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La caza del perezoso gigante

Recrean la caza de una perezoso por parte de seres humanos a partir de las huellas que dejaron en el suelo.

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Cuando el ser humano llegó a cualquier región del mundo en donde no estuvo antes, las primeras víctimas en desaparecer para siempre fueron las especies pertenecientes a la megafauna.

Se sabe que en tiempos muy recientes los maoríes extinguieron a los moas de Nueva Zelanda o que los indonesios hicieron los mismo respecto al pájaro elefante y los lemures gigantes de Madagascar .

Hace mucho más tiempo, hace más de 10.000 años, se sabe que los nativos americanos se dedicaban a cazar los mamuts o los perezosos gigantes. La megafauna de casi todo el mundo se extinguió al final de la última época glaciar y no se sabe bien cuál fue la contribución del ser humano en esta extinción

El perezoso gigante es una buena pieza a cazar por los humanos que llegaron a esa región del globo. Cazar uno de ellos significaba comida para todo la tribu. Pero este perezoso era un animal musculado poseedor de una garras afiladas en sus manos con las que podía defenderse.

Saber cómo se las apañaban para cazarlo, a falta de los testimonio de esos hombres, no parece una tarea sencilla, por no decir, imposible. Sin embargo, esto si es ahora posible al lograrse encontrar huellas de humanos y un perezoso que fueron dejadas originalmente en el lodo durante una partida de caza hace entre 10.000 y 15.000 años en lo que ahora es White Sands National Monument en Nuevo México (EEUU).

Es curioso que las huellas halladas se encuentran en un parque nacional que fue usado por los militares en el pasado, cerca de la prueba nuclear Trinity, en el White Sands Missile Range. Allí se probaron misiles o se investigo sobre el programa de defensa estratégica de Reagan. El que fuera un lugar remoto, secreto y el haber estado limitado el acceso durante mucho tiempo han contribuido a que las huellas se conservaran intactas.

Uno de los paisajes más bonitos del parque es una playa que en realidad es un lago seco que se llama Alkali Flat y que es el campo de dunas de yeso más grande del mundo. Al final de la edad última edad del hielo, era un lago al que se ha llamado lago Otero. Según el clima se hacía más cálido, el lago fue menguando y fue erosionado por el viento hasta formarse las dunas. Estas dejaban de vez en cuando planicies entre ellas que ocasionalmente se llenaban de agua. La escena de caza se dio precisamente en una de esas charcas y se formaron huellas que se han conservado hasta ahora a pocos centímetros de la superficie

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Hay huellas no sólo de perezosos gigantes, sino también de mastodontes, mamuts, camellos y lobos. Estas huellas sólo son visibles en la superficie en ciertas épocas cuando la costra de sal no es muy gruesa y el suelo no está demasiado húmedo. Las excavaciones realizadas con cuidado de estas huellas permiten obtener detalles asombrosos.

De todas ellas, las que posiblemente sean las más interesante son las del perezoso que están junto a unas huellas humanas y que sugieren que los humanos persiguieron y mataron a estos animales.

Ahora un grupo de investigadores a cargo de Matthew Bennett (Bournemouth University en Poole, RU) ha analizado esas huellas, ha conseguido reconstruir lo que pasó en una de esas peleas y ha publicado sus hallazgos. Para evitarlas garras de este animal, los humanos de aquella época tenían que tener una estrategia elabora de caza. Aunque el hallazgo no es una prueba de que la caza fuera la causa de la extinción del perezoso gigante, sí nos dice que el ser humano lo cazaba.

Entre otras cosas parece que han conseguido identificar el movimiento de barrido que realizó el perezoso con sus brazos para librarse de los humanos y que dejó la contrapartida en forma de círculo en el suelo al compensar los pies ese movimiento. Además, para recuperar el equilibrio apoyó sus nudillos y garras en el suelo. Las pruebas encontradas indican que el perezoso estaba tratando de librarse de los humanos.

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La historia se puede reconstruir. El perezoso estaba al borde de una de estas lagunas cuando apareció una horda de humanos que fueron hacia donde estaba el animal. Este fue distraído por uno de los cazadores, mientras que otro trataba de matarlo con una lanza.

El riesgo que asumían esos humanos merecía la pena porque posiblemente proporcionaba una buena cantidad de carne. Aunque tampoco se puede descartar de que se tratara de algún tipo de ritual, al igual que los masáis jóvenes matan leones pese a que no se los coman.

En esa época, América empezaba a ser colonizada por los humanos y estos se extendieron por las grandes planicies. Al coincidir en el tiempo este hecho con la extinción de la megafauna local, algunos investigadores sostienen que fueron los humanos los que provocaron su extinción. Otros sostienen que fue el cambio climático el que provocó esas extinciones.

Este estudio apunta, al menos, a que los humanos de esa época tenían hábitos de caza, pero no puede cuantificar el impacto que ese hábito tuvo en la fauna local. Por tanto, no pueden afirmar que los humanos fueran culpables de esa extinción pero tampoco son exonerados.

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Fuentes y referencias:
Artículo original. [2]
Ilustración: Alex McClelland/Bournemouth University.
Fotos: Matthew Bennett/Bournemouth University.