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El ser humano detiene la especiación

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El ser humano no solo elimina especies mediante su extinción directa sino que también impide la evolución de otras nuevas. Dos estudios distintos apuntan a la posibilidad de que se esté dando una desespeciación, una suerte de especiación al contrario en las poblaciones de animales, mediante la cual el número de especies se reduce en lugar de aumentar con la consiguiente disminución de la biodiversidad y sin pasar por la extinción.
El primer estudio se centra en unas especies de peces del género Gasterosteidae, familia de peces marinos de aguas frías caracterizados por una aleta dorsal eréctil con espinas, y ha sido llevado a cabo por Eric Taylor que es biólogo en la Universidad de la Columbia Británica en Canadá.
Las nuevas especies evolucionan de las viejas mediante la separación de dos o más poblaciones de seres que quedan aisladas de alguna manera. Entonces cada grupo evoluciona por sí solo acumulando mutaciones y siendo seleccionado de manera natural por el ambiente en particular en el que viven. Si de algún modo las dos poblaciones entran en contacto de nuevo los individuos tenderán a no cruzarse con miembros del otro grupo, y a partir de ahí seguirán caminos evolutivos distintos y consecuentemente se crearan dos nuevas especies que finalmente no se podrán cruzar biológicamente por ser muy distintas.
En Canadá muchos lagos se formaron cuando al final de la era glacial, hace unos 11.000 años, los hielos se retiraron dejando cuencas glaciares que se llenaron de agua. Los peces invadieron esos lagos desde el mar y se aislaron del resto del océano evolucionando hacia nuevas especies. El caso más llamativo es el de la familia de peces antes mencionada que ha seguido el mismo camino evolutivo en seis lagos diferentes.
En cada uno de esos casos se escindieron en dos especies, una muy esbelta y rápida que se dedica a cazar en agua abierta pequeños invertebrados y otra más redondeada que se alimenta en aguas someras.
Las dos especies se han escindido recientemente y todavía pueden producir una descendencia viable si se cruzan entre sí, pero menos del 1% de los ejemplares de cada especie se hibridan de esta manera en cada generación.
El doctor Taylor y sus colaboradores sospechan que los híbridos son raros porque los peces prefieren cruzarse con los peces que se les parecen. La selección natural puede favorecer este comportamiento porque un híbrido no puede obtener comida tan fácilmente como los especializados padres.
En 1999 visitaron uno de los lagos (el Enos) y encontraron mucha mayor cantidad de individuos híbridos de los que anteriormente habían visto. Esto fue una sorpresa y empezaron a analizar las medidas tomadas sobre los ejemplares recolectados en ese lago desde 1977 a 2002.
Al principio de ese periodo de tiempo encontraron pocos híbridos, pero de 1994 a 1997 los dos grupos se fusionaron en un continuo indistinto. Los estudios basados en el ADN rindieron el mismo resultado. Se produjo algo parecido a una marcha atrás en la especiación. Además, este efecto coincide con la introducción por parte del ser humano de otra especie foránea de pez, por lo que sospechan que ésa es la causa principal de este efecto. La nueva especie de pez distorsionó el hábitat de los genuinos habitantes obligándoles a hibridarse.

Otro estudio, dirigido por Andrew Hendry de McGill University en Montreal, apunta en la misma dirección, esta vez con pinzones de Darwin de las Islas Galápagos, cosa que no deja de ser una paradoja histórica porque estos pinzones son precisamente las aves con las que se ejemplifica la creación de nuevas especies por la selección natural. Fueron nombrados de esta manera después de que Charles Darwin los estudiara cuando visitó las islas en 1835.

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Pinzones de Darwin. Foto: RIT University.

Los estudios de ADN muestran que todos estos pinzones descienden de algunos ejemplares que llegaron a estas islas hace unos pocos millones de años. Desde entonces han evolucionado hasta formar 14 especies distintas que son únicas en el mundo.
Cada especie posee una anatomía diferente, tanto en forma como en tamaño, adaptada al tipo de alimentación que tienen. Por ejemplo, entre los que comen semillas el tamaño y forma del pico se adapta al tamaño y dureza de las semillas que comen. De este modo hay picos grandes, medianos y pequeños. Algunas poblaciones divergen bastante de otras, y así en la isla de Santa Cruz los pájaros tienden a poseer sólo picos grandes o pequeños que están especializados en semillas grandes y pequeñas respectivamente. Los estudios genéticos muestran que los individuos de cada grupo tienden a emparejarse con individuos de su propio grupo.
El doctor Hendry notó que los pinzones de la isla conocida como Bahía Academia parecían carecer de diferencias en el tamaño de sus picos. Su grupo midió el tamaño de éstos y los comparó con las medidas realizadas desde 1964.
En el estudio basado en 1775 pájaros se confirmaron las sospechas. En 1960 los pinzones con pico mediano eran muy poco numerosos comparados con los de pico grande o pequeño, pero en 1999 éstos se incrementaron significativamente. Parecía haberse producido una gran mezcla.
La razón parece ser la presencia humana en la isla que ha aumentado considerablemente en los últimos tiempos, mientras que en otras islas como El Garrapatero donde no hay tal mezcla tampoco hay presencia humana. La presión de los humanos ha forzado a los pinzones a hibridarse. Los humnaos cultivan plantas foráneas y alimentan a los pájaros con arroz, factores que favorecen un pico intermedio.
Estos dos estudios muestran que el ser humano está deteniendo o bloqueando la especiación en determinados lugares e incluso involucionando o reduciendo la biodiversidad, que disminuye con estas hibridaciones.

Fuente: McGill University. [1]