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Microplásticos y medio ambiente marino

Dos estudio señalan el problema de la contaminación por microplásticos en los océanos terrestres.

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Microfibra en un pólipo. Fuente: Michelle Taylor.

Los seres humanos somos víctimas del marketing y la publicidad, pero, a la vez, el medio ambiente paga las consecuencias.

Muchos productos cosméticos o de higiene personal contienen microplásticos en forma de microesferas. Así por ejemplo, a veces se añaden estas microesferas en el gel de ducha o a los exfoliantes. Una sola ducha normal puede liberar 100.000 de estas partículas de plástico que, al final, terminan en los océanos terrestres y se juntan con las contaminaciones producidas por otros plásticos.

Muchos plásticos que arrojamos a la basura terminan en el mar. Pero los plásticos no son biodegrables, ni siquiera se descomponen. En su lugar se van fragmentando en tamaños cada vez más pequeños que terminan en cualquier parte del mundo, desde los hielos árticos a las playas más remotas.

Se estima que hay unas 300.000 toneladas de plástico flotando cerca de la superficie, lo que supone una amenaza para la vida marina, la industria y la seguridad alimentaria.

Los microplásticos se definen como las partículas de este material que tienen un tamaño menor a los 5 mm en longitud e incluye tanto a los plásticos fracturados como a las microesferas.

Ahora se publican dos estudios sobre este asunto tan grave para el medio ambiente. En el primero caso, un grupo de científicos de las universidad de Bristol y Oxford han realizado una campaña de observación en el Atlántico y en el Índico para medir el alcance de este tipo de contaminación.

Estos científicos han encontrado pruebas de la ingesta de microfibras plásticas en la vida marina de profundidades que van de los 300 a los 1800 m. Los cangrejos ermitaños, las langostas o los pepinos de mar tienen estas fibras en su interior.

Creen que, en general, los microplásticos encontrados en estos seres proceden del lavado de ropa hecha con fibras sintéticas. El agua del lavado termina en el mar y allí los microplásticos son ingeridos por los animales marinos. Los análisis revelaron que se trataba de poliéster, nylon y acrílicos.

Estos microplásticos tienen un tamaño muy similar al de la “nieve marina”, que consiste en materia orgánica que cae por la columna de agua y de la que se alimentan los organismos de la base alimentaria que viven en las profundidades. Así que es de suponer que estas criaturas confunden a los microplásticos con comida.

El objetivo de la misión era recolectar muestras de microplásticos en los sedimentos marinos y encontraron grandes cantidades allí, pero no esperaban que estuvieran tan presentes en los propios animales vivos cuando decidieron analizarlos al sospechar que los podían ingerir.

“Este resultado me ha conmocionado y es un recordatorio de que la polución por plásticos ha alcanzado los sitios más lejanos de la Tierra”, dice Laura Robinson.

Fue particularmente alarmante que esta contaminación no se encontrase en áreas costeras, sino en el océano profundo y alejado de la costa, lejos de las fuentes de contaminación.

Para la toma de muestras emplearon un vehículo submarino a control remoto y en los análisis se usaron técnicas similares a las forenses que evitaban todo tipo de contaminación de las muestras por parte de los investigadores.

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Microfibra evidenciada por fluorescencia en el tracto digestivo de un copépodo Calanus helgolandicus. Fuente: University of Exeter.

En el segundo estudio se ha tratado de evaluar cuáles pueden ser las consecuencias para la vida marina de la ingesta de estos microplásticos. Según sus resultados la vida marina cercana a la costa compuesta por cangrejos, langostas o almejas son los más vulnerables a esta polución. La situación es grave si pensamos que estas criaturas forman gran parte de la base de la cadena alimenticia de los mares.

En este caso el estudio ha sido realizado por investigadores de la Universidad de Exeter y del laboratorio Marino de Plymouth. La idea principal de este proyecto de investigación es era saber si el solapamiento entre los microplásticos marinos y la vida oceánica era más prevalente a lo largo de las costas urbanizadas. Se cree que las ciudades son la mayor fuente de polución por plásticos.

Los autores concluyen que los seres vivos que medran más cerca de estas líneas costeras son los que más en riesgo están al estar en contacto más directo con los microplásticos. Además, han encontrado pruebas de que el zooplancton, al consumir estos microplásticos, puede jugar un papel importante a la hora de trasladar este tipo de contaminación desde la superficie de los océanos al fondo marino. Estos animalillos ingieren los microplásticos y quedan atrapados entre las heces que al final caen hacia el fondo marino, esto elimina los microplásticos de la superficie y los traslada al fondo, en donde, como ya hemos visto, son a su vez ingeridos por otros seres.

“En el presente hay muchas incógnitas acerca del impacto de los microplásticos en el ambiente marino que impiden la toma de decisiones políticas”, dice James Clark. Este tipo de estudios puede ayudar mucho a ello.

Sin embargo, no hace falta señalar que, al final, estos microplásticos y las sustancias que puedan contener pasan a otros animales a través de cadena trófica y puede tener consecuencias desconocidas sobre el ser humano.

Los plásticos son inertes per se, pero suelen contener aditivos, como el bisfenol-B, que es un disrruptor hormonal y ha asociado en el pasado con ciertos tipos de cáncer. También pueden absorber otros contaminantes, como los pesticidas.

La única noticia positiva al respecto es la prohibición inminente del uso de microesferas en productos de higiene personal y cosméticos, al menos en el Reino Unido.

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Fuentes y referencias:
Artículo original I. [2]
Artículo original II. [3]