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Sinestesia por entrenamiento

Con un sistema de entrenamiento se puede conseguir que personas normales pasen los test de sinestesia que asocian colores a letras.

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Hay una condición neurológica muy curiosa denominada sinestesia. Aquellos que la padecen (o disfrutan) tienen sus sentidos cruzados. De hecho, sinestesia significa algo así como “sentidos unidos”. Las personas con sinestesia experimentan el mundo de modos extraordinarios y habitan una tierra extraña entre la realidad y la fantasía. Pueden saborear colores, ver sonidos, oír formas, palpar emociones…
Hay muchos tipos de sinestesia, el más común es la sinestesia color-gráfico por la cual se ven las letras o los números asociados a un color específico (no universal). Así, a algunos el color siete les parecerá azul y la palabra “envidia” naranja. Otros sinestésicos asocian sonidos a colores o imágenes, y hay otros para los que las palabras tienen sabor. La mayoría de los sinestésicos consideran que su condición es más un don que una enfermedad y no desean perderla.
Se estima que hay un sinesteta cada 23 personas. Antes los sinestetas eran considerados fantasiosos, exdrogadictos o muy imaginativos y no se les tomaba en serio, pero desde hace unos años se viene estudiando seriamente esta condición que quizás nos dé pistas sobre el origen de las más importantes capacidades mentales en todos nosotros.
Un nuevo estudio de Universidad de Sussex muestra por primera vez que es posible entrenar a personales “normales” para asociar colores a las letras del alfabeto al igual que les pasa a algunos sinestetas. Esto no sólo simula cómo los sinestetas experimentan el mundo, sino que, además, permite a las personas así entrenadas aumentar su éxito en los test de inteligencia.
El debate típico es si la sinestesia se debe a una condición genética, tal y como indica que esté presente en algunas familias, o es fruto de la influencia del ambiente, como, por ejemplo, el haber jugado de pequeños con los típicos dados de letras de colores, tal y como algunos sinestetas han informado. Aunque ambas posibilidades no son excluyentes.
El caso es que este grupo de investigadores diseñaron un programa de entrenamiento de nueve semanas para ver si 14 adultos sin sinestesia podían aprender esta capacidad.
En el entrenamiento se usaron libros con textos coloreados específicamente y se les dio sesiones de media hora diaria para enseñarles asociaciones entre 13 letras y colores en los que se usaba pruebas cada vez más difíciles.
Algunos participantes empezaron a sentir los efectos al cabo de sólo cinco semanas y empezaron a asociar colores y letras de manera habitual. Al final muchos de los voluntarios alcanzaron una fuerte asociación entre colores y letras que les permitió pasar los test de sinestesia y además experimentar ciertas sensaciones como, por ejemplo que la x sea aburrida y que la w signifique calma.
Todos ellos estaban excitados de tener esa experiencia extra. “Los colores inmediatamente aparecían en mi cabeza”, decía uno de los voluntarios que experimentaba los efectos más fuertes y añadió que, cuando miraba una letra, la palabra completa aparecía en el color específico según el entrenamiento recibido.
Pero lo más sorprendente fue describir que los participantes subieron 12 puntos en los test de cociente intelectual comparados con el grupo de control que no siguió el entrenamiento. Este supuesto aumento de inteligencia es atribuido como un beneficio colateral del entrenamiento intensivo por el que pasaron los voluntarios, en lugar de que fuera un efecto de la sinestesia.
Por tanto, se puede decir que hay nuevas maneras radicales de experimentar el mundo a las que se puede llegar por un simple y extenso entrenamiento perceptual. Pero hay que recalcar que no se ha conseguido entrenar no sinestetas para que tengan genuina sinestesia.
Al cabo de tres meses de haber terminado el entrenamiento, los investigadores volvieron a poner a prueba a los voluntarios que participaron en el experimento, pero ya habían perdido la facultad de ver colores cuando pensaban en letras.
Este experimento apoyaría la idea de que la sinestesia tiene un gran componente de desarrollo y que comenzaría en mucha gente durante su infancia. Los autores creen que la sinestesia se aprende y que niños con una predisposición genética pueden usar inconscientemente los colores como truco para realizar tareas complicadas como aprender un alfabeto.
Según los autores, esta mejora cognitiva, aunque provisional, puede llevar a herramientas cognitivas clínicas que permitan el tratamiento de grupos vulnerables, como los niños hiperactivos con déficit de atención o adultos que empiecen a sufrir demencia.

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Fuentes y referencias:
Artículo original [2]
Sinestesia en NeoFronteras. [3]
Ilustración: Wikipedia.