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La gran emigración del wombat gigante

Rebaños de diprotodones realizaban una emigración estacional de 200 km en la Australia de 300.000 años.

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Uno de los términos más adecuados que se usan en inglés para referirse a los museos de ciencias naturales es el de Historia Natural. La evolución de las distintas especies que han poblado este mundo debe ser vista como una historia, una película secuencia de eventos dependientes unos de otros que sería diferente si ser rebobinara hacia atrás y se proyectara de nuevo.

La evolución es, por tanto, impredecible. Tampoco significa progreso o aumento de complejidad. No sabemos si ahora habría aquí una especie inteligente si no hubieran desaparecido los dinosaurios. Hay, eso sí, tendencias que se cumplen, como la tendencia a llenar los distintos nichos ecológicos existentes.

Uno de esos nichos suele ocuparse por grandes herbívoros cuya presencia, a su vez, hace que evolucionen animales carnívoros que se alimenten de ellos.

En la Australia de hace 300.000 años había grandes herbívoros que pastaban sus grandes planicies de una forma similar a como ahora lo hacen las cebras y ñúes del Serengueti africano. Pero estos mamíferos del tamaño de un rinoceronte no eran placentarios, sino marsupiales, similares a los actuales wombats. Además, se trataría de la única emigración masiva estacional de marsupiales de la que se tiene noticia.

El descubrimiento de la migración estacional del Diprotodon, cuyo nombre significa «dos dientes hacia delante», se ha realizado gracias al análisis de dientes fósiles y se ha publicado recientemente.

La Australia del pasado tenía su particular versión de megafauna. Además de lagartos gigantes similares al actual dragón de Komodo, pero mucho más grandes, había otras especies, aunque eran marsupiales en su mayoría. Diprotodon podía llegar a medir 1,8 metros y pesar 3000 kilos. El par de incisivos que tenía en su mandíbula no paraban de crecer, algo común a algunos roedores actuales como los conejos, aunque estos sean placentarios.

Pero han sido precisamente estos dientes de 30 cm lo que ha permitido estudiar mejor su pasado. Según estos dientes crecían, iban incorporando elementos del medio en el que se encontraban cuando estos animales estaban vivos. Cambios en las proporciones de estos elementos dependientes del lugar en el que se encontraban se ve reflejada en los fósiles de estos dientes. De un modo similar a los anillos de troncos de los árboles, estos dientes cuentan la historia de lo que comían y de cómo se movían de un lugar a otro.

Un equipo de investigadores ha tomado varios de estos dientes fósiles y los ha analizado con técnicas de radiocarbono. Concluyen que tienen 300.000 años de antigüedad. Al taladrar testigos longitudinales a lo largo de estos dientes se dieron cuenta que las proporciones isotópicas de varios elementos cambiaban con la distancia, lo que significaba cambios en la vida del animal dependientes de la estación. Los datos sugieren que estos animales migraban 200 km cada año. Esta distancia es comparable, aunque inferior, a la gran emigración de 800 km que se da entre el Serengueti y el Masai Mara. Al igual que en el caso africano, esta emigración no se daba al azar, sino siguiendo los cambios regulares estacionales en la vegetación debidos a las lluvias.

Los actuales marsupiales con estilo de vida similar, como los canguros, se mueven de un lugar a otro al azar, principalmente porque las precipitaciones no siguen un patrón predecible.

El hallazgo es interesante porque nos dice que el clima de la época era más predecible que en la actualidad.

Se cree que los diprotodones se extinguieron hace unos 40.000 años, quizás por culpa de la acción del ser humano.

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Fuentes y referencias:
Artículo original. [2]
Ilustración: Wikipedia.