porque los anillos son desiguales, uno de ellos en particular puede ser muy ancho a un lado y estrecho al otro lado. Así que esto sólo vale para contar los incendios que hubo en el pasado y poco más.
En algunos de estos parques hay secciones de troncos de estos árboles en donde se señala el anillo correspondiente al descubrimiento de América, a una batalla famosa o a la caída del imperio romano. Uno de ellos aparece, por ejemplo, en la película Vértigo. Son unos árboles longevos, aunque no sean los más longevos de la Tierra, ni siquiera de esa región del globo. Pero sí lo son lo suficiente como para poder usar el estudio de sus anillos de crecimiento y así deducir cómo fue el clima en el pasado en esa región de América.
Jim Johnstone, de University of Washington, ha desarrollado un método nuevo para precisamente estudiar este recurso y deducir así el registro histórico del clima pasado. El método se basa en el análisis de las proporciones de isótopos de oxígeno y carbono en los distintos anillos. Esto permite saber el patrón de nieblas y lluvias sin tener en cuenta el grosor de los mismos. Según Johnstone es la primera vez que esto se ha conseguido con secuoyas de costa.
Este investigador dice que las secuoyas de costa permiten reconstruir mejor el clima marino que el clima de tierra firme.
Johnstone tomó muestras de secuoyas de costas y comparó los datos obtenido con los registros climáticos de los últimos 50 años, que son los más fiables tomados por el ser humano. Esto permitió calibrar el método y, por tanto, remontarse más en el tiempo, hasta en miles de años.
La mayoría del oxígeno de la atmósfera esta compuesto por el isótopo 16, pero también hay un poco del 18. Cuando el agua marina se evapora se forman nubes que son más ricas en oxígeno 18. Cuando llueve, y el agua es absorbida por los árboles, la madera se enriquece en este isótopo. La proporción entre un isótopo y otro en la madera de un anillo varía según el año haya sido más o menos seco. El método puede mejorarse si nos fijamos en las estaciones de crecimiento: entre abril y junio, o de agosto a octubre, que dejan marcas distintivas. Además se pueden analizar los isótopos de carbono de manera similar para medir la humedad del aire.
Esta combinación de dos indicadores determina muy bien si un verano ha sido muy neblinoso o si ha habido poca lluvia, nieblas y muchas lluvias, etc.
Un estudio de este mismo investigador liga la cantidad de nieblas en la región a la temperatura superficial del océano Pacífico en la zona, por lo que las secuoyas nos podrán decir cómo ha variado la temperatura del océano en los últimos pocos miles de años. Esto nos podrá decir, por ejemplo, cómo ha sido en el pasado la oscilación del Pacífico, oscilación que ahora se da con un periodo de 10 años.
Además, esta técnica puede ayuda a diferenciar los fenómenos climáticos naturales de las alternaciones introducidas en los mismos por el ser humano si se comparan periodos de tiempo largos.

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Fuentes y referencias:
Nota de prensa. [2]
Artículo original. [3]
Foto: Michael Schweppe / Flickr.