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Gliptodontos y armadillos

Demuestran, gracias al análisis de ADN mitocondrial, que los gliptodontos estaban emparentados con los armadillos.

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El pasado puede ser tan fascinante como la imaginación que le ponemos a la vida en hipotéticos exoplanetas habitados. La variedad de seres vivos que ha habido en la Tierra es inmensa. A veces son extraños y siempre singulares.

Por desgracia, el hombre de la calle pone todo en un mismo saco, tanto los dinosaurios, como los mamuts, como el primer pez que se arrastró hasta la costa de una Tierra primitiva.

Siempre añoraremos esos seres casi de fantasía que ya no están entre nosotros, como los dinosaurios. Aunque ya lleven, como estos, 65 millones de años extintos.

Sin embargo, algunos de los seres grandes y extraños vivieron hasta hace no tanto y nuestros antepasados humanos los conocieron, como en el caso de los mamuts. En tiempos históricos incluso existían aves gigantes (a las que dimos caza hasta su extinción). Los gliptodontos fueron también nuestros coetáneos, pero posiblemente no los llegamos a conocer.

Hasta hace unos pocos miles de años todavía había gliptodontos, perezosos gigantes y depredadores de tiendes de sable en lo que hoy es Sudamérica. Posiblemente empezaron extinguirse cuando se formó el istmo de Panamá.

El gliptodonto podía llegar a tener el tamaño y el peso de un Volkswagen escarabajo. Ya Darwin encontró fragmentos fósiles de este animal en su viaje alrededor del mundo. Pero no se sabía ni siquiera si era un mamífero.

Posteriormente este animal pudo reconstruirse. Tenía el cuerpo acorazado y alguna de sus especies poseía en su cola una maza al final. Siempre se creyó que estaría emparentado con los actuales armadillos, por ser el único animal conocido del continente con coraza y cierto parecido, pero se carecía de pruebas al respecto. Aunque hay muchas diferencias entre ellos. Así por ejemplo, los armadillos tienen una caparazón articulado y el del los gliptodontos era rígido y osificado.

Ha sido ahora cuando las técnicas genéticas han venido a nuestra ayuda para aclarar la cuestión. La ventaja de extinguirse hace unos pocos miles de años es que se tiene muchas posibilidades de que se haya conservado ADN. Recientes avances técnicos de cribado de ADN y reconstrucción computacional han permitido que restos encontrados en un caparazón fósil hayan posibilitado la secuenciación del ADN mitocondrial, con lo que se ha podido reconstruir el árbol filogenético correspondiente.

Se confirma que los gliptodontos están emparentados con los armadillos actuales. En realidad pertenecen a un linaje ya extinto que se originó hace 35 millones de años dentro de la radiación de especiación que también originó a los armadillos. Sería una subfamilia de los armadillos gigantes.

Los autores del estudio especulan que la peculiar estructura de su caparazón no articulado (a diferencia del articulado de los armadillos) podría haber evolucionado en respuesta a las limitaciones impuestas por el aumento de tamaño que experimentaron en el tiempo.

El proyecto de estos investigadores es relacionar a los gliptodontos con el grupo compuesto por los armadillos, osos hormigueros y perezosos. La secuenciación de genes del gliptodonto es un primer paso en esta meta.

Los gliptodontos estarían dentro del árbol filogenético de los armadillos formando la subfamilia de los Glyptodontinae dentro de la familia de los Chlamyphoridae, familia esta última en donde se encuentran el armadillo rosa y el armadillo gigante por ejemplo. Además, no divergieron antes de hace 35 millones de años según estos datos genéticos, algo que concuerda con el registro fósil.

Se calcula que el antepasado común de los gliptodontos y del armadillo actual pesaba solamente 6 kilos, lo que sugiere que el crecimiento en tamaño de los gliptodontos fue espectacular en términos evolutivos. Algo que también coincide con el registro fósil.

Según los fósiles encontrados, los gliptodontos evolucionaron a partir de animales de tamaño medio (de unos 80 kilos) para ser parte de la megafauna Sudamericana (llegaron a pesar 2 toneladas) en el Pleistoceno, hasta que desaparecieron al final de la última glaciación, hace sólo 10.000 años.

El equipo de investigadores desea continuar con su proyecto y ahora planea secuenciar genes del perezoso gigante, también ya extinto.

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Fuentes y referencias:
Artículo original. [2]
Ilustración: Peter Schouten.