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Biosfera y continentes

Según unas simulaciones si no hubiera aparecido la vida no habría continentes sobre la Tierra.

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Los continentes hace 600 millones de años. Fuente: Wikimedia Commons.

Hay muchas cosas que damos por sentado, por ejemplo nuestros conocimientos sobre los continentes. Parece que tenemos una buena teoría que explica como se mueven, subducen y son creados. De hecho incluso lo podemos ver y medir. La precisión de las medidas es tal que ahora sabemos que los continentes se mueven a la velocidad a la que crece una uña, más o menos. Pero el demonio está en los detalles.
Esto que parece tan fácil en la Tierra parece que no es posible en los planetas vecinos. Marte no tiene continentes y nunca los tuvo, aunque el valle Marineris es un atisbo de lo que pudo ser un embrión de tectónica. Se achaca al escaso tamaño de Marte el que no tenga tectónica. Al otro lado Venus tampoco parece que tenga una tectónica como la Tierra, pese a que su tamaño es muy similar. Aunque sí parece haber tenido volcanes. Algunas veces se achaca esta situación a la extrema temperatura superficial de Venus (que es suficiente como para fundir plomo) y que es debida a un extremo efecto invernadero. De este modo, la diferencia entre el interior y el exterior no es suficiente como para producir la convección del manto.
Sin duda es una pena que los azares cósmicos no intercambiaran las posiciones de ambos planetas, ya que entonces las cosas hubieran sido mucho más interesantes.
Todo esto viene a colación por la una nueva teoría, esta vez de las atrevidas, producto de unas simulaciones numéricas. Hay que tener cuidado con los modelos numéricos (también llamados computacionales), pero la idea es tan bonita que merece la pena recogerla por aquí.
Hay algunas cosas que sí sabemos seguro. Una es que la Tierra en un principio era un objeto muy caliente que no permitía la presencia de agua líquida en su superficie. En esa época ya se formarían continentes inestables. Otra es que la vida apareció al poco tiempo, una vez apareció agua líquida en la superficie terrestre.
Pues bien, según unas simulaciones si no hubiera aparecido la vida sobre nuestro planeta la tectónica hubiera sido muy distinta. Obviamente la presencia de vida ha determinado la historia geológica de nuestro mundo, pero no se había asumido que era hasta el extremo de facilitar la presencia continental.
Según sostienen Tilman Spohn y Dennis Höning, del Instituto de Investigación Planetaria de Berlín, es la primera vez que se tiene en cuenta la biosfera en el modelado de la evolución interior de la Tierra.
Estos dos investigadores han realizado simulaciones en las que se tenía en cuenta o no la presencia de vida.
En sus simulaciones consideraron el estado de la Tierra hace 4000 millones de años y simularon lo que pasaría en los siguientes miles de millones de años bajo dos escenarios: con y sin la presencia de vida. Los dos escenarios produjeron un resultado similar durante los primeros 2500 millones de años. Durante ese tiempo aparecen los primeros continentes sobre los océanos, pero a partir de ese punto la situación diverge.
En la situación con biosfera las bacterias y otras formas de vida colonizan tierra firme. La clave del asunto es la meteorización biológica de tierra firma, según la cual los organismos ayudan a la erosión de las rocas continentales y a la producción de residuos minerales que terminan, gracias a la lluvia, siendo sedimentados en el lecho marino hasta formar capas de bastantes metros de profundidad. Un ejemplo actual de esto pueden ser los líquenes que recubren las rocas o las bacterias que ayuda a la meteorización.
En esta situación los sedimentos crearon una capa de sedimentos que constituían el 40% en peso del agua oceánica. Estos sedimentos fueron siendo introducidos por la tectónica gracias a la subdución a 100 km de profundidad sobre el manto terrestre. Allí se calentaron y fueron liberando el agua que contenían. Esta hidratación favoreció el vulcanismo y la creación, por tanto, de corteza continental. En esta situación se alcanza un equilibrio según el cual se crea corteza continental al mismo ritmo que es destruida, de tal modo que el 40% de la superficie terrestre está cubierta por placas continentales.
Sin embargo, cuando se elimina la vida de la simulación la situación es distinta. En este escenario la vida no contribuye a la meteorización y se crean menos sedimentos marinos y hay menos agua en el manto, por lo que hay menos vulcanismos y menos creación de contienentes.
Como resultado la Tierra termina siendo un mundo acuático con pequeños y escasos continentes, si es que hay alguno, debido a que la corteza continental se forma mucho más lentamente. Incluso puede ser que no forme ningún continente y que sólo haya un océano global tachonado por unas pocas islas volcánicas. Una Tierra sin vida sería un mundo acuático irreconocible sin continentes.
El sistema no es lineal y, según estos resultados, hay un umbral en la sedimentación por encima del cual la formación de continentes es inevitable. Pero no se sabe cuánta biosfera es necesaria para alcanzar este punto.
La presencia de óxido de aluminio en el granito continental parece indicar que ya en épocas remotas había sedimentos que se introducían en las zonas de subdución. Óxidos que provendrían de la arcilla, que se genera principalmente por la meteorización biológica.
A otros expertos del campo les ha gustado el estudio, pero señalan que hay puntos que no se conocen bien como para validar totalmente el modelo. Así por ejemplo, no se sabe bien cómo son los procesos que dirigen la formación continental. Tampoco hay consenso en muchos otros aspectos, como cuándo aparece la vida, su contribución a la meteorización en esas épocas remotas, la contribución a dicha meteorización de procesos no biológicos (lluvia ácida generada en una atmósfera rica en dióxido de carbono) o cuánta cantidad de agua se almacena (o se almacena en la actualidad) en el manto.

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Fuentes y referencias:
New Scientist.
Artículo original. [2]