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La acidificación matará el coral

Gran impacto de la acidificación sobre los ecosistemas marinos.

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Un grupo de científicos advierte en un informe que nuestras emisiones de dióxido de carbono están matando los arrecifes de coral y los bosques de kelp debido a que las olas de calor y la acidificación dañan los ecosistemas marinos.

El estudio muestra que la acidificación tiene un gran impacto sobre la vida marina. Dicen que los tres siglos de desarrollo industrial ya han dejado una marca sobre los océanos.

Como todos ya sabemos, parte del dióxido de carbono que emitimos se disuelve en el agua marina, lo que facilita la formación de ácido carbónico, que rebaja el pH del agua. Esta acidificación dificulta la formación del esqueleto calcáreo de los corales y de otras formas de vida marina. El fenómeno afecta desde hace años a las ostras y ciertas empresas de cultivo de estos bivalvos ya han pagado un precio por ello, tal y como cubrimos en su día en NeoFronteras.

Estos científicos predicen que, si los niveles de CO2 continúan subiendo, en las próximas décadas bajará tanto el pH del agua marina que tendrá un impacto aún mayor y catastrófico. Sus predicciones se basan en un estudio amplio sobre los efectos de filtraciones de origen volcánico, recientemente descubiertas, en la isla japonesa de Shikine.

Las corrientes marinas en el área japonesa tienen en promedio un nivel de CO2 similar a los niveles preindustriales de forma natural, pero estas filtraciones volcánicas aumentan estos niveles de CO2 localmente y permiten a los científicos hacerse una idea de cómo afectará el fenómeno a la ecología marina futura, tanto en esa zona del mundo como a lo largo de todo el planeta.

«Estas filtraciones de CO2 proporcionan una ventana vital al futuro. Hubo una mortalidad masiva entre el coral en el sur de Japón el año pasado por culpa de este fenómeno, pero mucha gente se agarró a la idea de que el coral sería capaz de emigrar al norte. Por consiguiente, es extremadamente preocupante encontrar que los corales son tan vulnerables a la acidificación oceánica, pues les impedirá ser capaces de extenderse más al norte y escapar del daño causado por un agua que es demasiado caliente para ellos», dice Sylvain Agostini (Universidad de Tsukuba Shimoda).

Estos investigadores tuvieron que sumergirse con equipo autónomo para tomar datos como los gradientes de CO2 creados por las filtraciones volcánicas y para recoger muestras de fauna y flora para comprobar cómo responden a la acidificación del agua marina.

En la zona en donde hay una concentración de 300 ppm florecen los corales, como se puede ver en la primera foto. En el lugar en donde hay filtraciones, la concentración de CO2 es de 900 ppm, que es la predicha para 2100 según algunos modelos. Este exceso de CO2, además de perjudicar a los seres con esqueletos calcáreos, favorece el crecimiento de algas de perfil bajo que cubren todo substrato disponible e inhibe el crecimiento del coral y de otras especies formadoras de hábitats (tal y como se ve en la segunda foto). Como consecuencia se produce una bajaba en la diversidad marina en ese lugar.

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Además de estas algas, las especies que salen ganando son pequeños animales que prosperan porque son más tolerantes al estrés inducido por un mayor nivel de CO2.

«Nuestro lugar de investigación es como una máquina del tiempo. En áreas en donde los niveles son como los de la época preindustrial la costa tiene una cantidad impresionante de organismos calcificados, como corales y ostras. Pero en áreas donde se tiene los niveles actuales de CO2 encontramos menos corales y otros tipos de vida calcificada, por lo que hay menos diversidad. Esto muestra el daño extenso causado por los humanos debido a las emisiones de dióxido de carbono en los últimos 300 años y, a no se que reduzcamos estas emisiones, veremos sin ninguna duda una gran degradación de los ecosistemas costeros a lo largo de todo el mundo», dice Jason Hall-Spencer (University of Plymouth).

«Los pescadores locales están ansiosos por saber cómo la acidificación oceánica afectará su modo de vida. El flujo de corrientes marinas que cruzan Japón traen aguas que tienen un nivel natural bajo de CO2 y los peces se benefician debido a los hábitats calcificados que hay alrededor de nuestras islas. Si somos capaces de alcanzar la meta de los Acuerdos de París para limitar las emisiones seríamos capaces de limitar más daños sobre el bosque de kelp, los arrecifes de coral y todos los ecosistemas marinos», añade Kazuo Inaba, antiguo director del Centro de Investigación Marina de Shimoda,

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Fuentes y referencias:
Artículo original. [2]
Fotos: Marco Milazzo.