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El gigante cámbrico filtrador

Descubren fósiles de un anomalocárido cámbrico con una anatomía de transición.

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Los animales más grandes de la actualidad son las ballenas azules, mamíferos marinos que pueden llegar hasta a los 30 metros de longitud. De hecho, estos animales no podrían aguantar su propio peso en tierra firme y la ingravidez que les reporta estar en el agua es su aliada. Viven de filtrar el agua marina y de comer el plancton que obtienen así.
Hace más de 480 millones de años había seres análogos que eran los más grandes de la época y que también filtraban el agua, pero eran artrópodos en lugar de mamíferos. Medían hasta 2 metros de longitud, lo que para un artrópodo es mucho.
Fósiles de esta criatura se han descubierto recientemente y ahora se publican los resultados de su estudio. Proporcionan nuevas pruebas de la temprana evolución de los artrópodos. Se trata del Aegirocassis benmoulae, nombre en honor de su descubridor Mohamed Ben Moula. Los fósiles de este ser se descubrieron en el sureste de Marruecos.
El espécimen casi completo encontrado de mayor tamaño mide 1,3 m, pero debía medir 1,6 intacto. Basándose en los otros casi 50 fragmentos, se puede inferir un tamaño máximo de 2 metros. Muchos de estos fragmentos se han conservado en tres dimensiones en lugar de quedarse aplastados por los sedimentos, lo que ha permitido estudiar muy bien su anatomía externa.
Según Derek Briggs (Universidad de Yale) se trata de una criatura notable, pues, siendo un anomalocárido, exhibe características que no habían sido observadas en artrópodos anteriormente en los anomalocáridos. Así por ejemplo, tiene dos conjuntos de alerones natatorios laterales a lo largo del cuerpo, lo que representa un estadio evolutivo anterior a las dos ramas de miembros laterales de los modernos artrópodos, como, por ejemplo, los langostinos.

Los artrópodos aparecieron en la Tierra hace 530 millones de años y es de los grupos animales más ricos en especies y en morfología. Dentro de los artrópodos podemos encontrar a los escorpiones, las hormigas, las mariposas, las langostas, los escarabajos o los cangrejos de herradura.
Su éxito de debe en parte a la manera en la que sus cuerpos con construidos: sus cuerpos y extremidades están hechos de múltiples segmentos y están recubiertos por un exoesqueleto.
Las extremidades de los artrópodos modernos forman o bien dos ramas que son modificadas para realizare una función específica, como moverse, sentir el entorno, respirar, copular, etc. O bien estas extremidades han desaparecido por completo. Una de las cuestiones más interesantes es comprender cómo evolucionó está configuración.
Un grupo de artrópodos cámbricos extintos, los anomalocáridos, pueden ayudar a la hora de resolver el enigma. Según sus restos fósiles, tenían cuerpos segmentados, una par de apéndices para atrapar a las presas y una boca circular con placas dentadas. Estos seres tenían unas aletas natatorias laterales, pero sólo un par por segmento y habían perdido sus patas completamente.
Sin embargo, el descubrimiento de Aegirocassis benmoulae nos dice que este animal sí tenía dos conjuntos separados de aletas por segmento. Las aletas superiores eran equivalentes a la rama de miembros superiores de los modernos artrópodos, mientras que la inferior representa a patas modificadas adaptadas a la natación. Además, una revisión de otros casos ha mostrado que estas aletas también estaban presentes en otras especies. Así que esto muestra que los anomalocáridos representan un estadio anterior de fusión de las ramas superiores e inferiores en miembros de doble rama de los modernos artrópodos.
Los científicos involucrados en este estudio sugieren que una de las ramas de aletas de este ser de 11 segmentos estaría asociada también con funciones branquiales. A la largo de las generaciones una de las ramas evolucionó hacia la formación de patas y la otra en branquias. En algunos casos de artrópodos se perdieron las branquias porque el animal encontró evolutivamente otras maneras para respirar.
El descubrimiento parece fijar definitivamente que los anomalocáridos pertenecen al árbol filogenético de los artrópodos al aclararse los aspectos más problemáticos de su anatomía.
Otro aspecto interesante es el ecológico, pues mientras que otros anomalocáridos eran depredadores activos que usaban sus dos apéndices frontales para atrapar y llevar a la boca sus presas, Aegirocassis benmoulae tenía esos apéndices adaptados para la filtración, por lo que se alimentaba de plancton marino.
Tanto las grandes ballenas como los tiburones ballenas aparecieron en una época en la que hubo una gran radiación en el plancton marino, así que Aegirocassis benmoulae podría representar otro ejemplo de este tipo, pero mucho más anterior. Esta explotación de la base de la cadena trófica quizás tenga que ver con el gran tamaño relativo que alcanzaron todas estas criaturas.

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Fuentes y referencias:
Artículo original [2]
Ilustración: Marianne Collins, ArtofFact
Vídeo: Yale Peabody Museum of Natural History.