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Evolución humana en respuesta al buceo

Los bajau han experimentado una selección natural durante los últimos siglos que les permite tener bazos más grandes y otras características que facilitan el buceo.

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Entre las desventajas que ha tenido Internet está la propagación de teorías conspiratorias y toda una panoplia de ideas magufas, por lo que prolifera gente idiotizada, desde los terraplanista hasta los creacionistas.

Pero los creacionistas no puede explicar ni siquiera las pruebas de la existencia de evolución humana reciente, como la tolerancia a la lactosa en la edad adulta o las varias copias del gen de la amilasa. También se han podido comprobar adaptaciones a la altura en grupos de humanos que viven a gran altitud en las montañas. A estos hechos se suma ahora uno más: la adaptación al buceo de los nómadas del mar.

Los bajau, un grupo indígena de Indonesia, llevan buceando durante muchas generaciones. Esta actividad ha hecho que sean seleccionados genéticamente de tal modo que ahora tienen bazos más grandes que les permite bucear a pulmón libre hasta los 70 metros de profundidad.

Se había propuesto en el pasado que el bazo podría cumplir un importante papel a la hora de facilitar a los humanos el buceo prolongado porque había una correlación entre el tamaño de este y la capacidad de buceo. Es ahora cuando esto se ha examinado este aspecto a nivel genético por un grupo internacional de investigadores.

El hallazgo podría tener, además, implicaciones médicas, en concreto para la hipoxia aguda que causa complicaciones en la atención médica de emergencia.

Los bajau, conocidos como los nómadas del mar, llevan viajando por los mares de sureste asiático durante mil años en barcos vivienda. Para conseguir
sustento bucean equipados con una lastre, unas gafas de madera y una lanza que usan para conseguir peces. Además capturan pepinos de mar y recolectando coral para joyería.

Son conocidos por su gran capacidad de contener la respiración, pues muchos pueden hacerlo durante más de cinco minutos, incluso alguno afirma lograrlo por más de 12 minutos. Su frecuencia cardíaca muchas veces baja a las 30 pulsaciones por minuto e incluso algunos de ellos con capaces de bajar hasta los 70 metros de profundidad. Estos buceadores pasan un 60% de las ocho horas de trabajo diario bajo el agua.

Quizás estas cifras no parezcan sorprendentes si las comparamos con algunos plusmarquistas modernos de apnea, pero estos deportistas no suelen ser humanos normales, están equipados y entrenan mucho.

Melissa Ilardo (en University of Utah en la actualidad) sospechó que los bajau podría tener adaptaciones genéticas que les permitieran realizar estas proezas al estar bajo ese estilo de vida durante tanto tiempo, al igual que ocurre en otros mamíferos marinos. Se sabe, por ejemplo, que la foca de Weddell tiene una bazo desproporcionamente grande para el tamaño de cuerpo. Aunque no había mucha literatura científica acerca de la genética y fisiología del bazo en humanos, podrían operar mecanismos similares.

Al parecer, el bazo juega un papel central en el buceo en apnea como parte de la respuestas del cuerpo humano al buceo. Cuando el cuerpo humano se sumerge en agua fría, aunque sea sólo por unos momentos, esta respuesta se dispara como unos mecanismos que asisten al cuerpo para que pueda sobrevivir a unas condiciones sin oxígeno. De este modo, el corazón late más lentamente y los vasos sanguíneos de las extremidades se contraen para conservar sangre para los órganos vitales. El bazo también se contrae durante las inmersiones y con ello se consigue una inyección de oxígeno en sangre en forma de glóbulos rojos que proporciona un 9% más de oxígeno, lo que permite prolongar la inmersión. Esto se sabe desde 1990 gracias a un estudio sobre las buceadoras japonesas de perlas.

Para poder conseguir las pruebas pertinentes, Melissa Ilardo pasó varios meses en Jaya Bakti (Indonesia) tomado muestras genéticas de saliva que más tarde fueron secuenciadas y realizando ecografías a los bajau (43 individuos) y a sus vecinos saluan (33 casos) que viven en casas en tierra firme.

Gracias a estas ecografías se puede apreciar que los bajau tienen bazos un 50% más grandes que sus vecinos saluan y que presentaban esta característica independientemente de si buceaban regularmente o no, por lo que esta característica sería de origen genético y no fruto del entrenamiento o de una respuesta plástica a las inmersiones. Los investigadores implicados de las universidades de Copenhague, Cambridge y Berkeley secuenciaron las muestras genéticas obtenidas y encontraron que los bajau poseen la variante genética denominada PDE10A, que no poseen los saluan. Se cree que este gen controla los niveles de la hormona tiroidea T4.

Se ha demostrado en ratones que que las hormonas tiroideas y el tamaño del bazo están relacionados, pues los ratones modificados genéticamente para que no puedan expresar el gen de la T4 tienen un bazo mucho más pequeño, pero que esto se puede arreglar con inyecciones de T4.

Así que estos investigadores creen que los bajau poseen una adaptación genética que aumenta los niveles de esta hormona y, por tanto, aumenta el tamaño de sus bazos.

Además, encontraron 25 variaciones genéticas diferentes entre los dos grupos. Dos de ellas parece que han evolucionado en los bajau para favorecer el buceo, como la BDKRB2 que controla la contracción de los vasos sanguíneos en las extremidades o la FAM178B que ayuda a la regulación del dióxido de carbono en sangre.

Es la primera vez que se describe una adaptación al buceo en humanos. Pues en casos anteriores, como en los niños de los nómadas del mar tailandeses se debe a una respuesta plástica, no genética.

Este estudio apunta a que la adaptación a bajos niveles de oxígeno se puede dar de diversas maneras, pues este caso es distinta a la adaptación que poseen tibetanos, etíopes y andinos a la gran altura, en donde la presión del aire es menor.

El estudio abre la posibilidad de que se dé algo similar entre los moken tailandeses, las mujeres buceadoras de Jeju en Corea del Sur y en otros grupos humanos.

Ilardo planea volver a Indonesia para continuar su estudio de los bajau. Sin embargo, todos estos estilos de vida están amenazados de desaparición porque las propias comunidades están desapareciendo. Además de sus lenguas y culturas también desaparecerán sus particularidades genéticas. Es urgente estudiarlas antes de que desaparezcan del todo.

La selección natural sigue operando sobre el ser humano, pese a todo. Aunque puede que, a partir de ahora, alguno compense su no adaptación al buceo en apnea con inyecciones dopantes de T4.

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Fuentes y referencias:
Artículo original. [2]
Foto: Melissa Ilardo.