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Cáncer y mala suerte

Dos tercios de la prevalencia del cáncer podría deberse a la simple mala suerte y no a factores ambientales o hereditarios.

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Hace más de seiscientos millones de años que células individuales empezaron a cooperar para formar seres pluricelulares que eran más complejos que los precedentes. Para ello algunas de las células debieron se sacrificar su individualidad y delegar en unas pocas las labores de reproducción. Esto es algo que la teoría darwiniana a secas le cuesta explicar, pero se puede entender si consideramos que el único espacio que quedaba en los ecosistemas era hacia una mayor complejidad.
Con el tiempo este proceso de ir rellenando los huecos de mayor complejidad dio lugar a la consciencia y la inteligencia.
Pero este supuesto equilibrio que mantienen las células es a costa de dos altos precios. Por un lado está la mortalidad, pues, a no ser que se dé un accidente, la depredación o que esté presente un producto químico agresivo, un ser unicelular es virtualmente inmortal y se reproduce dividiéndose hasta el infinito. Por oro lado los seres multicelulares siempre mueren (con permiso de Turritopsis nutricula) y desaparecen, dejando cierta descendencia tras de sí.
El segundo precio a pagar es el desarrollo de cáncer. Todas las especies pluricelulares padecen cáncer que, si no se trata, desemboca en la muerte del individuo. Unas especies son más susceptibles que otras a esta enfermedad.
De algún modo, algunas células recuerdan los tiempos arcaicos en los que eran libres y dejan de cooperar con el resto y se dividen sin parar. De hecho, algunas células cancerosas son virtualmente inmortales.
En edad reproductiva es más difícil que un individuo padezca cáncer porque la selección darwiniana lo elimina. Pero una vez se es lo suficientemente adulto y uno supuestamente ya se ha reproducido, no hay manera de que la selección vaya eliminando la incidencia del cáncer. Además, para la evolución los cuerpos de los individuos son desechables una vez nos hemos reproducido.
Si la gente en los países avanzados sigue reproduciéndose tan tarde y se esperan unos millones de años posiblemente los casos de cáncer fueran desplazándose a una mayor edad.
El problema es qué es lo que hacemos mientras tanto. Quizás el primer paso sea saber cómo se produce el cáncer.
Se sabe que hay factores que favorecen la aparición de cáncer. Ciertos factores ambientales como la contaminación, las radiaciones ionizantes y ciertos productos químicos producen cáncer. Algunas veces el factor es evitable, como en el caso del tabaco. Si no se fuma se tienen muchas menos posibilidades de padecer ciertos casos de cáncer.
También está la predisposición genética, que puede favorecer la aparición de ciertos tipos de cáncer.
Pero, aunque se eviten todos los factores de riesgo y no se tenga una predisposición genética, también se puede padecer cáncer. Simplemente se puede dar una mutación al azar o secuencias de mutaciones que provoques un cáncer.
Las células de los distintos tipos de tejidos de un cuerpo se van dividiendo para reparar los tejidos de los que forman parte y en esas divisiones se dan algunas mutaciones (errores en la copia del ADN) que se van acumulando en el tiempo y esto puede dar lugar a alguna configuración genética que puede provocar un cáncer. Simplemente son casos de mala suerte.
Todos los cánceres son causados por una combinación de mal suerte, efectos ambientales y herencia.
La pregunta que nos podemos hacer es qué porcentaje corresponde a cada caso. Un grupo de investigadores del Johns Hopkins Kimmel Cancer Center ha tratado de responder a esta pregunta. Estos investigadores han creado un modelo estadístico para poder medir la incidencia del cáncer en diversos tipos de tejidos provocados por mutaciones al azar no inducidas. Casi dos tercios (65%) de la incidencia del cáncer puede ser explicado por mutaciones al azar en el ADN según las células de los tejidos de dividen de manera normal.
“La existencia de personas longevas libres de cáncer expuestas a agentes provocadores de cáncer, como el tabaco, se atribuye a los buenos genes, pero la realidad es que simplemente han tenido buena suerte”, dice Bert Vogelstein. Este investigador advierte además que llevar malos estilos de vida añade a la mala suerte factores extras que ayudan al desarrollo del cáncer.
Cambiar nuestros hábitos puede reducir mucho la incidencia de ciertos tipos de cáncer, pero, según este estudio, puede tener poco impacto en otros tipos. Así que, según Cristian Tomasetti, hay que destinar más recursos a la investigación que permita detectar este último tipo de cánceres en sus fases iniciales, cuando son fácilmente tratables.
Para llegar a este resultado estos investigadores se han basado en la literatura científica existente sobre incidencia de cáncer en 31 tejidos humanos a lo largo de la vida humana y la estadística existente sobre la incidencia de los distintos casos de cáncer. Encontraron una correlación entre el número de divisiones que sufre una célula de cada tipo de tejido con la posibilidad de padecer cáncer.
Así por ejemplo, como las células de colon sufren un mayor número de divisiones, cuatro veces más que las células del resto de los intestinos, entonces la incidencia de cáncer de colon es mucho mayor que otros tipos de cáncer intestinal. Aunque se podría argumentar que el colon está más expuesto a factores ambientales, los experimentos en modelos animales dicen que precisamente es al revés.
Basándose en este resultado de la correlación entre tasa de división y cáncer, los investigadores han calculado la incidencia de los distintos tipos de cáncer, encontrado que 22 tipos pueden explicarse por la mala suerte. Otros 9 tipos pueden explicarse por una combinación de mala suerte, herencia y factores ambientales.
Sin embargo, tipos de cáncer como el de próstata y de mama se quedaron fuera de este estudio por falta de datos fiables en la literatura científica sobre tasas de división celular en esos tejidos.
Los tipos de cáncer con mayor incidencia son precisamente los que combinan a peor la mala suerte y los factores ambientales, como en el caso del cáncer de piel (exposición al sol) y de pulmón (tabaco). Así que este estudio dice que se puede añadir aún más riesgo de contraer cáncer si, por ejemplo, se fuma que si no se hace.
Los tipos de cáncer que se deben a la simple mala suerte no pueden ser evitados con hábitos de vida saludables, por lo que estos investigadores sugieren que lo ideal es la detección precoz.
Así que el cáncer no siempre se puede prevenir y en algunos casos simplemente se ha tenido mala suerte. Esto puede ayudar a algunos pacientes a sentir que no es culpa suya.

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Fuentes y referencias:
Artículo original [2]
Esquema: Elizabeth Cook.