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Exposición múltiple a los pesticidas en las colmenas

En las colmenas se van acumulando pesticidas de diverso tipo, algo que se correlaciona con su despoblamiento.

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Los humanos no somos seres de luz que podamos vivir fuera de Naturaleza, ni tampoco hemos sido elegidos por la divinidad para explotar o expoliar todos los recursos y seres de este mundo. O, al menos, no debería ser así.

No podemos vivir sin la existencia de los ecosistemas terrestres, con sus plantas y animales. Y si transformamos todos los continentes en campos de cultivos para una población en crecimiento exponencial el fin del ser humano está garantizado.

Que la administración de los recursos terrestres la estamos realizando rematadamente mal es algo que ya sabemos. Pero incluso hay señales que nos indican que empieza a ser muy grave.

Las luciérnagas, por mencionar una especie que es singular carismática, están desapareciendo de todo el mundo. Algunos sólo las hemos conocido cuando hemos viajado a selvas remotas. Pero no son los únicos insectos que desaparecen.

Desde hace unos años las colmenas se están despoblando de abejas, principalmente en los EEUU, pero también en otros sitios. De hecho, las poblaciones de abejas y abejorros se están reduciendo por todo el mundo. Esto es muy grave pues estos insectos son los responsables de gran parte del trabajo de polinización de las plantas, que incluye las plantas que producen nuestras verduras y frutas.

Parece el comienzo de una película distópica de ficción científica en la que unas señales anticipan un desastre inminente. En ella los personajes no se percatan de lo que se les viene encima hasta que ya es demasiado tarde.

Pero no se trata de ciencia ficción, sino de ciencia real y asentada que algunos pretenden negar. El caso del despoblamiento de las colmenas es un hecho que se viene dando desde hace una década que ha sido estudiado mucho recientemente.

Desde hace un tiempo en NeoFronteras hemos publicado diversos estudios que apuntan a las posibles causas de este problema. Generalmente, estos estudios señalan al uso de pesticidas como causa. Pero estos análisis se centraban generalmente en determinados tipos de pesticidas de forma específica. Esto facilita mejor el estudio desde el punto de vista científico que si el número de pesticidas a estudiar fuera mayor.

Ahora se publica otro estudio que se centra en el análisis sistemático del efecto que el uso de multitud de pesticidas de muchos tipos tiene sobre las colmenas de abejas. El resultado sugiere que la acumulación de los pesticidas en las colmenas se correlaciona con una alta tasa de muerte en las abejas que la habitan.

Dennis vanEngelsdorp (The University of Maryland) sus colaboradores han encontrado que los diferentes compuestos químicos de origen humano que se pueden encontrar en una colmena son un predictor del colapso de la colmena por despoblamiento. Esto sugiere que la adición de más compuestos, aunque sean en bajas dosis, sobrepasa la capacidad que puedan tener las abejas de desentoxicarse a sí mismas.

El estudio se realizó sobre 91 colmenas de tres diferentes apicultores comerciales de EEUU sobre la campaña agrícola completa. Estos apicultores cobran por la labor polinizadora de los campos de cultivos realizada por sus colmenas y transportan estas a lo largo de parte del país, obteniendo además los típicos productos elaborados por las abejas, como la miel.

En este caso las colmenas comenzaban su viaje en Florida y se movían (en camiones) hacia la costa este de los EEUU pasando un tiempo en cada localización elegida, tanto en localizaciones para polinizar como en otras por su alta rentabilidad a la hora de producir miel.

En cada parada los investigadores midieron varios parámetros, como el número de pesticidas encontrados y el total de pesticidas relevantes. Además calcularon una “cuota de peligrosidad” diseñada por otros científicos que integraba el peligro para la colmena de la acumulación de toxicidad.

Encontraron que en la cera de las colmenas y en el polen procesado se iban acumulando a lo largo de la temporada 93 tipos distintos de pesticidas. Es especialmente grave en el caso del polen procesado, pues de él se alimentan las abejas en sus primeros estadios de desarrollo como fuente de proteínas. En este polen encontraron de 5 a 20 tipos de pesticidas en todas y cada una de las muestras tomadas que excedían los límites seguros dados por la cuota de peligrosidad.

Además, hallaron que los tres parámetros medidos estaban correlacionados con la probabilidad de colapso de la colmena o muerte de la reina.

Curiosamente, el mayor número de pesticidas acumulados en las colmenas se daba muy pronto al comienzo de la temporada, justo después de colocar las colmenas en campos de cultivos floridos de manzanos o arándanos. Las zonas salvajes sin cultivas en las que los apicultores las colocaban colmenas para la producción de miel daban cierto respiro a las abejas.

El estudio sugiere que algunos fungicidas, que también han demostrado tener mortalidad sobre las larvas de abeja en el laboratorio, pueden tener efectos sobre la supervivencia de la colmena en los campos. En especial, encontraron una correlación entre fungicidas y muerte de las reina y mortalidad de en la colmena.

“Nos sorprendió encontrar tal abundancia de fungicidas en las colmenas, pero fue aún más sorprendente encontrar que estos fungicidas están relacionados con una mortalidad inminente en la colmenas.”, dice Kirsten Traynor.

Se creía que los fungicidas eran seguros para las abejas, pues están diseñados para atacar los hongos y no los insectos. Lo malo es que los apicultores los aplican directamente en grandes dosis a las colmenas para, supuestamente, controlar la varroa (un arácnido).

Este estudio toma prestado un concepto de la lucha contra el cáncer en humanos: el exposoma, o la suma total de compuestos químicos a los que está expuesto el organismo a lo largo de su vida. En este caso el “organismo” es la propia colmena, que es considerada como un superorganismo que funciona como una unidad coherente.

Es especial el caso de muerte de la reina de la colmena. Las obreras pueden intentar criar a otra reina, pero si fracasan la población de la colmena está condenada a desaparecer. Para los casos de exposición baja a los pesticidas en la cera de la colmena la probabilidad de muerte de la reina era casi nula. Sin embargo, cuando la exposición era más alta la reina moría durante la temporada.

Esto supone un problema grave para los apicultores, pues antes una reina duraba dos años ahora dura sólo una temporada. En la actualidad reemplazan a la reina al menos en la mitad de las colmenas cada primavera, pero algunas reinas no consiguen terminar vivas la temporada.

Los investigadores encontraron pocos neonicotinoides o sus derivados en los análisis realizados, pese a su gran uso. Lo achacan a que quizás no analizaron los elementos necesarios, como el néctar, o a que estos se degradan tan rápido en la colmena que dejan pocos residuos.

“Tenemos que encontrar la manera de reducir la cantidad de estos productos a los que están expuestas las abejas mientras que a la vez ayudamos a los agricultores con sus cultivos. Esto requerirá un examen cuidadoso del la pulverización de la plantas para estar seguros de que sólo se usa el producto que se necesita, y sólo cuando se necesita, para así reducir el número de productos a los que las abejas se exponen mientras polinizan los campos”, dice vanEngelsdorp.

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Fuentes y referencias:
Artículo original [2]
Foto: Kirsten Traynor.