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Atolones inhabitables en pocas décadas

La contaminación por sal de los acuíferos de agua dulce harán inhabitables multitud de islas del Pacífico e Índico.

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Sabíamos que el cambio climático obligaría a abandonar muchas islas del Pacífico. Algo que ya está sucediendo en algunos puntos. Pero este despoblamiento humano pasará antes de lo esperado debido a un factor que parecía haberse pasado por alto: la contaminación por sal de los acuíferos.

El nivel del mar está subiendo debido a la fusión de los hielos antes perpetuos de lo glaciares de las montañas y, sobre todo, del Ártico y Antártico. Además, una temperatura promedio más alta hace que se dilate el agua del mar. Esta subida del nivel de los océanos es escasa ahora mismo, pero incluso unos pocos milímetros son peligrosos para unas islas e islotes que sólo sobrepasan un par de metros sobre el nivel del mar, sobre todo en caso de tormenta.

Hasta hace poco se predecía que, en general, las islas del Pacífico e Índico sólo sufrirían inundaciones menores hasta finales de este siglo que empezarían a desaparecer, pero hasta ahora no se había tenido en cuenta el efecto de las inundaciones de agua marina salada sobre los acuíferos provocadas por el oleaje en caso de tormenta.

Ahora, un estudio apunta a que estas inundaciones provocadas por las olas no sólo alteraran infraestructuras y hábitats, sino que además tendrán un impacto muy negativo sobre las reservas de agua dulce de las islas y atolones de tal modo que terminarán siendo inhabitables en muy pocas décadas.

La mayorías de estas islas y atolones se encuentras en los océanos Pacifico e Índico. Los investigadores que se han hecho el estudio, pertenecientes a varias instituciones, se centraron en la isla Roi-Namur, en las islas Marshall, entre noviembre de 2013 y mayor de 2015 a la hora de tomar datos y parámetros. Las islas Marshall se compone de 1100 islas de escasa altura en 29 atolones. En ellas viven miles de personas.

Bajo distintos futuros escenarios posibles, los investigadores calcularon el impacto de la subida del nivel del mar y de las inundaciones provocadas por las olas sobre las infraestructuras y sobre los acuíferos. Para ello tuvieron en cuenta las actuales emisiones de gases de efecto invernadero. Además, han tenido en cuenta la interacción entre al subida del nivel del mar y la dinámica de las olas sobre los arrecifes de coral, que dará lugar a una inundación anual como las comentadas.

La idea es usar las aproximaciones y hallazgos de este estudio para saber qué les pasará a los atoles a lo largo de todo el mundo dependiendo de la morfología, estructura y altura de sus distintas elevaciones.

La principal fuente de agua dulce de los habitantes de este tipo de islas es el agua de lluvia que empapa el suelo y que forma un acuífero que flota sobre el agua salda más densa que hay debajo. El aporte más frecuente por parte del oleaje de agua más salada hace que el agua de ese tipo de acuíferos se contamine y no pueda ser consumida por los humanos. Luego, la lluvia posterior del año no es suficiente para expulsar al agua salda del acuífero, hasta que llega la siguiente tormenta y el oleaje que genera contamina de nuevo el acuífero y se repite el ciclo.

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Según Curt Storlazzi (USGS), el punto de no retorno para el cual el agua potable deje de serlo para la mayoría de los atolones del mundo se alcanzará no más tarde que a mitad de este siglo. Muchos se ellos serán inhabitables en estas próximas décadas.

El hallazgo afecta a las islas de atolones muy conocidos como Marshall Carolinas, Cook, Gilbert, Line, Sociedad, Spratly, Maldivas, Seychelles e islas de Hawai del noroeste.

Según Storlazzi, esta nueva información es clave a la hora de priorizar los esfuerzos que reduzcan los riesgos y aumenten la resistencia de las comunidades que viven en este tipo de islas a lo largo de todo el mundo. Este fenómeno obligará a ir reubicando a los habitantes de estas islas entre 2030 y 2050 o a una gran inversión en infraestructuras que palíe el fenómeno.

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Fuentes y referencias:
Artículo original. [2]
Fotos: Peter Swarzenski, Thomas Reiss, US Geological Survey.