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De medusa a parásito

Un parásito microscópico que ataca a los peces no es más que una medusa que ha degenerado evolutivamente hacia la simplicidad.

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La evolución no tiene ningún propósito o dirección. Ni siquiera significa que haya necesariamente un progreso.
Una especie incluso puede evolucionar hacia una forma en la que sus individuos sean cada vez más simples en lugar de cada vez más complejos. Hay muchos ejemplos de ello, pero el último en conocerse es absolutamente sorprendente.
Muchos de los ejemplos de seres que han evolucionado hacia la simplificación son parásitos, pues muchas de las funciones las puede ejercer su anfitrión y otras no las necesitan al estar protegido del exterior.
Myxozoa es un grupo diverso de parásitos microscópicos que infectan tanto a vertebrados como a invertebrados. Así por ejemplo, suele ser un parásito de las truchas y los salmones en sistemas de acuicultura. Los peces infectados terminan nadando en círculos debido a los problemas neurológicos que les causa el parásito. Por tanto, el estudio de este ser tiene una importancia comercial.
Pero estos parásitos son muy simples y no son más que un manojito de menos de 12 células que en conjunto sólo miden de 10 a 20 micras. Algunos biólogos incluso creyeron en el pasado que eran unicelulares y se les llego a considerar protistas.
Ahora, unos investigadores de la Universidad de Kansas han secuenciado el genoma de esta diminuta criatura y han descubierto que pertenece a los cnidarios, un filo que incluye a las medusas, corales, hidras y anémonas.
Cómo algo tan grande como una medusa puede degenerar hasta convertirse en algo así es realmente sorprendente. Es un caso notable de degeneración de un plan corporal animal hasta su reducción a unas pocas células.
De momento los investigadores no saben cómo se ha podido producir esta evolución, pero lo van a investigar.
La degeneración no se circunscribe solamente a la fisiología de la criatura, sino también a su genoma, lo que resulta lógico, ya que si no hacen falta ciertas partes corporales tampoco hacen falta los genes que las generan.
El caso es que su genoma está simplificado de forma radical y es de 20 a 40 veces menor que el genoma de las medusas. De hecho, es uno de los genomas más pequeños que se han encontrado hasta el momento con sólo 20 millones de pares de bases frente a los 300 millones de pares de bases en promedio que tienen los cnidarios.
Muchos de los genes con los que no cuenta son los relativos al desarrollo multicelular y a la diferenciación, así como los relativos a la comunicación entre células.
Sin embargo, los Myxozoa todavía retienen características esenciales de las medusas, como su nematocisto o ‘aguijón’, así como los genes que lo codifican. Los tentáculos de las anémonas están cubiertos de estas células urticantes, como todo nadador marino puede haber experimentado alguna vez.
Pero este ser no tiene ni boca, ni aparato digestivo ni nada similar. Es un manojo de unas pocas células con una pequeña estructura compleja que se parece a la célula urticante de los cnidarios. Esta estructura filamentosa denominada “cápsula polar” en los Myxozoans es relativamente compleja y le permite adherirse a su anfitrión.
Finalmente, estas ‘minimedusas’ nos pueden ayudar a entender lo que hace que un animal sea tal.
Los genes Hox que están presentes en todos los animales, por ser de vital importancia para el plan corporal, no están presentes en los Myxozoa. Pero estas criaturas son animales, aunque sean unos animales muy raros, por proceder evolutivamente de de las medusas. Pero los animales son definidos como seres macroscópicos multicelulares y los Myxozoa no lo son. Así que Myxozoa redefiniría lo que creemos que es un animal.
Stephen Jay Gould estaría encantado de conocer todo esto y seguro que le reservaría un espacio en alguno de sus libros.

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Fuentes y referencias:
Artículo original [2]
Fotos: A. Diamant y P. Cartwright