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Éxito reproductor y violencia humana

Los miembros varones de la tribu Nyangatom que toman parte en incursiones violentas sobre otros grupos vecinos poseen más esposas e hijos en sus vidas, por lo que tienen un mayor éxito reproductor.

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La realidad es que la humanidad no ha disfrutado de largos periodos de paz desde que se tienen registros históricos. En un lado u otro del globo siempre hay algún conflicto bélico. Ahora mismo hay varios puntos del mapa en el que hay guerra.
Pese a nuestra compasión por los demás, nuestra capacidad de cooperar y nuestra necesidad de comunicarnos, al final podemos terminar involucrados en una guerra. Pero, ¿por qué es esto así?
Un estudio realizado por Richard Wrangham, Ruth Moore y Luke Glowacki, apunta a que los conflictos violentos pueden, en algunos casos, ofrecer una ventaja evolutiva bajo ciertas condiciones.
Estos investigadores han estudiado cada aspecto de una tribu africana nyangatom de ganaderos nómadas, tribus situadas al suroeste de Etiopía y sur de Sudán del Sur durante un año.
Estas tribus provocan conflictos en forma de violentas incursiones sobre otros grupos vecinos. Los miembros varones de estas tribus poseen más esposas y, por lo tanto, más oportunidades de pasar sus genes a la siguiente generación al tener más hijos, por lo que su comportamiento les confiere una ventaja competitiva bajo el punto de vista evolutivo al tener mayor éxito reproductor.
Recordemos que el aspecto fundamental de la evolución es el éxito reproductor, no la supervivencia del más fuerte. Así por ejemplo, una estrella del rock puede tener mayor éxito reproductor entre sus seguidoras que un tipo normal, aunque muera joven a causa del abuso de las drogas.
En este caso, los que forman parte de incursiones violentas y sobreviven a lo largo de los años tienen al final mayor número de mujeres y pueden tener mayor número de hijos. Este aumento del éxito reproductor del que disfrutan estos individuos es mediado por poderosas fuerzas culturales y no solamente biológicas. El mecanismo cultural es supervisado por los ancianos que controlan casi todos los aspectos de la sociedad.
Los individuos jóvenes que participan en incursiones violentas tienen derecho a capturar ganado, pero se lo tienen que entregar a los mayores. Sólo cuando envejecen consiguen acceso a ese ganado, por lo que hay un desfase entre la obtención de los beneficios de sus incursiones y la realización de las mismas.
Son los mayores los que usan el ganado para tener acceso a un mayor número de esposas y el tener un mayor número de cabezas de ganado facilita la obtención de mayor número de esposas, pues para poder conseguir una esposa el pretendiente tiene que pagar a la familia de la novia un determinado número de cabezas de ganado, independientemente de lo guapo o interesante que sea el pretendiente. Si no se tienen vacas uno simplemente no se puede casar.
Los hombres que participan en las incursiones tienen de 20 a 40 años de edad y están armados con rifles de asalto como los AK-47. Algunos de los participantes pueden ser heridos gravemente o muertos. Pero los que sobreviven obtienen al final un beneficio reproductor de su comportamiento violento.
Una manera de cooperar entre humanos es organizarse para participar en el ataque a otros grupos. Esta cooperación beneficia al grupo, aunque no necesariamente a todos los individuos. Al no haber instituciones que gobiernen en la zona, que es una de las más duras de la Tierra, tienen que cooperar entre sí, según Glowacki. La cooperación juega un papel fundamental en cada aspecto de la vida de los nyangatom.
Glowacki estudió el papel de 120 miembros varones de esta tribu, quiénes hacían los pozos, quiénes plantaban y quiénes participaban en los conflictos. Averiguó el número de niños que tenían cada uno, cuántos de estos sobrevivía y cuántos morían. Resultó que aquellos que participaban en las incursiones tenían más esposas e hijos a lo largo de sus vidas.
El hecho de que los beneficios de sus incursiones sean en diferido ayuda, según Glowacki, a mantener la violencia dentro de ciertos límites. En el caso de otras tribus de Kenia los participantes en incursiones obtienen un inmediato beneficio de su saqueo y sufren niveles de violencia mucho mayores. Para los nyangatom existe un mecanismo que media a la hora de recompensar a largo plazo a los guerreros. Aunque estos consiguen siempre un mayor estatus, ciertos privilegios y las mujeres cantan a su vuelta para celebrarlo, al final se van a casa a solas.

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Fuentes y referencias:
Artículo original [2]
Foto: Wikipedia.