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Sin señales de civilizaciones de tipo III

Un estudio sobre 100.000 galaxias no ha encontrado señales de la presencia de civilizaciones alienígenas avanzadas de tipo III.

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Podemos intentar escapar de muchas cosas, excepto de la termodinámica, que es la parte más sensata de la Física. En el juego impuesto por la termodinámica no podemos ganar, pero tampoco empatar. Siempre perdemos.
Lo que perdemos siempre lo perdemos en forma de energía o calidad de la misma y, al final, sólo queda calor residual. De este modo, podemos usar energía de alta calidad en forma de gasolina en un motor de explosión interna para producir un trabajo (desplazarnos, arar la tierra, cosechar, etc). La energía consumida no desaparece, sino que se transforma en calor, siendo ahora una energía menos útil o de menor calidad que la anterior.
Pero cualquier objeto caliente emite radiación electromagnética según la ley del cuerpo negro, incluso si la temperatura no es tan alta como la de un hierro candente en una fragua. Un tubo de escape o una plancha de la ropa emiten radiación infrarroja. Cualquier circuito electrónico también se calienta y emite radiación infrarroja. Incluso cualquier sistema computacional se calienta al procesar información o borrarla.
Es decir, cualquier actividad humana tecnológica produce calor y esto produce una emisión en el infrarrojo. Conforme la civilización tecnológica humana avanza se produce una mayor emisión. Alguien se molestó en hacer un cálculo que mostraba que los océanos terrestres hervirán por culpa del calor residual tecnológico humano en un par de siglos si seguimos al mismo ritmo de crecimiento exponencial que ahora. Todo ello asumiendo que tenemos un acceso ilimitado a la energía, claro, y que no hay límites ecológicos y de recursos.
En 1960 no se pensaba demasiado en los límites ecológicos y el físico Freeman Dyson especuló sobre lo que pasaría cuando una civilización (quizás extraterrestre) va usando cada vez más recursos energéticos. Esta civilización irá consumiendo la energía de su planeta hasta que tenga que obtenerla de su estrella. Incluso puede tengan que desmantelar un planeta completo para crear una esfera alrededor de la estrella, para que así la energía no se escape, en lo que se ha llamado esfera Dyson. Una de estas esferas debía de emitir infrarrojos en la gama media de esa parte del espectro. Tres años más tarde Nikolai Kardashev amplió esta idea con la introducción del concepto de civilización de tipo I, tipo II y tipo III, cuando se usa la energía del plantea, de la estrella y de la galaxia respectivamente.
Una civilización avanzada de tipo II que use los recursos de su estrella puede ir colonizando su galaxia hasta transformarse en un imperio y alcanzar la fase III. Esto, bajo la perspectiva de un crecimiento exponencial, puede ser logrado en unos pocos millones de años sin necesidad de velocidades relativistas, algo pequeño comparado con los miles de millones de años de edad que tienen las galaxias. Así que, asumiendo todo esto, se puede pensar sobre la existencia de civilizaciones de tipo III que dejen su huella en la emisión infrarroja de su galaxia. Además, en realidad no importa cómo una civilización galáctica haga uso de su tecnología, pues al final siempre habrá un residuo en forma de calor que emita infrarrojo, con o sin esferas Dyson.
Por tanto, sólo hace falta buscar esa huella infrarroja para revelar la existencia de una civilización de este tipo, sin necesidad de que quieran comunicarse o no con nosotros.
Buscando esta huella en un número elevado de galaxia podemos saber si hay o no civilizaciones de este tipo en el Universo. Esto es precisamente lo que ha hecho un equipo de astrónomos dirigidos por Jason T. Wright (Penn State University) a partir de los datos tomados por el satélite WISE de la NASA.
Como para estos temas no es fácil encontrar financiación oficial de la NASA, NSF y similares, los investigadores implicados han tenido que recurrir a la Templeton Foundation, una organización privada que ha financiado en el pasado otros temas controvertidos.
En realidad, WISE no se diseñó para la búsqueda de civilizaciones de tipo III, sino para investigaciones tradicionales en Astrofísica. Pero WISE es un telescopio de infrarrojos de la gama media de esa parte del espectro, así que sus datos pueden ser usados para este propósito de búsqueda de civilizaciones avanzadas como resultado colateral.
