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La capacidad de evolucionar evoluciona

La capacidad de evolución de la bacteria que provoca la enfermedad de Lyme a su vez evoluciona.

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Cuando uno va de excursión por Norteamérica debe tener mucho cuidado de que no le pique una garrapata, pues le puede transmitir la enfermedad de Lyme. Esta enfermedad era antes escasa, pero se ha estado propagando entre la fauna salvaje y está muy extendida. La provoca una bacteria: Borrelia burgdorferi.
Esta bacteria, al igual que otras, tiene una gran capacidad de variación genética que le ayuda a evolucionar y a adaptarse rápidamente a los cambios ambientales.
Un estudio reciente sobre Borrelia burgdorferi muestra que la capacidad de evolucionar también evoluciona y que, por tanto, esta evolucionabilidad puede ser un blanco de la selección natural.
Según Dustin Brisson, de University of Pennsylvania y autor principal del trabajo, aunque había otros datos anteriores que sugerían que había selección sobre la evolucionabilidad, este es el primer ejemplo en donde no hay confusión.
B. burgfdorferi puede provocar una infección crónica incluso cuando el animal infectado tenga una respuesta inmunitaria fuerte. La bacteria consigue evadirlo cambiando la forma y expresión del antígeno de superficie VIsE (una proteína en su membrana). Su genoma contiene secuencias genéticas organizadas en “cassetes” que no se suelen expresar, pero que se recombinan con el gen que expresa el antígeno VIsE. Este mecanismo permite cambiar la proteína resultante y así evadir la respuesta del sistema inmunitario del animal.
Brisson y Brian Stevenson han mostrado que la variación en estos cassetes tiene que ver con la evolucionabilidad. Para ello estudiaron su evolución a lo largo del tiempo en 12 cepas de la bacteria. Encontraron que la selección natural parece favorecer bacterias con la mayor variabilidad en los cassetes y, por tanto, con una capacidad mayor de generar diferentes versiones del antígeno.
En principio, una mayor diversidad en los cassetes no debería proporcionar una ventaja selectiva si se considera que no son expresados y no hacen nada más, pero estos investigadores dicen haber encontrado pruebas de selección, así que la cuestión es qué otra cosa podría ser además de la evolucionabilidad.
Los investigadores analizaron muestras de B. burgdorferi que permanecían congeladas desde los noventa, cuando Stevenson habría realizado unos experimentos infectando ratones con esta bacteria. Encontraron que los cambios en las secuencias de los cassetes silenciosos eran más comunes que los cambios en otras partes del genoma.
Según Paul Rainey, del instituto Max Planck y no involucrado en el estudio, “tiene todo el sentido que los organismos deben estar predispuestos a enfrentarse a futuros ambientes, pero cuando piensas acerca de cómo esto puede darse, no es nada obvio.” Según él estos investigadores han mostrado claramente que la selección natural puede dar lugar a la evolución de tipos que tienen una gran capacidad de responder a futuros ambientes.

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Fuentes y referencias:
Notciica en Nature. [2]
Artículo original. [3]
Evolucionabilidad sin competición. [4]
Foto: Stem Jems/SPL.