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La importancia climática de las sabanas

Las sabanas tienen una gran capacidad para fijar dióxido de carbono y actúan de buenos reguladores entre los años lluviosos y húmedos.

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Normalmente se considera a las selvas tropicales como los pulmones de la Tierra. Se considera, además, que secuestran vastas cantidades de dióxido de carbono, gas que no va a la atmósfera para producir efecto invernadero.
Pero cuando se quema y tala la selva ese dióxido de carbono termina en la atmósfera, por lo que contribuye al cambio climático.
Pero, según un nuevo estudio, esta función de la selva se ve casi eclipsada por la capacidad de secuestro de dióxido de carbono que tienen las sabanas, esas regiones semiáridas que están entre las selvas y los desiertos. Además, parece que las sabanas actúan de buenos reguladores entre los años lluviosos y húmedos. Este descubrimiento supone una importante alteración de las ideas que teníamos sobre las funciones planetarias.
El estudio, liderado por Anders Ahlström (Universidades de Lund y Stanford), muestra que los ecosistemas semiáridos como las sabanas juegan un importante papel como sumideros de dióxido de carbono y prestan un gran servicio como mitigadores del clima.
Añadamos que el estudio nos sirve para comprender mejor los procesos responsables de las tendencias y variabilidad del ciclo del carbono y proporciona una mejor visión sobre la futura evolución del secuestro de carbono en un mundo cada vez más cálido. Los ecosistemas naturales pueden jugar el papel de aceleradores o mitigadores del cambio climático inducido por el ser humano. Saber cómo funcionan es fundamental a la hora de poder predecir lo que pasará.
Las selvas tropicales tienen una alta productividad, lo que significa que pueden absorber una gran cantidad de dióxido de carbono, pero las selvas son lugares en donde no caben ya más plantas que realicen fotosíntesis y fijen este gas. Además, el clima de la selva es húmedo y no cambia mucho de un año a otro.
En las sabanas es diferente. La productividad aumenta al aumentar el número de árboles, pues hay espacio para más biomasa, lo que significa que se puede fijar más dióxido de carbono si las circunstancias lo permiten. Encima, las sabanas florecen cuando el año es más húmedo de lo normal, lo que produce una gran fluctuación en la fijación de dióxido de carbono entre años húmedos y secos.
Ha habido un aumento en la absorción de dióxido de carbono a lo largo de los últimos tiempo en la Tierra y los ecosistema de tierra firme son responsables de un tercio de carbono fijado de todo el que el ser humano ha emitido desde los años sesenta. Esta tendencia está dominada por las tierras semiáridas como las sabanas.
Este estudio señala que, además de tener que proteger la selva tropical, tenemos que administrar bien las tierras semiáridas si queremos reducir el cambio climático.
Estas regiones semiáridas serán cada vez más importantes en el futuro según el clima vaya variando y nos enfrentemos a cambios extremos en un mundo cada vez más cálido. Según uno de los autores del estudio, estas regiones aparecen ahora como unas fuerzas importantes que moldean la funcionalidad de nuestro planeta.
Todo esto es importante porque las sabanas y ecosistemas semiáridos han sido despreciados en las discusiones de política climática y más teniendo en cuenta que se encuentran enclavados dentro de países pobres.
Las sabanas vieron aparecer al ser humano. Muchas de nuestras características anatómicas y fisiológicas fueron moldeadas entonces, desde nuestra tendencia a engordar debido a la abundancia de alimentos actual, hasta nuestra gran capacidad para las carreras de fondo. Cuando estamos en uno de esos lugares alrededor de una hoguera de campamento es como volver al pasado. A la bellaza intrínseca de esos lugares se la añade ahora su importancia climática. Debemos de preservar esos lugares si queremos sobrevivir como especie.

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Fuentes y referencias:
Artículo original. [2]
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