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La presencia del ser humano es peor que la radiación para la Naturaleza

Un estudio demuestra que en los alrededores de Chernobyl las poblaciones de mamíferos son más populosas que en reservas naturales de regiones afines.

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En 1986 la central nuclear de Chernobyl explotó arrojando gran cantidad de sustancias radiactivas a la atmósfera. Gran parte de de Europa se vio amenazada por esta nube radiactiva que parecía llevarnos a un escenario de películas apocalíptica.
Pero alrededor de esta central vivía gente, con sus casas y trabajos, sus hijos iban a la escuela y jugaban. Todo cambió a partir de ese día. Al cabo de un tiempo 116.000 habitantes fueron evacuados, quizás demasiado tarde para lo que se debería de haber hecho. Otras 220.000 personas fueron reubicadas más en lugares. Ninguno de ellos volvió a su casa. Más de cuatro mil kilómetros cuadrados fueron declarados zona de exclusión debido a los altos niveles de radiactividad.
Una vez pasaron los primeros momentos “los liquidadores” empezaron cubrir los restos de la central con un sarcófago. Casi todos murieron al poco tiempo por culpa de las altas dosis de radiación recibidas.
Este accidente nuclear fue el peor que ha ocurrido desde que existe energía nuclear. Su gravedad se debió en gran parte a la ausencia de muro de contención en el diseño de ese tipo de centrales soviéticas.
La zona de exclusión sigue sin gente, excepto algún aventuro que guste de las experiencias fuertes y no tenga mucho miedo al cáncer. Algunos isótopos tienen vidas medias de miles de años, así que la situación no cambiará en mucho tiempo.
Hace unos pocos años un fotógrafo se internó en la zona de exclusión y pudo fotografiar la fauna salvaje, revelando una vida salvaje exultante. Es lo mismo que han venido comprobando los científicos de la región estos años. Ahora Jim Smith, un investigador de University of Portsmouth, ha analizado los datos recolectados por colegas de Bielorrusia, como Tatiana Deryabina, para evaluar si los informes de una vida salvaje exultante en esa zona son o no verdaderos. Es el mayor estudio realizado sobre el asunto desde el accidente.
Parece ser que los relatos sí eran correctos y que el efecto de la radiación es menor que la depredación que ejerce el ser humano.
En los alrededores de Chernobyl hay gran abundancia de ciervos, lobos, alces y otra fauna salvaje que antes no estaba o era mucho menos abundante.
Jim Smith no niega que haya efectos radiológicos, pero estos no afectan a la población animal como un todo. “Cualesquiera que sean los efectos de la radiación no son tan importantes como los efectos negativos de que hubiera gente en el lugar. Las cosas que hacemos cada día, como ocupar un área, la silvicultura, la caza y la agricultura dañan más el ambiente”.
Este análisis viene a decir que la naturaleza puede florecer en un lugar si la gente simplemente abandona la zona.
Esto tampoco significa, obviamente, que la radiactividad sea buena para la vida. La radiación afecta a los individuos y, en este caso, puede afectar a algunos animales que pueden morir por culpa de ella, pese a que las poblaciones de animales prosperen.
Por otra parte, Anders Møller (Universidad de París Sur) ha encontrado efectos fuertes de la radiación sobre algunos animales, como cerebros menores en pájaros. También encontró una correlación entre mayor radiación y menor cantidad de mamíferos.
Los datos usados para el estudio de Jim Smith se tomaron a lo largo de varios años e incluían las huellas dejadas en el suelo por la fauna salvajes en sus rutas de invierno a lo largo de cientos de kilómetros. Algunos de estos datos fueron tomados desde helicópteros.
Los investigadores entonces compararon la evolución temporal de la fauna con la de otras regiones habitadas de tamaño similar en Bielorrusia. Además usaron los datos históricos de los años ochenta y noventa sobre las medidas de cesio radiactivo (cesio-137) para así calcular el efecto de la radiación residual, que parece que ya es escaso.
Según los resultados obtenidos, el mayor impacto de la radiación sobre la fauna se produjo el primer año después de la explosión, principalmente a consecuencia del yodo-313 y del tecnecio-99, isótopos de vida corta altamente tóxicos que producían la muerte y abortos en animales. El 1987 estos niveles de radiación decayeron de tal modo que los efectos más graves desaparecieron.
Sin embargo, desde el accidente se estima que la dosis recibida por los animales en las áreas más peligrosas es de un miligray al día, una décima parte de la radiación que recibe un paciente al que le hagan un escáner abdominal.
Las cámaras diseminadas por el área por Mike Wood (University of Salford) cuentan que el oso ha vuelto a la región, así como el bisonte europeo. Sin embargo, quizás sea un poco pronto para estos animales grandes, ya que su ciclo de vida es largo y su reproducción lenta, por lo que les afecta más la radiación.
Pero otros mamíferos están proliferando, incluso mejor que en las consideradas reservas naturales de regiones similares. Así por ejemplo, la población de lobos es siete veces más grande alrededor de Chernobyl que en esas regiones afines supuestamente bien conservadas.
El área de exclusión de Chernobyl ya no se parece a un área de desastre, sino, más bien, a una estupenda reserva natural.
El estudio apoya la idea que tenían muchos científicos sobre que el impacto del ser humano es superior al impacto negativo de la radiación. Además, pone de manifiesto la importancia que tiene para la vida en este planeta que, al menos, ciertas regiones estén libres de gente.

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Fuentes y referencias:
Artículo original [2]
Foto: Sergey Gashchak.