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Policlorobifenilos y orcas

Los policlorobifenilos acabarán con la mitad de las poblaciones del orcas en unas décadas.

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A veces se tiene la sensación de que el ser humano tocará algo delicado en los ecosistemas terrestres, ese «último tornillo» en la metáfora del avión, y todo se irá al traste.

Ese factor delicado puede ser el asunto de la crisis de las abejas o similar. El problema es que los efectos que introducimos en el ambiente pueden tardar mucho tiempo en desaparecer, aunque los efectos directos no los estemos ejerciendo ya.

El ejemplo más reciente descubierto al respecto es el de los policlorobifenilos o PCB. Se empezó con las primeras iniciativas para prohibirlo hace 40 años. Pero, según un estudio publicando en Science, sus efectos sobre la cadena trófica son tan duraderos que provocará la pérdida del 50% de las poblaciones de orcas (Orcinus orca) en los próximos de 30 a 50 años.

El problema es que estos mamíferos son el último eslabón de una larga cadena trófica y van acumulando este contaminantes en los tejidos de sus cuerpos. Los investigadores implicados en el estudio ha llegado a medir 1,3 gramos de PCB por kilo en el tejido graso de las orcas analizadas. Se sabe que niveles de 50 miligramos por kilo de este tipo sustancias son suficientes para provocar infertilidad y tienen un impacto severo sobre el sistema inmunitario.

Han podido documentar que en 10 de las 19 poblaciones de orcas estudiadas se ha producido un declive tan grande en sus demografía que pueden desaparecer totalmente en unas pocas décadas. En particular, las poblaciones de orcas en regiones cerca de Brasil, del estrecho de Gibraltar, Hawai, Japón y alrededor del Reino Unido están especialmente amenazadas. Sus poblaciones han caído un 50% de los últimos 50 años, justo el periodo de máximo uso de estas sustancias. En estos sitios rara vez se ve un nacimiento. En el último caso sólo han podido contabilizar menos de 10 ejemplares.

Las orcas son uno de los mamíferos más repartidos del planeta Tierra, pues se les puede encontrar en todos los océanos. Sin embargo, las que viven en aguas menos contaminadas tiene poblaciones mayores. La sobrepesca y ruidos provocados por los humanos tienen un efecto negativo sobre estos animales, pero los PCB tienen un efecto dramático sobre su reproducción y salud.

La dieta de estos mamíferos incluye focas y peces grandes como atunes y tiburones, que ya por sí acumulan en sus cuerpos este tipo de contaminante, por lo que las orcas los concentran aún más en sus tejidos, así que este tipo de poblaciones están condenadas al colapso. Está muy claro en sitios como Groenlandia en donde la dieta a base de focas ya contaminadas les está pasando una alta factura. Las poblaciones de orcas cuya dieta se basa en peces pequeños, como el arenque o la caballa, tiene concentraciones de PCB mucho menores y están en menor riesgo.

Cuando un contaminante entra en el ambiente marino es asimilado por los primeros eslabones de la cadena trófica, como el fitoplancton. Es consumido por el zooplancton y este por peces pequeños y así sucesivamente. En cada eslabón se concentran los contaminantes, sobre todo si el animal tiene una vida longeva.

Los PCB empezaron a producirse en los años treinta del pasado siglo y se calcula que se usaron más de un millón de toneladas, entre otras cosas para componentes eléctricos y en plásticos. Se han usado como fluidos hidráulicos, lubricantes, pinturas, estabilizados del hormigón, aislantes eléctricos no inflamables o transformadores eléctricos. También se usaron como pesticida y junto al DDT se dispersó por el planeta. Lo malo es que estas sustancias se descomponen muy lentamente en el medio.

En el caso que nos ocupa, las orcas hembra ya amamantan leche contaminada a las crías y estas sustancias no terminan de descomponerse en el medio porque suele estar ya fijado en los tejidos de estos animales. Además, estas sustancias son metabolizadas muy lentamente en sus cuerpos.

Entre la década de los setenta y los ochenta fueron prohibidos en muchos países y en el convención de Estocolmo de 2004 más de 90 países se comprometieron incluso a deshacerse de los PCB almacenados.

Los PCB no sólo afectan a las orcas. Se sabe por ejemplo, que afecta severamente a los órganos reproductores de los osos polares. Otros animales como delfines o tiburones también tienen concentraciones peligrosas de PCB en sus tejidos, así que es posible que sigan la misma suerte.

Algunos científicos han relacionado la presencia de PCB con el cáncer en humanos, además de afectar al sistema reproductivo, endocrino e inmunitario de los mismos.

Este grupo de investigadores revisó los resultados existentes, pero dispersos, sobre este problema e hizo un metaestudio sobre 350 individuos de distintas partes del mundo. Encontraron que 10 de las 19 poblaciones de orca están en peligro.

Además, calcularon los efectos a lo largo de un plazo de 100 años de este contaminante sobre la descendencia y el sistema inmunitario de estos animales. Predicen que la pérdida de algunas de las poblaciones de orcas en los próximos de 30 a 50 años.

Una orca hembra vive de 60 a 70 años y aunque se empezaron a tomar medidas contra los PCB hace más de 40 años, las orcas todavía tienen altas concentraciones de estas sustancias en sus tejidos. Esto nos dice que las medidas tomadas no fueron suficientes en su día.

Pero lo más inquietante es que hay una gran cantidad de otros productos químicos en el ambiente producidos por el ser humano que seguro tendrán unos efectos similares en animales y en seres humanos, como los retardantes de fuego y pesticidas de diverso tipo.

Las orcas son animales inteligentes y sociales que pasan información cultural a las siguientes generaciones. Diferentes poblaciones tienen incluso distintos dialectos. No podemos perder algo así.

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Fuentes y referencias:
Artículo original. [2]
Foto: Audun Rikardsen.