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A una mujer le crece una “nariz” en la espalda

A una mujer, que fue tratada con células madre procedentes de su nariz para intentar curar su parálisis, le crecen tejidos nasales en la zona de tratamiento.

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Las células madre son totipotentes, es decir, al no estar especializadas pueden generar cualquier célula del cuerpo. Debido a esta razón se han depositado muchas esperanzas en poder usar este tipo de células en terapias regenerativas. Pueden proceder de fetos o cordones umbilicales, pero también de ciertas regiones del humano adulto en las que todavía se conservan. El grado de especialización de estas células puede variar de un caso a otro.
Uno de los problemas que tenemos los vertebrados es la fragilidad de nuestra columna vertebral. A lo largo de ella están los nervios que envían instrucciones a los miembros del cuerpo y por ellos se reciben las sensaciones que proceden de los mismos. Los accidentes de tráfico o laborares pueden quebrar la columna vertebral y esa autopista de información puede interrumpirse para siempre. Como consecuencia se produce una paraplejia. Algunas de las neuronas de esa región son muy largas, por lo que restaurar la comunicación interrumpida es muy complicado aunque se cuente con células madre que generen neuronas en la zona de rotura, pues estas deberían de crecer a lo largo de una gran proporción de la columna.
Aún así se han hecho ensayos clínicos con células para conseguir esta meta. Hace ocho años una mujer de EEUU se sometió a una de estas terapias en el hospital Egas Moniz de Lisboa. Se tomó células madre de su nariz y se inyectaron en la zona dañada con la esperanza de recuperar la movilidad. La idea era que estas células generaran neuronas que repararan el nervio dañado. El tratamiento no funcionó.
El año pasado la mujer se quejaba de dolores de espalda y se tuvo que someter a una operación para retirarle un supuesto tumor que se encontraba precisamente en la zona intervenida.
Resultó que dicho tumor, de 3 cm de tamaño, era en realidad una “protonariz” que le había crecido en la espalda. Esos tejidos nasales generaban además mucosidad que se acumulaba y presionaba las zonas aledañas, lo que era probablemente la causa del dolor. Además, la “protonariz” presentaba tejido óseo y nervioso que no estaba conectado al nervio de la columna vertebral. Se estima que la incidencia de algo así en este tipo de terapias es menor del 1%.
El problema pudo ser el haber usado un trasplante directo de células madre sin haber pasado por la fase intermedia de cultivo en la que se diferencian los distintos tejidos y sólo se transplantan las células nerviosas.
Este mismo hospital informó en 2010 de que sobre las 20 personas con parálisis intervenidas con esta terapia 11 de ellas experimentaron recuperación de las sensaciones y de la movilidad. Una de ellas empeoró y otra contrajo meningitis.
La lección es que este tipo de técnica, incluso aplicada por hospitales de primera línea, puede tener consecuencias impredecibles. Constituye un jarro de agua fría para este tipo de terapias.
Hay diversos riesgos en este tipo de tratamientos. Además del riesgo aquí descrito, también se pueden producir casos de cáncer.
Hay diversos proyectos a lo largo del mundo que involucran el uso de células madre para regenerar la córnea, tratar la ceguera, los infartos o el Parkinson. Esperemos que con el tiempo se consiga eliminar todos los inconvenientes.

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Fuentes y referencias:
Artículo original. [2]
Ilustración: UMAS Medical School.