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Corteza continental temprana

Encuentran pruebas de que la corteza continental terrestre se formó dentro de los 350 millones de años posteriores a la formación del Sistema Solar, mucho antes de lo que se creía.

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Nuestro planeta, al poco de formarse, no era más que una bola de roca fundida. Cuando la temperatura bajó un poco la lava superficial se fue enfriando. Así que la primera corteza no era más que roca volcánica.

La corteza continental, más ligera y rica en silicatos, vino más tarde. Una de las cuestiones abiertas en Geología es cuándo y cómo se formó esta corteza continental por primera vez.

Ahora, un estudio reciente realizado por investigadores de University of Chicago apunta a que esa corteza se formó dentro de los 350 millones de años posteriores a la formación del planeta y del Sistema Solar. El resultado altera la idea previa de que la corteza de esa época estaba caliente y seca incluso al cabo de 500 millones de después de la formación de la Tierra.

La corteza continental es más rica en minerales que la roca volcánica, por lo que facilita mejor la aparición de vida. Así que este resultado sugiere que nuestro planeta era habitable mucho antes de lo que se pensaba y que esto encajaría con estudios recientes que apuntan a una aparición más temprana de la vida de lo que se creía.

El problema de saber sobre estas cuestiones es que el planeta no ha estado inactivo desde entonces, sino que la tectónica y la erosión ha remodelado completamente la superficie terrestre. La corteza se funde por la subducción impulsada por la tectónica y se va destruyendo a la vez que se crea corteza nueva en otras partes. Básicamente, ya no queda nada de esa corteza primordial.

Los únicos restos de esa corteza se encuentra en el interior de zircones, que son cristales minerales que incluso pueden resistir la tectónica. Los diamantes no parecen que sean para siempre, pero los zircones sí y actúan como cápsulas del tiempo. Restos de esa corteza, en forma de partículas de apatatita, se pueden encontrar embebidos en zircones que se formaron con posteridad, hace 3900 millones de años. Los zircones son el único registro que se tiene de la geología de nuestro planeta en los primeros cientos de millones de años. Hemos visto su estudio en estas páginas de NeoFronteras muchas veces.

El grupo de Patrick Boehnke ha analizado la composición isotópica de los átomos de estroncio encontrados en zircones procedentes de rocas de Nuvvuagittuq en Cánada (ver foto). La relación isotópica del estroncio proporciona indicaciones sobre la cantidad de silicatos que había cuando el mineral de apatita que lo contiene se formó. Y la cantidad de silicatos nos dice en este caso si estaba o no presente una corteza continental.

El problema es el pequeño tamaño que tienen las partículas a analizar que hay dentro de los zircones, pues sólo miden unas 5 micras de anchura, el grosor de un hilo de seda de araña.

Para poder contar los isótopos de estroncio estos investigadores tuvieron que usar un instrumento especial: CHILI o CHicago Instrument for Laser Ionization. Este instrumento usa luz láser sintonizada a la frecuencia adecuada para, en este caso, ionizar átomos de estroncio. El análisis isótópico de las trazas minerales analizadas indica que tuvo que haber una gran proporción de silicatos cuando se formó el mineral. Por tanto, ya había corteza continental en esa época.

El hallazgo es importante porque la composición de la corteza, al ser diferente a las rocas volcánicas, afecta directamente a la atmósfera, a la composición del agua marina y a los nutrientes disponibles para la vida. También sugiere que en aquella época caían pocos meteoritos sobre la Tierra, fenómeno que dificulta la formación de corteza continental.

Ahora se necesita saber cómo la formación de la corteza continental fue tan rápida. Así que hay que descubrir los procesos geológicos necesarios para ello. Se puede especular que posiblemente se necesite agua y magma frío.

Parte de los investigadores implicados publican también ahora otro estudio en el que aportan pruebas de que, al menos, ya llovía sobre los continentes hace 2500 millones de años.

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Fuentes y referencias:
Artículo original. [2]
Foto: University of Chicago.