Analizaron imágenes de unas 100.000 galaxias del catálogo de WISE (que consta de unas 100 millones de entradas) en busca de emisiones excesivas en el infrarrojo y no han encontrado tales señales de civilizaciones de tipo III. El análisis cuidadoso de los 50 casos de emisión excesiva revelo que estaba motivado por causas astrofísicas naturales. En anteriores estudios sólo se tenía una estadística de 100 galaxias.
Por tanto, o bien no surgen civilizaciones de tipo III o no emiten suficiente energía infrarroja como para que revelen su presencia.
La ventaja de este estudio es que ha revelado la aparente existencia de nuevos objetos por su emisión infrarroja, así que tiene una importancia en investigación básica. Entre otras cosas se ha descubierto una nebulosa brillante cerca de 48 Librae y un conjunto de objetos en una región del cielo que es completamente negra en el visible, objetos que posiblemente sean estrella muy jóvenes dentro de la nube molecular de gas y polvo en donde han nacido.
El resultado contrasta con la comparecencia en un congreso de hace unos días de Ellen Stofan (NASA), en la que predijo que los programas de la NASA revelarán la existencia de vida extraterrestre (no inteligente) en una década o dos, quizás en Marte, en Europa, en Encelado o a través de los biomarcadores espectrales de algún exoplaneta.
La aparente facilidad de lugares en los que puede aparecer la vida contrasta con la escasez de civilizaciones avanzadas. Los programas SETI no han dado frutos en todas las décadas que llevan funcionando y este nuevo estudio tampoco parece aportar esperanzas.
La realidad es que no tenemos ni idea de cómo puede ser la vida en otros lugares de la galaxia. Lo que pensamos sobre la vida en nuestra galaxia y otras galaxias no es más que una extrapolación del caso terrestre. Pensamos en la aparición de la vida microbiana, la vida compleja, la inteligencia, la civilización y los imperios. Puede que sea fácil la expansión de un imperio galáctico bajo nuestra humana perspectiva histórica, pero no tiene que ser así necesariamente.
Puede que la inteligencia dure poco en un Universo de impactos meteoríticos o explosiones de rayos gamma cercanas y que nosotros seamos los primeros. También puede ocurrir que las civilizaciones tecnológicas no sobreviven a una infancia bélica o de colapso ecológico. O puede que el viaje interestelar sea demasiado caro, lento, duro y aburrido como para llegar a una civilización de tipo III.
Aunque puedan llegar a otro planeta habitable, su ecosistema y ecología serán incompatibles con su constitución, pues evolucionaron en su lugar de origen bajo unas condiciones específicas. Incluso admitiendo el mismo uso de elementos de la tabla periódica para la vida y no se use arsénico en lugar de fósforo, por ejemplo, las proteínas y metabolismo serán distintos.
Además, una civilización lo suficientemente avanzada puede administrar bien sus recursos, evitar las amenazas cósmicas o bélicas y considerar las ideas imperiales un absurdo inmoral.
Quizás la civilización galáctica más longeva y feliz no es la que más recursos quiere o cree necesitar, sino la que mejor administra los que tiene y que eso pase por dejar el viaje interestelar y la construcción de un imperio galáctico a un lado. Una civilización así se integrará cada vez mejor con su medio, no desperdiciará recursos y crecerá muy lentamente si es que lo hace. Quizás una civilización lo suficientemente avanzada sea indistinguible de la Naturaleza, como dice Karl Schroeder, y no deje huelas infrarrojas en ningún sitio.
Dyson, que tiene ya 91 años, fue preguntado sobre este nuevo estudio, dice que el resultado no es sorprendente, pero que no debería ser desalentador. “Lo que imaginamos acerca de las maneras en la que los alienígenas pueden hacerse detectables a sí mismos son siempre como las historias de gatos negros en habitaciones oscuras. Si hay realmente alienígenas, posiblemente se comporten de maneras que no nunca imaginamos. El resultado de WISE muestra que los alienígenas no han seguido un camino en particular. Es bueno saber eso. Pero aún así deja una gran variedad de otros caminos abiertos. El fracaso de una suposición no significa que debamos dejar de buscar alienígenas”, añade.

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Fuentes y referencias:
Artículo original [2]
Foto: NASA/JPL-Caltech/WISE Team.