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Actualidad exoplanetaria

Se exponen varias noticias de actualidad sobre exoplanetas y su posible habitabilidad.

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Con el telescopio Kepler sin poder realizar ya su cometido original y a la espera del análisis de sus últimas medidas, la cantidad de datos reales acerca de los exoplanetas decae fuertemente. Hasta que no se terminen los grandes telescopios terrestres y se envíe el James Webb, el número de descubrimientos sobre este asunto va a ser menos frecuente que antes. Pero, mientras tanto, siempre se puede especular a partir de lo que ya se ha descubierto y que, de paso, traiga reminiscencia de las películas de ciencia ficción que tomos hemos visto.

Un asunto bonito que se ha propuesto recientemente es el de la posible existencia de mundos superhabitables. Los humanos somos tan egocéntricos que creemos que la Tierra es el mejor de los mundos posibles para albergar la vida, pero la realidad es que no es perfecta. La Tierra está muy cerca del borde interior de la zona habitable de tal modo que cuando el Sol se haga más brillante el agua desaparecerá y la vida dejará de existir en un mundo muy similar a Venus con un efecto invernadero desbocado.
Los últimos estudios garantizan 1000 millones de años más de habitabilidad para la Tierra (incluos más), pero eso será sólo un cuarto del tiempo en el que la Tierra habrá tenido vida, aunque representará el doble del periodo durante el cual ha tenido hasta ahora vida compleja. Pero el caso es que cuando el Sol se transforme en gigante roja ya no le quedará gran cosa que calcinar.
No obstante, hay estrellas naranjas que tienen una vida más larga que el Sol, tiene una infancia menos traumática que las enanas rojas y pueden albergar igualmente planetas que estén en su zona habitable.
Imaginemos que un planeta rocoso que esté bien situado en la zona habitable de una de estas estrellas. Un planeta de este tipo un poco más grande que la Tierra puede retener la atmósfera durante más tiempo. Además, puede mantener igualmente una tectónica prolongada que permita la autorregulación climática y que recicle agua y nutrientes durante más tiempo. También tendrían un campo magnético que generaría una magnetosfera más fuerte frente al viento solar, lo que protegería mejor su atmósfera. Uno de esos mundos podría mantener la vida durante 10.000 millones de años o más.
René Heller, McMaster University, y sus colaboradores especulan sobre cómo podría ser este supuesto mundo. El mayor tamaño y, por tanto, mayor masa hará que este mundo tenga una gravedad un cuarto más intensa que la terrestre.
Esta alta gravedad haría que este mundo fuese más plano, con montañas y continentes que no sean muy altos. Habrá más superficie ocupada por mares someros y el aspecto sería el de un mundo ocupado por muchos archipiélagos, como la Indonesia terrestre. Los animales terrestres en ese mundo no podrán ser muy ágiles o grandes debido a estas condiciones y las plantas serían más bajitas que las terrestres, pero, a la vez, la mayor gravedad producirá una atmósfera más densa que permita el vuelo de animales más pesados. Por otro lado, los mares someros serán, como en la Tierra, un gran crisol para la vida y, posiblemente, para el origen de la vida misma. Los organismos situados en distintas islas tendrían historias evolutivas diferentes, lo que producirían gran diversidad. La vida en ese mundo tendría además la posibilidad de evolucionar durante 10.000 millones de años, así que no podemos ni imaginar qué tipos de criaturas podrían surgir en un mundo así. Quizás incluso daría tiempo de sobra para la evolución de seres inteligentes tecnológicamente avanzados.
Se ha propuesto que uno de estos mundos orbita la estrella Alpha Centaruri B, que está a poco más de 4 años luz de nosotros, exoplaneta que se denominó Alpha Centaruri Bb.
Esta estrella tiene 6000 millones de años de edad, por lo que nos lleva cierta ventaja al Sol. Sin embargo, no se ha recibido señales SETI de esa parte del cielo.
La existencia de Alpha Centaruri Bb se sugirió a partir de medidas de velocidad radial tomadas por Doppler por parte de Xavier Dumusque (Observatorio de Ginebra). Pero al no ser un planeta masivo, la señal observada es muy débil y no es fácil confirmar su existencia entre todo el ruido que hay que filtrar.
Artie Hatzes ( Universidad Friedrich Schiller) investigó estos datos más tarde y duda de que el planeta exista. Al filtrar los datos de otra manera el planeta simplemente desaparece. Habrá que esperar a que se tomen más medidas y confirmar así su existencia o rechazarla.
Pero el sistema Alpha Centauri está tan cerca que cuando se tengan telescopios lo suficientemente potentes se podrá resolver la imagen de los posibles planetas que orbiten sus estrellas, si es que estos existen.

