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Un antepasado de los humanos de hace 540 millones de años

Encuentran unos fósiles que permiten describir el deuterostoma más antiguo encontrado hasta el momento.

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Una de los temas que más gusta al hombre de la calle es el de la Paleoantropología, aunque no entienda bien la diferencia entre el Australopitecus afaresis y un hombre de Neandertal.

Ese interés por nuestros orígenes se va desvaneciendo según nos vamos remontando hacia atrás en el tiempo por el árbol filogenético en busca de nuestros ancestros.

Posiblemente esto se deba al substrato religioso y creacionista y a que no nos vemos reflejados en la Pikaia del Cámbrico, por ejemplo. Pero la aventura del conocimiento es igualmente, quizás más, interesante. Hay una línea ininterrumpida que nos une a esos seres que se remontan a hace más de 500 millones de años de evolución maravillosa e increíble, que nos conecta a todo un conjunto de seres únicos y fascinantes, nuestros compañeros en este viaje del Universo por tratar de conocerse a sí mismo.

Ahora se describe en un artículo de Nature lo que parece ser el ancestro humano más antiguo posible descubierto hasta el momento. Se trata de una criatura elíptica de 1 mm de tamaño en forma de bolsa con una gran boca que parece no tener ano y que vivió hace 540 millones de años. Han puesto el nombre de Saccorhytus coronarius este ser vivo.

Esta criatura ha sido descrita gracias a unos microfósiles increíblemente bien conservados hallados en China. En todo ello han participado investigadores de University of Cambridge, la Universidad de Noreste de Xi’an e instituciones chinas y alemanas.

Técnicamente, se trata del deuterostoma más antiguo conocido. Esta categoría biológica comprende varios subgrupos que incluye al de los vertebrados. Por tanto, esta criatura no sólo sería el antepasado de los humanos, sino que además lo sería de todos los vertebrados y grupos afines, pero relativamente lejanos, como las estrellas de mar, lo que comprendería muchas especies actuales.

Saccorhytus no se parece en nada a un ser humano. Tenía forma elipsoidal y un tamaño de sólo 1 mm. Se cree que posiblemente vivía entre los granos de área del lecho marino. Sorprendentemente, pese a los detalles que la buena conservación de este fósil ha proporcionado, los investigadores no han encontrado pruebas de que tuviera ano. Esto se puede explicar si la boca actuaba también como agujero para excretar los deshechos, algo que a los humanos actuales no nos suena muy seductor (¡gracias evolución!).

Según los investigadores, Saccorhytus proporciona un increíble vistazo a los primeros estadios de evolución de un grupo que dio lugar a los vertebrados, a los peces y, finalmente, a nosotros.

“Creemos que, como deuterostoma temprano, este ejemplar podría representar los comienzos primitivos de una amplia gama de especies, incluidos nosotros mismos. A simple vista los fósiles que hemos estudiado parecen pequeños granitos negros, pero bajo el microscopio el nivel de detalle te deja boquiabierto. Todos los deuterestomas tienen un ancestro común y creemos que esto es precisamente lo que estamos viendo ahora”, dice Simon Conway Morris (University of Cambridge).

La mayoría de los deuterostoma tempranos encontrados hasta ahora eran de entre hace 520 y 510 millones de años, cuando, al parecer, ya habían empezado a diversificarse en vertebrados, tunicados, equinodermos (como las estrellas y erizos de mar) y hemicordados (como los gusanos bellota). Este nivel de diversidad hace tremendamente difícil saber cómo era el antepasado común a todos ellos.

Los fósiles de Saccorhytus fueron encontrados embebidos en rocas de la provincia de Shaanxi de China central. Posteriormente fueron aislados de las rocas, para lo que los investigadores tuvieron que procesar tres toneladas de piedra caliza. Luego fueron estudiados usando tomografía de rayos-X y microscopía electrónica. Gracias a todo esto, los paleontólogos implicados fueron capaces de reconstruir esta criatura y saber cómo era cuando estaba viva. Las características encontradas son consistentes con cómo se suponía que era este ancestro común basándose en los fósiles de deuterostomas posteriores que se habían encontrado hasta la fecha.

En el Cámbrico temprano, que era cuando esta criatura estaba viva, la región en donde se han encontrado sus fósiles era un mar somero. Su tamaño se debe a que probablemente vivía entre los granos de arena de los sedimentos marinos del fondo. Su cuerpo tenía simetría bilateral y estaba recubierto por una piel flexible. Los investigadores sugieren que poseía algún tipo de musculatura, lo que le permitiría tener algún tipo de movimiento contráctil que le habilitaba para moverse entre los granos de arena. Su gran boca comparada con el resto de su cuerpo le permitiría englobar partículas de comida e incluso otros seres más pequeños.

Además, lo que es crucial, Saccorhytus está recubierto de pequeñas estructuras cónicas. Se cree que este rasgo permitía a este ser expulsar el agua que tragaba, por lo que estos conos serían los precursores de las agallas que posteriormente aparecieron en los peces.

El hallazgo proporciona pruebas que apoyan la teoría que explica la diferencia entre las pruebas fósiles de la vida primitiva y la información que sobre ella se puede obtener del reloj molecular basado en la evolución que han sufrido el ADN y las proteínas de los seres actuales.

Groso modo, es posible estimar cuándo unas especies divergieron de la rama del árbol filogenético en la que estaban usando esta información genética. De este modo, cuando más tiempo están evolucionando por separado dos grupos, mayores tienen que ser sus diferencias genéticas. Asumiendo un proceso evolutivo que meta de forma continua y sin saltos cambios en la genética de los seres vivos, sólo hace falta contar estos cambios para reconstruir la historia temporal, por lo que este sistema sirve como reloj, de ahí su nombre.

Por desgracia, antes del momento correspondiente a cuando vivía Saccorhytus, no hay prácticamente fósiles disponibles que permitan contrastar las predicciones del reloj molecular. Básicamente, el reloj molecular predice la existencia de seres vivos que no se han encontrado en el registro fósil.

Algunos investigadores han teorizado que esto se debería a que, las criaturas de hace más de 520 millones de años que los investigadores han estado buscando en el registro fósil simplemente eran muy pequeñas y su tamaño no facilitaría que dejarán fósiles tras de sí o que estos pasaran desapercibidos a los paleontólogos. El hallazgo de Saccorhytus y su pequeño tamaño parece apoyar esta idea, aunque se necesitarían más descubrimientos de este tipo para completar el rompecabezas.

Este estudio señala lo sensible que puede ser el conocimiento que tenemos sobre la vida temprana en la Tierra al descubrimiento contingente de unos pequeños fósiles.

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Fuentes y referencias:
Artículo original. [2]
Ilustración: S. Conway Morris / Jian Han.