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Sobre el desarrollo de Dickinsonia costata

Según un estudio, en el Edicarense habría al menos un grupo de animales con simetría bilateral que usaría los mismos genes de desarrollo que los bilaterales conocidos, pero del que estos no descenderían.

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Hace unos días publicábamos en NeoFronteras una entrada sobre una especie animal de la fauna de Ediácara. Ahora repetimos la acción acerca de otra especie de aquellos tiempos: Dickinsonia costata.

El problema de siempre en Paleontología es la inexactitud del registro fósil. Muchas veces no se sabe si en determinado periodo había las especies que vemos en el registro o si, simplemente, un registro fósil incompleto no nos puede decir nada acerca de esas otras que también existieron, pero que no dejaron huella fósil que haya llegado a nosotros.

Algo de esto nos pasa con la fauna edicarense y la explosión del Cámbrico. La primera precedió en el tiempo a los animales que bellamente describió Stephen J. Gould en “La vida maravillosa”. Pero la fauna ediacarense es muy distinta de la del Cámbrico y siempre se ha puesto en duda si una descendió de la otra. Más bien todo lo contrario, la ausencia de fósiles de transición, más bien indicaría que la fauna de Ediácara fue un experimento evolutivo fallido que no dejó descendencia. También se ha sugerido que estos seres serían animales inanimados sin mucha actividad o que incluso no eran ni animales y que, en realidad, sería algo así como líquenes.

Ahora un estudio de los paleontólogos Mary Droser y Scott Evans (University of California, Riverside) publicado en PLOS ONE señala que al menos uno de estos seres edicarenses parece compartir rasgos con algunos de los animales que aparecieron después en la explosión del Cámbrico, pero que no sería un antepasado.

Dickinsonia vivió hace más de 550 millones de años en lo que sería una mar somero. Era una animal de cuerpo blando, plano y ovalado que se alimentaba de tapetes microbianos y de algas.

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Estos investigadores han analizado la anatomía de ese animal y afirman que en el desarrollo de su cuerpo se usaba el mismo conjunto de genes reguladores que usan los animales de hoy en día. Sería una criatura móvil y activa que crecía y se desarrollaba de un modo similar a los animales actuales que conocemos.

Los fósiles de Dickinsonia muestran una gran cantidad de tamaños que van de poco más de 1 cm a bastantes decenas. Se caracterizaba por tener una serie de bandas sobre su superficie. Este ser es interesante para los paleontólogos porque parecer ser que fue el primero en ser grande y complejo. Posiblemente se movía y era capaz de formar comunidades, pero no se sabía muchos más. Durante años los expertos han estado debatiendo la taxonomía de esta criatura y la han colocado entre los hongos, las medusas o entre los gusanos marinos. Aunque generalmente se acepta por la comunidad científica que se trataba de un animal.

“Parte de este estudio fue tratar de poner a Dickinsonia en el contexto del desarrollo de la vida temprana. Queríamos saber si estas criaturas eran parte de un grupo de animales que sobrevivieron o si fue un experimento evolutivo fallido” dice Droser.

Para poder estudiar sus fósiles, los investigadores se trasladaron al desierto de sur de Australia, que hace más de 550 millones de años era el fondo de una mar somero, pues en la región hay abundantes restos fósiles de estos seres. Allí colaboraron con James Gehling (South Australian Museum, Adelaide), que además es coautor del artículo.

Midieron el tamaño, forma y estructura de casi 1000 especímenes de Dickinsonia costata. En especial se fijaron en el numero y tamaño de sus módulos.

El análisis mostró que el desarrollo de Dickinsonia, en especial de sus módulos, era complejo y sistemático y estaba encaminado a mantener la forma oval de este ser. La acumulación de nuevos módulos mediante el proceso de adición terminal sugiere que esta criatura se desarrollaba del mismo modo que los animales bilaterales, un grupo complejo con simetría bilateral que incluye a animales que van de las moscas a los humanos pasando por los gusanos.

Sin embargo, los autores no creen que Dickinsonia estuviera relacionada ancestralmente con los bilaterales que aparecieron después, pues le faltan algunas características fundamentales como una boca, un ano y una aparato digestivo entre medias, algo que sí tienen todos los bilaterales actuales. Es decir, Dickinsonia no sería el antepasado de los bilaterales.

En su lugar, estos paleontólogos creen que habría dos grupos animales distintos que compartirían características comunes, como el mismo conjunto de genes ancestrales, algo que les permitiría un mismo desarrollo bilateral en dos linajes separados. Así que Dickinsonia sería un miembro de un grupo de animales que ahora estaría completamente extinto que no dejó descendientes. Sin embargo, pese a todo, Dickinsonia nos dice mucho acerca de la historia evolutiva de los animales.

Ese grupo animal, al que perteneció Dickinsonia, y presumiblemente otras especies, desapareció para siempre y quedó el grupo del cual descendemos. Pero, la contingencia pudo darse al revés. En ese caso ahora los animales que estarían en nuestro lugar posiblemente serían muy distintos a nosotros. Sería interesante ver un mundo alternativo de ese tipo. Puede que incluso hubiera otros grupos de animales con simetría bilateral además de estos dos de los cuales nunca tendremos noticias por falta de fósiles.

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Fuentes y referencias:
Artículo original [2]
Fotos: University of California, Riverside