Pero si el sistema triple Alpha Centauri nos trae recuerdos de la película Avatar, el siguiente caso nos recuerda al Tatooine de Star Wars. Kepler-34(AB)b es un planeta que orbita alrededor de dos estrellas, es un planeta circumbinario.
Pero esto que es algo fácil de imaginar para un guionista de cine, no es fácil de explicar para la ciencia. Los planetas son residuos de la formación de estrellas. Alrededor de cada estrella se forma un disco protoplanetario a partir del cual se agregan los planetas. Después de que se formen siempre quedan escombros. En nuestro sistema planetario está el cinturón de asteroides, el de Kuiper y la nube de Oort. La formación de un planeta que orbite alrededor de dos estrellas tiene una difícil explicación bajo este modelo y, además, asumiendo que exista, se enfrentaría a múltiples colisiones durante su existencia. Colisiones que podrían impedir incluso su formación.
Zoe Leinhardt y sus colaboradores de la Universalidad de Bristol han creado un modelo computacional que recrea los primeros estadios de formación de planetas alrededor de un sistema binario. Llegan a la conclusión de que este tipo de planetas se forman lejos del centro de masas de las estrellas y luego emigran más hacia el interior.
Según ellos Kepler 34(AB)b no podría haberse formando en su actual ubicación, sino que posiblemente emigró significativamente desde otra posición más exterior. Pero el caso de Kepler-47 (AB)c no sería así al estar lo suficientemente lejos.

La cuestión está en si algún día lograremos resolver este asunto de la vida en otros planetas, o si algunos lo llegaremos a ver. Un informe de más de cien páginas la NASA explora estas cuestiones entre otras para los próximos treinta años. En algunos aspectos es más una declaración de intenciones que la exposición de planes ya bien financiados.
Se planea lanzar el James Webb para 2018 y para la década de los veinte se espera hacer lo mismo con el Large UV Optical IR (LUVOIR). Se espera que con ellos se estudiaran atmósferas planetarias.
Además, con la misión WFIRST-AFTA se estudiarán en la próxima década cuerpos flotantes, tales como planetas errantes.
Más allá de esas fechas se espera construir la misión ExoEarth Mapper que combinaría varios telescopios espaciales para así resolver imágenes de exotierras. Por primera vez veríamos mares y continentes de mundos de otros sistemas planetarios y posiblemente señales de vida si es que esta existe y es abundante por ahí afuera.
Los desafíos tecnológicos son importantes, pues habrá que diseñar ópticas grandes, ligeras y muy perfectas. Además se necesitarán sistemas de guiado y de orientación extremadamente precisos.
Pero, lo más seguro, es que el mayor desafío sea el económico. No se desea que las posibles misiones, como por ejemplo la James Webb, se escapen del presupuesto y acumulen retrasos.
Pero, desde la humilde opinión de este sitio web, no hay dinero mejor gastando que el que nos permite comprender el Universo y el mundo en el que vivimos. Saber sobre la vida en otros lugares nos hará apreciar la que tenemos alrededor y que destruimos sin descanso para obtener bienes superfluos.
La mejor de las empresas siempre supera a los individuos o las sociedades de un momento dado, son apuestas sobre algo que nos trasciende.

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Fuentes y referencias:
Artículo original I. [2]
Artículo original II. [3]
Nota de prensa. [4]
Artículo original I III. [5]
Informe sobre la NASA. [6]
Ilustración: ESO/M. Kornmesser.