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Descubren un antibiótico muy prometedor

Gracias a la posibilidad de cultivar microbios en el medio natural se ha podido descubrir un nuevo antibiótico: la teixobactina.

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Delegar completamente en la industria farmacéutica para que desarrolle los medicamentos que necesita la especie humana es un error. Estas compañía privadas reparten beneficios entre sus accionistas y ejecutivos y no invierten tanto en investigación como deberían.
El resultado es que desde hace ya tiempo no se han sacado al mercado productos efectivos contra las bacterias que se han hecho resistentes a los antibióticos, por lo que han muerto personas por culpa de las infecciones.
Las bacterias, con su rápida sucesión generacional y su capacidad de intercambiar ADN, han evolucionado en los últimos años para hacerse resistentes a los antibióticos. El derroche de estas sustancias, el uso inadecuado que se ha hecho de las mismas y su aplicación masiva al ganado como medida preventiva tienen gran parte de culpa también. Esta resistencia a los antibióticos está causando una crisis de salud a nivel mundial. Las superbacterias infectan a un millón de norteamericanos anualmente. Casi 500.000 casos de tuberculosis multirresistente a los antibióticos se dieron en 2013 en todo el mundo.
Pero, por otro lado, son la prueba palpable de que la evolución es real y que no se detiene, pese a lo que crea algún fundamentalista cristiano.
Por suerte, unos investigadores universitarios de Northeastern University (Boston) han encontrado ahora un nuevo antibiótico que promete solucionar temporal y parcialmente el problema. Podría ser de gran utilidad en el tratamiento de infecciones crónicas causadas por staphylococcus aureus (o MRSA) o para tratar la tuberculosis. Infecciones que ahora tienen un tratamiento complicado. El descubrimiento ha sido publicado en Nature y ocupado titulares en la prensa mundial.
Al parecer la nueva sustancia, a la que se ha llamado teixobactina, elimina algunos gérmenes patógenos sin que estos opongan resistencia alguna.
Muchos antibióticos tienen un origen biológico, empezando por la propia penicilina, pues son el resultado de una guerra evolutiva entre los distintos micoorganismos que hay en la Naturaleza. Pero descubrir estas sustancias no es fácil. El principal problema es que no sabemos como cultivar en el laboratorios el 99% de todas las especies que hay en el ambiente*.
Kim Lewis y Slava Epstein se han pasado años investigando cómo podían resolver este problema del cultivo y tratando de encontrar nuevas fuentes de antibióticos. Afortunadamente encontraron un nuevo sistema de cultivo en el medio natural para bacterias que no se podían cultivar en el laboratorio. Desarrollaron un biochip denominado iChip que puede aislar células individuales y ayudarlas a crecer en su propio medio.
Básicamente consiste en dos membranas de difusión que dejan pasar nutrientes, aire y agua, pero nada más. Hay dos láminas en cada iChip y entre ellas se coloca la muestra que se desea cultivar en lugar de depositarla sobre una placa de Petri. Luego simplemente dejan el iChip en el medio habitual del microorganismo a cultivar y esperan a que crezca la colonia.
Con este chip han conseguido aislar 50.000 cepas bacterianas y descubrir 25 nuevos antibióticos, siendo la teixobactina el último y más interesante de todos ellos. Fue descubierto en un estudio rutinario con este método bajo la cubierta de hierba de un campo en Maine y es producida por el microorganismo Eleftheria terrae.
Según los ensayos realizados no hay aún célula mutante de tuberculosis o de MSRA que sea resistente a la teixobactina. Parece que este compuesto ha evolucionado libre de resistencia hasta el momento. Esto desafía el dogma de que siempre debe de haber alguna bacteria que haya evolucionado para ser resistente a los antibióticos naturales. Además da esperanzas de que la resistencia a este antibiótico tarde en llegar o se dé muy lentamente. Posiblemente no haya un antibiótico irresistible, pero sí algunos que presenten una baja resistencia.
La teixobactina ataca a las bacterias uniéndose a los ácidos grasos de la membrana celular y a la bacteria le es difícil evolucionar para cambiar estos bloques tan fundamentales de su estructura. La mayoría de los antibióticos tienen como blancos las proteínas de la membrana y a la bacteria les es más fácil evolucionar para combatir ese punto débil, pues bastan unas pocas mutaciones que alteren la forma de la proteína para que el antibiótico ya no funcione.
Todavía no se ha ensayado en humanos esta sustancia, pero los ensayos en ratones de laboratorio son prometedores al no presentar toxicidad. Los investigadores esperan desarrollar esta sustancia hasta conseguir pronto un uso médico con ella.
Otro aspecto de este descubrimiento es que nos dice que quizás hay muchas otras sustancias en el medio natural que pueden ser útiles en este aspecto y que todavía están por descubrir. Con iChip estos investigadores pueden “cultivar” el 50% de todos los microorganismos, así que quizás descubran pronto otras sustancias.
Un punto débil de este antibiótico es que no ataca bacterias gram-negativas, pero puede que haya otras sustancias esperando a ser descubiertas que sí lo hagan.

*Recientemente se ha descubierto que gran parte de la culpa la han tenido los investigadores por autoclavar juntos el fosfato y el agar, lo que inhibe el crecimiento de las bacterias.

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Fuentes y referencias:
Artículo original [2]
Foto: Slava Epstein.